Viene el patrón de varios aquí en Puebla: Claudio X. González.
¿Dónde será el ágape?
En la casa de uno de los vaqueros:
La exlibrería Profética.
Ahí daba sus ruedas de prensa, en la campaña de 2019, el patético Enrique Cárdenas, a la sazón candidato del PAN a la gubernatura.
Y con él estaban sus asesores.
Uno de ellos: Sergio Mastretta, esposo de quien encabeza FONART a nivel nacional: Emma Yanes Rizo.
De día, Mastretta, es 4T.
De noche, faltaba más, es adicto a X. González.
Este personaje, hijo de un empresario del mismo nombre, ha encabezado la mayor oposición al presidente López Obrador.
Y en su cruzada ha patrocinado a Mexicanos Contra la Corrupción —en Puebla tiene una filial encabezada por Cárdenas, Mastretta y José Luis Escalera—, y a diversos medios de comunicación que reproducen sus investigaciones periodísticas.
Toda historia tiene su Lado B.
La mañana del martes en Profética veremos la fundación del capítulo Puebla de la nueva aventura anti-AMLO de Claudio X. González.
Imagínese el hipócrita lector a quiénes veremos abierta y soterradamente.
Diría la senadora Trasviña:
¡Cínicos, baquetones!
Nosotros los de entonces (ya no somos los mismos). Llevo años siendo testigo y relator de carreras políticas fulgurantes que terminan, algunas, en estrepitosas caídas.
Roger Bartra las llamaría “fragmentos de deseos que se estrellan contra la realidad”, cuyo ominoso destino es el “cementerio de los proyectos fallidos”.
Son hombres y mujeres que despuntan de entre los demás, tocan el cielo, lo habitan una temporada, y terminan por precipitarse al vacío como lo hizo el 24 de diciembre de 2018 un helicóptero Agusta blanco.
¿Por qué ocurre ese fenómeno?
Una primera respuesta sería: porque todo lo que sube, termina por caer.
En realidad, es algo más que eso.
He visto trayectorias que se sostienen al paso del tiempo y que nunca entran en decadencia.
Ahí los ves: sosteniéndose pese a los vaivenes más agresivos.
Siguen vigentes pese a las guerras sucias y toda clase de embestidas.
Su piel curtida es una biografía delirante.
Hay otros que ante el primer golpe se doblan.
No están hechos para un oficio como la política.
Más allá de romanticismos, ésta es una actividad que requiere talento, inteligencia y carácter.
Si una de las tres características no está presente, no hay futuro.
Los he visto caer uno a uno durante casi tres décadas.
Algunos, oh sí, se han levantado.
(La caída es la subida más fuerte).
Otros, faltaba menos, hasta ahí llegaron.
¿Qué puedo decir de mi experiencia personal?
Cuando todo se veía brumoso fue cuando mejor miré la noche y sus estrellas: el mar y sus pescaditos.