Uno de los protocolos que el proceso interno de Morena a la gubernatura replicará de la sucesión presidencial será el de integrar como aspirantes a las propuestas de sus dos partidos aliados: el Partido del Trabajo y el Partido Verde.
Así como Gerardo Fernández Noroña y Manuel Velasco están corriendo a nivel nacional, en Puebla habrán de correr los precandidatos de esas fuerzas políticas.
Y eso significará que estarán sumados a la encuesta y a los premios de consolación.
Por el PT no hay mucho misterio.
Será Liz Sánchez, secretaria de Bienestar, la que se incorpore.
De todos es sabido que Alberto Anaya, dirigente sempiterno del PT, la ha venido trayendo de la mano en los últimos años.
No hay motivos para pensar que en esta ocasión la dejará sola.
Por el lado del Verde pinta un Natale.
Uno de los tres que cobran como diputados —dos federales y uno local—: Juan Carlos, Tony y Jimmy.
Ya en el tema de Morena, no hay que descartar a Claudia Rivera Vivanco y a Rodrigo Abdala.
Sobre todo porque ambos provienen del morenismo del periodo clásico.
Tanto así que cuando los militantes de Morena cabían en un cubículo, ellos ya estaban ahí.
Van, junto con Ignacio Mier —otro de los fundadores de Morena—, de la transversalidad teórica a la verticalidad práctica.
Rivera y Abdala, por cierto, también debieron aparecer en la magnífica primera plana del más reciente número de Hipócrita Lector.
La suma de todos los aspirantes aumentará, indefectiblemente, el coctel de los premios de consolación.
La repartición de los mismos será obra de una prodigiosa y complicada ingeniería política.
Todos, eso sí, saldrán ganando, sobre todo el que sea convertido en coordinador estatal de los comités de defensa de la revolución, que es la 4T tropicalizada.
Todos ganan, pero uno ganará más que todos.
En los Juegos del Hambre se le conoce ya como el Cisne Negro.
El Cygnus Obscurus en clave en democracia.
Y ese cisne ya está mostrando el pico.