El general Luis Crescencio Sandoval, titular de la SEDENA, no vendrá a Puebla este viernes.
(Tampoco acudió a Tlaxcala en las horas recientes).
La razón de su ausencia tiene que ver con el enojo que provocó en el presidente López Obrador el trato que le dieron algunos senadores —en particular la inefable Lily Téllez— el miércoles pasado.
Exponerlo a tanta basura fascista es peligroso.
Es una buena decisión cuidarlo de los exabruptos.
Un jitomatazo verbal es un riesgo a estas alturas.
Tampoco estarán los panistas en la reunión que encabezarán Adán Augusto López, secretario de Gobernación, y el gobernador Miguel Barbosa Huerta la mañana de este viernes.
La aldeana línea del CEN del PAN va en ese sentido.
Sí estarán, en cambio, en la sesión en la que será avalada la minuta de la Guardia Nacional, misma que se realizará a las 4 y media de la tarde.
Mussolini en el Senado. ¿Qué fue primero: Lily Téllez o el PAN?
La insolencia de la senadora que llegó a su escaño gracias al fenómeno López Obrador —por sí sola jamás lo habría logrado— ha estigmatizado a Acción Nacional como un partido mediocre y profundamente hipócrita.
Qué duro debe ser para los verdaderos panistas que una voz tan estruendosa sea su bocina —por encima de Julen Rementería— en el Senado de la República.
Si el PAN ya era de por sí un partido débil y mediano gracias a Marko Cortés, con Lily Téllez ha terminado por achaparrarse.
La comparecencia de los secretarios de la SEDENA y Seguridad Pública en el Senado fue manchada por las expresiones de la ex locutora de Televisión Azteca.
A falta de una crítica inteligente, Lily Téllez esgrimió los recursos de la cachetada y el insulto.
Sin ningún rubor, escupió en la sopa de los invitados.
Y su puesta en escena fue celebrada por algunos de sus compañeros con aplausos y grititos histéricos.
¿Dónde quedó el PAN reinventado por Carlos Castillo Peraza?
Me refiero al PAN lleno de inteligencia, mesura y gran capacidad y talento para debatir.
Con el arribo del calderonismo, ese PAN empezó a extinguirse.
Felipe Calderón cometió parricidio al matar a su maestro.
¿De dónde le salió tanto odio guardado?
Es público que el mediocre alumno mató al maestro brillante incluso ya muerto.
(A eso se le llama —en el diván del doctor Freud— doble parricidio).
¿Qué le envidiaba?
Todo lo que un mediocre le envidia a un personaje luminoso.
El PAN entró en una decadencia brutal hasta topar con pared.
Es decir: hasta topar con las Lily Téllez que empiezan a abundar en su seno.
Puebla ya había tenido las suyas desde hace tiempo.
Ana Teresa Aranda es la más conspicua.
Confundir el grito y la grosería con la crítica al poder es peligroso.
Y remite al fascismo.
Mussolini parece ser el álter ego de todos estos cacerolistas del PAN.
Qué alto riesgo.
