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viernes, noviembre 22, 2024

El grito de lucha de las universitarias contra la violencia y sus rostros

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Un grito de hartazgo, lleno de juventud y vida emergió desde las entrañas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Un grito de miles de jóvenes universitarias, que como ha sido costumbre en los últimos años, salió a tomar las calles de la capital del estado para exigir un alto a la violencia feminicida, pero también a las microviolencias en su día a día. 

Sin embargo, como hace tiempo no pasaba, el grito eufórico de las feministas fue acuerpado por la sociedad, un grito que como en muchos años no había pasado, fue acogido por locatarios, conductores, peatones y demás personas que de la forma en la que podían les expresaban su apoyo a las mujeres que, desde años, decidieron no volver a quedarse calladas. 

Con el tiempo, las universitarias aprendieron a no solo optar por salir a las vialidades y gritar ante todas lo que se han tenido que callar, ahora buscan reunirse, platicar, intercambiar historias y exponer de forma visual a quienes las han agredido a lo largo de su vida. 

La explanada de la facultad de Arquitectura fue el punto de reunión para las jóvenes de las distintas facultades de Ciudad Universitaria y de las sedes externas en la ciudad de Puebla, que no se quedarían calladas más tiempo y se unirían en un mismo grito. 

Desde las 11 horas, las jóvenes ingresaron poco a poco por los accesos de la universidad, colmando las entradas de corrientes moradas, verdes, rosas y negras. 

En la explanada de la facultad, un tendedero se extendió con los nombres de diversos hombres, todos acompañados de una denuncia por alguna agresión cometida contra alguna estudiante. 

Las universitarias, pensando en las víctimas, decidieron crear dos dinámicas para exhibir a quienes las han agredido o acosado en su estancia en la casa de estudios: denuncias anónimas, con la intención de alertar a otras estudiantes para que no sufran de algo similar durante su carrera, y denuncias formales, las cuales serían asesoradas para que sean presentadas en la oficina de la abogada general y la Fiscalía General del Estado. 

Alejandra, estudiante de la licenciatura de administración de empresas, fue una de las alumnas que se animó a denunciar a su agresor, Alberto, un compañero de su carrera quien desde que ingresaron a la universidad la comenzó a acosar durante las clases y en los horarios de descanso. Ella no se había decidido a denunciar a su compañero porque simplemente no se sentía preparada hacerlo, pero ahora, con el respaldo de grupos, colectivas y compañeras que conoció ese mismo día, pudo decidir después de mucho tiempo exponerlo. 

Así como lo hizo Alejandra, decenas de alumnas de distintas carreras decidieron alzar la voz, exponer su situación y en el camino encontraron más similitudes entre ellas, las historias de acoso y de agresión dentro de una relación. Pero también encontraron una coincidencia inequívoca: que no volverían a aceptar una agresión así en su vida. 

Con esa certeza, las jóvenes universitarias partieron del campus central de la BUAP con rumbo a la zona del Paseo Bravo, en el centro de la ciudad de Puebla. 

Con sus cánticos de “ni una más, ni una más, ni una asesinada más” y “tiembla, y tiembla, y tiembla que camina, la lucha feminista por América Latina”, comenzaron a desbordar las calles de distintos puntos de la capital. 

Desde sus autos, hombres y mujeres tocaban el claxon al ritmo de los cánticos de las feministas, bajaban las ventanillas y alzaban sus manos en señal de respaldo. 

La ola de calor no impedía que las jóvenes siguieran su paso, pero no tuvieron que soportarlo por mucho tiempo, pues locatarios de negocios cercanos salían a las banquetas a ofrecer vasos de agua para que siguieran con fuerza sus protestas. 

Las consignas siguieron, retumbaron las paredes de la ciudad y estremecieron a los poblanos que, como no lo hacían desde hace mucho tiempo, arroparon el grito de hartazgo de las universitarias. 

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