Hace unos días, la senadora Nadia Navarro Acevedo hizo público su interés por buscar la candidatura del PAN a la gubernatura de Puebla, un hecho que puede traducirse como un engañabobos. Veamos: La legisladora llegó a ese cargo por una negociación que su padre Carlos Navarro Corro, dirigente estatal de Pacto Social de Integración (PSI), realizó con el morenovallismo a fin de que tuvieran a un elemento fácilmente manipulable de acuerdo con sus intereses y, además, porque se atravesó un asunto eminentemente de cuota de género. Nadia no tiene ninguna ascendencia al interior del panismo local ni nacional y mucho menos puede influir en las decisiones internas. Es, digámoslo de otra forma, una convidada de piedra en el PAN, que tampoco tiene ninguna presencia en el PRI y en el PRD ni siquiera la conocen. Si es que tuviera algún respaldo, la senadora contaría únicamente con el partido de su papá. Pero es ahí donde las cosas se complican: La reciente detención de su excandidato a la alcaldía de Tecamachalco, Inés Saturnino López Ponce, por su presunta intervención para impedir la detención del capo huachicolero Antonio Martínez Fuentes, El Toñín, provocó que la marca se fuera en caída libre, de la cual muy difícilmente se repondrá. Como es entendible, ese partido satélite no le alcanza ni para ganar la mesa directiva de su fraccionamiento. Un dato adicional: Morena y sus demás aliados no están interesados en respaldar Nadia Navarro y -como dijeran los abogados- suponiendo sin conceder que eso ocurriera sería solo para una diputación local o, a lo mucho, una federal. El análisis en el epicentro del poder de la 4T en Puebla es que la legisladora no ofrece ningún capital político y, por el contrario, el partido de su papá es un auténtico dolor de cabeza por sus sospechas de alentar políticamente a sujetos que tendrían vinculaciones con el criminal huachicolero. Así pues, el hecho de que Nadia Navarro haya manifestado sus aspiraciones a la gubernatura no tiene mayor trascendencia. A estas alturas de la vida, la senadora sabe muy bien que una cosa es querer y otra muy diferente poder.
SI DE MOVILIZACIÓN SE TRATA
Nuestros muertos vivientes que salieron a marchar el domingo pasado con el pretexto de la defensa del INE, aunque en realidad fue para exigir el regreso de sus privilegios perdidos, andaban muy ufanos porque miles se sumaron a su causa. Lo peor es que dicha movilización no generó ni un comentario de tipo nacional. ¿Será porque Moroni Pineda y Paola Migoya hicieron que lo más rescatable de la marcha fuera su papelón justo cuando peleaban por el control del micrófono? La política es para profesionales y este próximo 27 de noviembre se llevará a cabo la movilización en defensa de la 4T. ¿Por qué de la 4T? Porque como decíamos líneas arriba, la marcha de los señoritos homófobos y conservadores de Sí por México en Puebla esconde las perversas intenciones del Yunque, el morenovallismo y de sectores corruptos como el de las cámaras empresariales por regresar al pasado, un tiempo en que eran uno con el PRI y se repartían el dinero público sin rubor ni saciedad. A nosotros, por ejemplo, no se nos olvida que en plena crisis por la detención de la periodista Lydia Cacho, Mario Marín puso en manos del Consejo Coordinador Empresarial y la ultraderecha poblana más de mil millones de pesos del Impuesto sobre Nómina para que lo usaran como quisieran solo a cambio de que le limpiaran la cara al mandatario estatal. El antecedente anterior a eso fue el Junta de Mejoramientos Cívico, Moral y Material que los jefazos del Yunque controlaban y era alimentado con una partida presupuestal. Esa es la democracia que el Yunque y los conservadores ansían que regrese. Por eso es la marcha en defensa de la 4T. Es para decirles que, si de movilización se trata, hay una estructura social volcada a favor de la transformación. Los tiempos ya cambiaron y la ultraderecha oportunista se niega a aceptarlo. Habrá que champárselos en la cara.
