Morena y la ruta de la sucesión
Un día después de la jornada electoral en Coahuila y el Estado de México, el lunes 5 de junio, comienza la ruta de la sucesión presidencial, en sus detalles finos y formales, para el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Por supuesto que las estrategias tendrán especificaciones, de acuerdo con los resultados en las urnas.
Una victoria arrolladora, aunque a estas alturas poco probable con un margen amplio, de Delfina Gómez Álvarez en tierras mexiquenses, daría mucha tranquilidad a Palacio Nacional, casi como para suponer que con cualquier candidato o candidata se puede ganar en 2024.
Coahuila está perdido para el régimen, pero parece que, desde el principio, así estuvo calculado y hasta consentido.
Lo importante comienza el 5 de junio. No antes, en cuanto a la sucesión de Andrés Manuel López Obrador, que también se contempla con solamente la posibilidad de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, como abanderada presidencial del morenismo.
Con cierta discreción, más por la falta de interés de los medios de comunicación, que por el esfuerzo por mantener un bajo perfil, el Consejo Nacional de Morena, que preside el gobernador de Sonora, Francisco Alfonso Durazo Montaño, avanzó de manera importante en la ruta de la sucesión, hace apenas tres días, el 20 de mayo.
En su pasada sesión, aprobó el reglamento interno y se acordó convocar a una sesión extraordinaria, después del 4 de junio —día de la cita con las urnas en aquellos estados—, para integrar la Comisión que elaborará el Proyecto de Nación 2024-2030.
El tema pareciera, en su descripción, casi de mero trámite. Pero no.
El documento que contenga la esencia de la Cuarta Transformación, en su continuación sin Andrés Manuel López Obrador en la Presidencia de la República, puede delatar, por si faltara despejar dudas, quién se pretende que encabece la titularidad del Poder Ejecutivo de 2024 a 2030.
Deberá construirse un traje a la medida e, incluso, en algún momento de la ruta, consultarlo con quien encabezará la candidatura de Morena.
Eso no tendría nada de relevante. En algún momento quien vaya a ser el candidato, lo tendrá que avalar. Será casi su programa de gobierno, en sincronía con los principios de su partido.
Lo relevante será observar con detenimiento esa construcción, a lo largo del tiempo en que, en paralelo, se vendrá desahogando el proceso interno de elección de candidata (o improbable candidato).
El Consejo Nacional de Morena tendrá la tarea de armar un Proyecto de Nación 2024-2030 que sea acorde al estilo, a las formas y al fondo del pensamiento y las acciones de quien será la candidata.
Hay diferencias esenciales y profundas, entre los aspirantes, sobre la manera de ver al país, al mundo y al movimiento lopezobradoristas.
El traje debe ser a la medida, para que lo porte con comodidad y gallardía quien lo va a defender, como presidenta.
No puede ser de otro modo.