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sábado, noviembre 23, 2024

SNTE: Sorpresas te da la vida

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Los resultados de las elecciones de los dirigentes de las secciones 23 y 51 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) dejaron lecciones interesantes sobre las condiciones en que se encuentra el sentimiento sindicalista al interior de la organización gremial más importante de la entidad. Pese a los pronósticos, la realidad se impuso al salir triunfadores Alfredo Gómez Palacios y José Luis González Morales. Contrario a lo que se pudiera pensar, las derrotas de Felipe Neri Morán Álvarez y Víctor Ortiz Flores, de las secciones 23 y 51 respectivamente, no fueron producto de una mala campaña sino a situaciones multifactoriales. Por ejemplo, los trabajadores de la educación del interior del estado (conocidas como regiones) dejaron sentir su peso sobre los centros de trabajo urbanos y fueron, en gran medida, los artífices de los sorprendentes triunfos. Los resultados que se observaron ayer no fueron producto de unos meses de proselitismo, concebirlo de esa manera sería una torpeza. La elección se prorrogó casi indefinidamente a consecuencia de la pandemia y la reforma laboral federal, lo cual fue un tiempo de oro para todos los aspirantes para aprovechar sus estructuras para penetrar en la base. Tanto Morán Álvarez como Ortiz Flores no fueron malos candidatos y demostraron punch en sus trabajos, pero simplemente no les alcanzó para obtener el triunfo. En el caso de la sección 51, uno de los factores clave fue la espontaneidad y carisma de Alfredo Gómez, así como su capacidad para deslindarse, pero sin romper políticamente con el secretario general saliente Jaime García Roque que goza de una pésima popularidad y estaba afectando al docente. Felipe Morán pensó que el uso de los recursos, a través de la cartera de Vivienda y todos los apoyos que ofreció como secretario de Finanzas anteriormente, le alcanzarían. De lo que se olvidó es que el magisterio estatal es sumamente institucional -son los maestros encorsetados y fifís– que buscan una nueva figura, pero sin rupturas ni estridencias. Morán tuvo su oportunidad hace casi seis años cuando era secretario de Finanzas y se quedó a un paso de ser secretario general. Pensó que todavía contaba con la fuerza y empuje y se quedó a la deriva. El caso más bochornoso y patético fue el de Dinorah García Hernández, quien demostró la fuerza que tiene: nula. El peso de las denuncias por corrupción en su contra fue mayor que cualquier otra cosa. Ojalá y ahora sí se jubilé. Respecto a la Sección 23 se vive un caso interesante: la base puso fin a más de 16 años de una clase política magisterial que llegó a renovar al sindicato, se suponía que los liderazgos más fuertes estaban aglutinados para llevar Víctor Ortiz al triunfo. Ya se vio que el poderío no es tal. Otro factor que influyó de manera determinante fue la intromisión del exsecretario general y dirigente estatal del Partido Nueva Alianza, Emilio Salgado Néstor, quien se cobró cuentas pendientes con el dirigente saliente Alejandro Ariza Alonzo, a quien tacha de desleal. Salgado provocó una ruptura de la nomenclatura magisterial, pactó con los Cupertinos -quienes pese a que no tenerlo en su grupo, mantuvieron buena relación- y aprovechó para recomendar el correcto uso del dinero del Fondo de Ahorro y Crédito para apoyar masivamente a los agremiados, una táctica que él mismo utilizó para llegar a la dirigencia sindical. La clave, como le decíamos en entregas pasadas, era si quienes perderían estarían en condiciones de reconocer su derrota. Ya se vio que hay oficio y altura de miras. Ahora vendrá la necesaria operación cicatriz en ambas secciones, sobre todo en el SNTE 23, el gremio más complejo y agreste.

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