Sea la época que fuere, el ejercicio del poder nunca ha dejado de expresarse con simbolismos. Las señales o los mensajes son la carne suculenta sobre la que se arremolinan los políticos a fin de diseccionar la mente y el ánimo del poderoso. Las ceremonias oficiales para conmemorar alguna fecha histórica, natalicio o muerte de un personaje han sido un lugar por excelencia para esta práctica. Quien funge como orador oficial es un mensaje en sí mismo. Un acto oficial, a la par, cobra mayor relevancia cuando la circunstancia política, social o electoral lo define. No es lo mismo una ceremonia por el natalicio de Benito Juárez García –uno de los homenajes más importantes en el poder, gracias a la vieja tradición masónica que era una con la praxis política mexicana– en un año sin elecciones que con una sucesión en marcha. Por eso, no es menor la participación de Olivia Salomón como oradora en dicha conmemoración. La secretaria de Economía estatal es una, entre los cuatro aspirantes a la gubernatura, y la única carta competitiva en caso de que se privilegie el género femenino en Morena para 2024. Su participación tampoco es circunstancial. Hace unas semanas fue la única secretaria que no pertenece al gabinete de seguridad que fue invitada al encuentro que sostuvieron gobernadores de nueve estados en Puebla, para la firma de un convenio de seguridad y transferencia de recursos en la materia. Allí, acudió por invitación del gobernador Sergio Salomón Cépedes Peregrina, quien sabe de su amplia cercanía con la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, una de las mandatarias convocadas. Olivia, contrario a lo que muchos han dado por hecho, está en el ánimo de los factores reales de poder y la ven como una mujer que puede aportar a Morena una competitividad adicional por su perfil ciudadano y sin vinculaciones a partidos políticos. Es, por decirlo de alguna forma, el prototipo de los perfiles que le encanta al voto switcher. Al acto del natalicio del benemérito, la funcionaria arribó tras un encuentro con mujeres de todo el estado, al que asistieron unas 3 mil personas; un hitazo para alguien a quien no le dan crédito para la movilización o convocatoria. Todo esto no significa que tenga amarrada la candidatura. Aún faltan muchas cosas por transcurrir y enfrentar. Pero como dijera el dicho: Todo aquel que respira, aspira.
LA ESPERANZA PERDIDA
Claudia Rivera Vivanco sigue creyendo que podrá ser candidata a algún cargo de elección popular en 2024. Su ruta jurídica ha sido trazada en ese sentido, ya que pretende impedir una sola cosa de la sentencia del Tribunal Electoral del Estado de Puebla: ser inscrita en Registro Nacional de Personas Sancionadas en Materia de Violencia Política contra las Mujeres en Razón de Género. Pero solo es uno de los obstáculos que tiene que litigar. En la Auditoría Superior del Estado y la Fiscalía General del Estado también tiene abiertos sendos expedientes por presuntas anomalías en el manejo de multimillonarios recursos públicos, es decir, por que existen sospechas de corrupción, malversación y daño patrimonial. En el caso del Ministerio Público, la exalcaldesa enfrenta una denuncia por violencia de género por la misma causa que fue sentenciada por los magistrados electorales: violentar los derechos de su excoordinadora Ejecutiva en el Ayuntamiento de Puebla, Yasmín Flores Hernández. El caso es que, pese a los procesos abiertos, Rivera Vivanco se placea como si no tuviera cuentas con las instancias públicas. Lo único que falta es que alguien le diga que ni en la Ciudad de México le ven futuro ante su estrepitosa derrota electoral en 2021 y el cúmulo de inconsistencias que le han documentado en diferentes órdenes de gobierno. ¿Hasta que la dignidad se haga costumbre?