Mario Alberto Mejía /
Segunda y última parte
Desde que Sergio Salomón Céspedes Peregrina asumió la gubernatura de Puebla, Rodrigo Abdala Dartigues comparte el templete con él. Ambos se conocieron cuando el hoy huésped de Casa Aguayo era presidente municipal de Tepeaca. La simpatía entre ellos es mutua. En esta parte final de la conversación que el delegado de Bienestar concedió a Hipócrita Lector aparece un tema inevitable: sus desencuentros con el gobernador Miguel Barbosa Huerta. Abdala no rehúye a ninguna pregunta y da detalles de las fisuras y las heridas de guerra. También deja en claro que en 2018 no tenía posibilidad alguna de ser candidato a la gubernatura pese al dicho de don Miguel en sentido contrario.
¿En qué momento conoces a Miguel Barbosa?
Lo conocí en el senado, por supuesto. Yo era parte del equipo de asesores del senador Manuel Bartlett. Él era senador del PRD. Lo conocía de vista. De lejos lo veía. Él no me ubicaba.
¿En algún momento te ubicó?
No. Él era el coordinador del PRD (una figura muy importante), y yo estaba ahí de asesor.
¿Cuándo lo vuelves a encontrar?
En Puebla. Recordarás que por ahí de abril del 2017 él anunció a nivel nacional su decisión —la de él y la de un grupo de entre 14 y 15 senadores— de adherirse al movimiento de Andrés Manuel López Obrador.
Lo conozco unos meses después de esto. Nos sentamos, echamos un café, platicamos muy a gusto, y hablamos de Puebla.
¿Él te dijo en algún momento que quería ser gobernador?
No, no. Él me dijo: yo vengo a abonar, yo vengo a ayudar, yo vengo a aportar a este movimiento.
A mí me comentó en alguna entrevista que tú eras el candidato natural a la gubernatura en 2018. Textualmente me lo dijo así: “Rodrigo Abdala tenía todo para serlo. Tenía cercanía, era fundador del movimiento, era diputado federal”. Él veía que de manera natural podías ser el candidato. Incluso me confesó que si se lo hubieras pedido, él te hubiera apoyado. ¿Nunca platicaron de ese tema? ¿Nunca le dijiste “quiero ser gobernador”?
Nunca le dije a nadie porque, con toda honestidad, yo no entré aquí (a Morena) para hacer realidad mis sueños.
Pero a veces la realidad política cambia, a pesar de uno
Sí, sí. Pero bajo ninguna circunstancia hubiera comprometido el proyecto, el triunfo del licenciado López Obrador. Era Miguel Barbosa quien realmente garantizaba tener la competitividad. En este entonces yo no era competitivo, y por eso no gané la encuesta.
¿O sea que cuando lo conociste pensaste que él iba a ser el candidato?
Pues sí, sí, sí. Aunque había otros más que se habían sumado, pero no tenían sus credenciales. El señor venía de ser el presidente del senado.
¿Qué pasa en la campaña del 18? ¿En qué autopista corres?
En la del movimiento: para garantizar principalmente que la estructura promoviera la agenda programática del licenciado (López Obrador), y, a la vez, que defendiera el voto.
¿Para la elección federal y la elección local?
Para todos en realidad.
¿Cómo se da la relación entre tú y el candidato Barbosa?
Al principio muy bien, pero por la propia dinámica de la campaña las cosas medio empiezan a complicarse en algún momento.
¿Hubo malos entendidos?
Malos entendidos, sí. En realidad, eso fueron.
Y ya el día de la elección la relación se fracturó por completo, ¿no?
Un poco, sí, pero en ninguna circunstancia
haciendo daño. ¿Me explico? Todo fue una cuestión de no entendimiento personal.
¿Te tocó ver el fraude electoral del 18?
¡Claro!
¿Olías que el fraude se estaba cocinando en el estado?
Sobre todo aquí en la ciudad de Puebla. Iban por las actas y por las boletas de la elección del gobernador.
¿Solamente?
Ése era el objetivo. En algunos casos arrasaron con todo.
¿Todavía se lo pudiste comentar al candidato Barbosa?
Sí. Yo informaba. No directamente a él porque estaba atendiendo otras llamadas. Pero yo le informaba a su equipo.
¿Qué pasa después? ¿Por qué llega a comentar que tu equipo le hizo un vacío?
No…
…Que nunca entregaron las actas
¡No, no, no! Sí se entregaron.
¿A quién se le entregaron?
Al equipo.
¿Al equipo? O sea: la ruptura entre ustedes ya era brutal.
Sí. Pues sí.
Gana López Obrador, te nombran súper delegado en Puebla, y eso no le gusta a Miguel Barbosa, quien llevó a Martha Erika Alonso a los tribunales electorales.
Pues no sé si no le haya gustado.
No le gustó. Como súper delegado, ¿perdiste el contacto con él?
Antes de ser delegado, por el término “súper delegado” es peyorativo, tuve contacto con él cuando hicimos las consultas públicas. Yo las coordiné. Y lo invité a participar. Él acudió muy contento. Incluso nos tomamos un café en el Royalti.
Y regresó la ley del hielo. Dejó de haber trato entre ustedes.
Así es. No había trato.
¿Ya como gobernador, en 2019, no hubo nadie que intercediera para reunirlos?
Hubo algunos intentos, pero él no tenía ningún ánimo. Yo respeté siempre su decisión.
Dos años después, en agosto de 2021, me voy a las oficinas centrales de la Secretaría del Bienestar.
¿Por qué fue ese cambio?
Me invita el Presidente.
¿El Presidente se enteró del conflicto que había entre tú y el gobernador Barbosa?
Desconozco.
¿Nunca lo platicaron?
Yo nunca platicaría una cosa así.
¿Y él no te preguntaba?
Al Presidente no le vas a llegar a decir una cosa que suena a chisme. ¿Como para qué? Se va a voltear y te va decir: y a mí que me importa, ponte a trabajar. (Risas).
Luego regresas a Puebla a la Delegación de Bienestar. ¿Por qué?
Regreso porque el presidente me dice: la idea es que te vayas a Puebla para que nos sigas ayudando en la delegación y que sigas operando los programas.
¿Te gustó la idea de regresar?
Claro.
Pero el gobernador Barbosa sigue en el mismo plan contigo.
Sí. Y le informo que ya estoy de regreso. Lo busco primero a través de quien era la secretaria de gobernación, Ana Lucía Hill. No tuve respuesta. También a través del WhatsApp. Le mande directamente un mensaje a él: “Señor, voy de regreso. Me gustaría verlo y explicarle en qué estamos y cómo estamos”.
¿No te contestó?
Pues no.
¿Te dejó en visto?
Creo que ni eso. (Risas).
Antes de tu regreso a Puebla se realizaron unas asambleas al interior de Morena para definir consejeros nacionales y locales. En ese contexto, él te acusa de estar involucrado en una tentativa en contra de su grupo
Sí.
¿Qué pasó ahí?
Pues no sé cómo ni por qué. No hubo una prueba que lo demostrara. Imagínate que desde la Ciudad de México yo me hubiera metido a operar con quince teléfonos en las manos. (Risas).
¿No buscaste meter las manos en las asambleas?
Pues claro que no.
¿Tampoco tu gente?
¿A qué te refieres con mi gente?
La gente que trabaja en…
¿En Bienestar? No. De ninguna manera. Ésa fue una consigna que a todos se les transmitió. No únicamente en Puebla sino en todo el país. Y fue el presidente quien lo pidió. Una cosa es la política y otra cosa es el gobierno. Y no se deben mezclar.
Por supuesto que participó gente que es, no diría afín a mí, pero que he conocido y con la que he tenido contacto a través de Morena durante mucho tiempo.
Por ejemplo: César Addi
Pero con César Addi el ciclo terminó desde hace más de dos años, casi tres.
¿Te traicionó o renunció?
Renunció y tomó un camino. Yo jamás seré un grillete que impida el crecimiento de alguien. La mejor de las suertes para él.
Se fue al equipo de Nacho Mier
Así es.
LA MUERTE DE DON MIGUEL
Regresas en octubre a Puebla, Rodrigo, y en diciembre muere el gobernador. ¿Cómo te impacta a ti en lo personal esa noticia?
Como a cualquier otro poblano.
Sobre todo tomando en cuenta que habían tenido diferencias
Ésa es una cosa muy aparte. La muerte no se le desea a nadie.
¿Te dolió?
Pues por supuesto que sí. Yo lo traté. Más allá de que al final no sostuviéramos una relación, yo lo conocí y descubrí su lado muy amable, muy abierto, muy dicharachero, muy simpático. Era una persona de verdad muy amena.
¿Hablaste con Doña Rosario en esos días?
No. En esos momentos lo que menos quieren tener es un trato con alguien que no es de su agrado. Pero le envié mi pésame y mis respetos, y fui a la ceremonia luctuosa en Casa Aguayo.
Cuando vino el Presidente
Es correcto.
¿Ahí saludaste a alguien de la familia o a alguien cercano?
No me quise acercar. No quise ser invasivo.
Hubo unas horas entre la muerte del gobernador y la toma de posesión del nuevo gobernador —unas horas de vacío— en las que algunos grupos se empezaron a mover buscando la gubernatura sustituta. ¿Te pasó por la cabeza buscar esa posición?
Jamás.
¿Por qué? Tenías derecho.
¡No, no, no, no!
¿Nadie te lo propuso?
¡N’ombre! ¡No, no, no! Nadie.
¿Gente de tu equipo?
No.
¿Ni tú tampoco te veías en esa posición?
Por supuesto que no.
¿Alguien te pidió apoyo para ser?
Tampoco. Y si me lo hubieran pedido, ¿cómo apoyaría? Dime cómo.