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jueves, noviembre 21, 2024

Vida y obra de los chilaquiles electorales (El Plan B en la camita)

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Si cae el Plan B en materia electoral —cuyo futuro incierto está en las perfumadas oficinas de la Suprema Corte—, varias cosas se moverán de lugar.

La más complicada abarca a muchos: la de los actos anticipados de campaña.

Un señor, por ejemplo, se sube a un atril y jura que ama por encima de todo su Patria Chica.

Y que también —aunque seguramente más— su Patria Grande.

Pero al decir de las circunstancias, la patria que le quita verdaderamente el sueño —aunque no sea tan específico— es su Patria Media.

O la de En medio.

Es decir: su estado natal.

Es claro, hasta para un lego, que este señor lo que quiere en el fondo —y también por arribita— es convertirse en candidato, primero, y luego —ya entrados en detalles— en gobernador del estado.

Es decir: Jefe Máximo de su Patria de En medio.

Los señores y señoras que lo acompañan en el presidium quieren otras cosas.

¿Qué quieren?

Quedarse con una rebanada de pastel.

(El tamaño sí importa).

Y más:

Buscan acompañar al prohombre en su gesta por conquistar el estado que tanto dicen amar.

(Sí lo aman, pero poquito).

Los que no alcanzaron templete y quedaron repartidos en las primeras filas son los clásicos chilaquiles.

Pican aquí, pican allá.

(Han picado en todos lados).

Pero hoy quieren jubilarse picando un poco más.

Por eso aplauden en cada discurso del prohombre y hasta gritan “¡gobernador, gobernador!” a la menor oportunidad.

Saben que si gana su candidato, matarán el hambre cuando menos los próximos seis años.

(Nada mal para ser chilaquil).

Todo esto podría complicarse, si en las perfumadas oficinas de la Corte un grupo de señores y señoras (con toga y sin birrete) determina que el Plan B en materia electoral es inconstitucional.

Y es que eso dejaría en la indefensión a esos señores y señoras que andan por todos lados realizando actos anticipados de campaña, cosa que está permitida en el Plan B y que dejaría de estarlo si así lo deciden los togados.

Y no es que el de la voz sea pesimista, pero la realidad jurídica del país es tan voluble que no sería nada extraño que lo que hoy es considerado legal, mañana no lo sea.

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