¿Qué año era aquél?
¿2003, 2004?
Rafael Moreno Valle Rosas buscaba denodadamente —con cierto delirio cruzado de una natural locura— la candidatura del PRI a Casa Puebla.
Del otro lado de la mesa —del otro lado de la carnicería— estaba Mario Marín Torres.
El primero era diputado federal.
El segundo, después de ser alcalde de Puebla, se había metido de lleno a buscar la gubernatura haciendo lo que se tiene que hacer: dejar colgado en el perchero el cargo —en su caso: una Notaría— y recorrer día y noche el estado.
Desde la comodidad de su fuero y de su curul, Moreno Valle encargó a otros que le hicieran el trabajo.
Marín no se fió de nadie, y con tres o cuatro compadres se metió en una cruzada singular.
El resultado ya lo sabemos.
Y no es es el tema de esta trama.
El tema es un punto que quedó pendiente en mi anterior columna: la cultura de la traición.
En sus tiempo neoyorquinos, Rafael Moreno Valle Rosas compartió departamento con su primo Rafael MorenoValle Buitrón.
Eran, juran, como hermanos.
A todos lados iban juntos.
El hijo del recordado contador Moreno Valle Sánchez —don Rafa— quería ser cantante de ópera, y en consecuencia estudiaba en el muy prestigiado conservatorio de artes Juilliard.
Rafa, en tanto, ya quería ser gobernador de Puebla.
(Siempre lo tuvo en su agenda).
Cuando éste y Marín empezaron la carrera por Casa Puebla, lo natural era que Rafa tenor se sumara al proyecto de su primo.
No fue el caso.
Un día, públicamente, advirtió que la jugaría con su amigo —hermano, brooo!— Mario Marín.
(Las profundidades de esa decisión sólo las podría traducir el doctor Freud, y ya está muerto).
Los años pasaron.
Rafa buscó una vez más la gubernatura en la siguiente elección.
Lo natural era que Rafa tenor ahora sí lo apoyara.
Tampoco lo hizo.
Sus violines y sus violas (piano incluido) los jugó en favor de su más reciente brooo!: Javier López Zavala.
(Otra vez las profundidades, otra vez el diván, otra vez Freud).
Hubo algo más:
Con algunas copas de más —lo cual no es nada malo—, Rafa tenor se le fue encima su primo en la campaña al Senado: 2006.
Estábamos Arturo Rueda y yo entrevistando a Moreno Valle Rosas y a Fernando Manzanilla cuando el operador de la radiodifusora nos dijo que estaba al teléfono Rafael Moreno Valle Buitrón, a la sazón titular del Fideicomiso San Francisco, dependiente del gobierno de Mario Marín.
Una vez que estuvo al aire, Rafa Tenor se le fue encima al primo.
Y lo ofendió de la forma más folclórica y variada.
El hoy difunto lo despachó en dos patadas.
Hoy la historia se ha vuelto a repetir.
Cuando lo natural era que Rafa tenor apoyara las aspiraciones de Olivia Salomón —que durante décadas estuvo casada con el contador Moreno Valle hasta la lamentable muerte de éste—, ocurrió el mismo fenómeno de 2004, 2006 y 2010:
Se acaba de echar a los brazos de su más reciente brooo!
¿Nombre?
El senador Alejandro Armenta Mier.
No vive el doctor Freud para analizar las profundidades de esa decisión.
No está tampoco su padre, quien hubiese reprobado brutalmente esa acción.
Sólo están Rafa, su voz de tenor, un violín, un piano, y algo llamado La Metáfora del Iceberg, cuyo autor, el doctor Freud, ya no está tampoco entre nosotros.