Los 54 años del gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina no pudieron tener mejor sede que la tierra que lo vio nacer y en la que hace más de quinientos años fundó Cortés el segundo ayuntamiento después de la Villa Rica de la Vera Cruz.
Don Justino Martínez me cuenta que doña Elia Peregrina, madre del gobernador, fue prácticamente adoptada cuando sus padres perdieron la vida.
“Era muy pequeña pero encontró un hogar”, me dice conmovido en esta hermosa plaza de Tepeaca.
Este lunes, hace apenas unas horas, el gobernador cruzó un río parecido al Rubicón —que es un río estrecho—, pero en sentido contrario.
No en la ruta de la guerra.
En la ruta permanente de la paz.
Las escenas de su visita a Palacio Nacional marcan un antes y un después.
Y todo empezó cierta madrugada del 15 de diciembre, cuando el diputado presidente del Congreso pasó a ser el gobernador del estado.
Imaginemos a Sergio Salomón en el despacho presidencial en espera del huésped que más ha disfrutado el Palacio desde Benito Juárez.
Imaginemos la Silla del Águila ante sus ojos: una silla que ha enloquecido a muchos.
Imaginemos las emociones provocadas por la sobriedad del escritorio y la bandera, y esa parafernalia que tiene que ver con el poder.
Imaginemos a un gobernador conmovido por la escena muda.
(Nada se escucha en los centros del poder, salvo las respiraciones y algunos susurros).
Imaginemos los pasos del presidente que tantos kilómetros recorrió en demanda de justicia e igualdad.
Pasos brutales en jornadas inacabables.
Esos mismos pasos —taciturnos— que ahora escucha en el despacho presidencial el gobernador de Puebla.
Pasos que avisan la llegada.
Y tras la charla —larga, emocionada—, la despedida en uno de los hermosos patios de Palacio: “Todos me han hablado muy bien de ti, gobernador”.
¿De qué hablaron?
Sólo ellos lo saben.
Pero podemos imaginar los temas: obra pública, proyectos para el campo, inversiones, y algo que no puede faltar: la política en tiempos de elecciones.
La larga marcha.
Por eso este martes el gobernador está feliz, pleno, en el pueblo que lo vio nacer.
Y ya que comida es cultura, de lengua y sesos son los tacos que engullimos el gobernador, Julio Huerta —secretario de Gobernación—, Javier Aquino —jefe de la oficina del gobernador—, el subsecretario Andrés Villegas y quien esto escribe.
La recepción es elocuente en este martes ciudadano.
Nada mal para quien cumple 54 años en pleno ascenso político y con una interlocución con el poder presidencial impensable la madrugada del 15 de diciembre.
Por cierto:
Durante la jornada es inevitable que el gobernador escuche a gente que lo conoció de niño o de adolescente.
El saludo lo dice todo.
La cercanía también es inevitable.
Un hombre invidente le cuenta sus problemas a Sergio Salomón en un momento.
Las emociones encontradas atrapan a éste.
Es un amigo de la infancia a quien la vida le quitó la vista.
La emoción es legítima, lejos de la simulación.
De todo pasa en el martes ciudadano.
Nota Bene: Manuel Bartlett y el gobernador Sergio Salomón comieron la tarde del lunes.
Fue una comida amena, cordial, comida de gobernadores.
Uno, ex.
Otro, vigente.
Puebla fue el tema.
Y lo que viene en la agenda de la Comisión Federal de Electricidad.
Luego de la comida, desde un balcón, ambos vieron llover sobre ese cruce brutal: el que hacen Paseo de la Reforma e Insurgentes.
Cuántas cosas por venir tocan la puerta poblana.