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viernes, noviembre 22, 2024

Las mentiras de Augusta

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Al escuchar a Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández en una entrevista que concedió al reportero consentido de la ultraderecha poblana solo queda confirmada una cosa: El PAN en Puebla carece de un liderazgo efectivo que le permita transitar como una oposición seria y confiable. En esa charla muy a modo, la panista incurrió en flagrantes mentiras sobre su nulo papel en los días aciagos que vivió la entidad tras el fallecimiento del gobernador Miguel Barbosa Huerta. En particular destacan dos temas: su papel en la elección del gobernador sustituto y la unción de Rafael Micalco Méndez como coordinador de la bancada panista en la LXI Legislatura local. En el primer caso, si bien es cierto que se reunió con los diputados locales panistas a pocas horas del deceso del mandatario tampoco hubo un acuerdo ni pacto. Es más, la dirigente estaba muy lejos de entender que era lo que la entidad necesitaba. Fue Eduardo Alcántara Montiel el encargado de realizar todo el proceso de cabildeo y operación por la fracción azul y, obviamente, su apuesta era porque Sergio Salomón Céspedes Peregrina fuera ungido. Cuando Augusta Valentina fue informada sobre la decisión consensada con todos los legisladores de la bancada, entonces, intentó frenar todo. ¿La razón? Desde la Ciudad de México comenzaba la presión para permitieran la imposición desde el gobierno federal y uno de los principales interesados era Marko Cortés Mendoza, líder nacional del PAN, quien vio la oportunidad de que su equipo político de la capital de país, sobre todo el diputado federal Jorge Romero Herrera, pudiera escapar de la investigación que se sigue en la Comisión Instructora de la Cámara de Diputados por la operación del Cártel Inmobiliario. Así pues, el papel de Augusta pasó de analizar las opciones a operar en contra de Sergio Salomón. Tras negarse a apoyar el acuerdo de todas las bancadas del Congreso local, la dirigente estatal fue marginada de las negociaciones y la pelota pasó a la cancha del alcalde Eduardo Rivera Pérez −quien se ufana de ser el dueño del PAN en Puebla−, quien primero apoyó la unción del tepeaquense y luego se echó atrás al recibir la llamada amenazante de Marko Cortés. Ante el líder nacional, el munícipe negó tres veces −como Pedro a Jesús− que respaldara el acuerdo de los legisladores locales. Fue, entonces, cuando comenzó la Operación Celulares Apagados −muy bien documentada por el periodista Mario Alberto Mejía− que llevó a Cortés Mendoza a despotricar al día siguiente en sus redes sociales. Y, respecto a la llegada de Rafael Micalco a la coordinación panista, la historia se la dimos a conocer en Hipócrita Lector: Mientras la lideresa estatal estaba fuera del país, Eduardo Alcántara logró que la mayoría de los diputados panista cerraran filas y que la decisión fuera exclusivamente una decisión de ellos y de nadie más. El propio Micalco también desmintió la versión de que el PAN estatal haya intervenido en su designación. Es más, su arribo representa un golpe directo a Eduardo Rivera, quien se quedará sin ningún tipo de interlocución con la LXI legislatura, ya que el nuevo coordinador es su acérrimo enemigo y tiene su propio juego rumbo a 2024. Por cierto, si bien la dirigencia estatal participa en la designación del coordinador, el peso específico se encuentra en la Junta de Gobierno y Coordinación Política, quien esté registrado y avalado será el coordinador oficial, mientras Augusta puede seguir amenazando con el petate del muerto.

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