El alcalde Eduardo Rivera Pérez aseguró, en el marco de su tercer informe en un año, que está listo para los retos futuros que haya, sobre todo la elección de 2024, pero aclaró “que Dios y el tiempo abrirán los caminos y los ciudadanos decidirán”.
Bueno, si fuera por los ciudadanos el empleado de los jefazos del Yunque −los que realmente mandan en el Ayuntamiento de Puebla− debería irse despidiendo de sus aspiraciones.
La más reciente encuesta del Buró de Estrategias y Análisis del Poder (BEAP) reveló que la calificación del munícipe es de 38.6 por ciento. En otras palabras: Seis de cada 10 poblanos rechazan su gobierno, consideran que es timorato (“más o menos”) o simplemente no tiene opinión.
Ese sondeo, además, confirma que Eduardo Rivera se encuentra en caída sostenida y que su aparato propagandista es un fracaso rotundo. Esto es consecuencia, entre otras cosas, de la ausencia de una política de comunicación social, la cual fue sustituida por un mamotreto de ocurrencias e ingenuidad que llevó al alcalde a rebajar su investidura para convertirse en la primera botarga humana (Lalo Bachero, Lalo Naranjita, Lalo Bodeguero, Lalo Empleado de Mostrador).
¿Qué pretende comunicar el munícipe con imágenes donde aparece disfrazado simulando trabajar en acciones del gobierno municipal? ¿Que trabaja mucho? ¿Que tiene alma de bachero?
Si a esa nula estrategia le sumamos la ausencia de obra pública, la mezcla resulta mortal.
El BEAP, por ejemplo, revela que las tres principales causas de reprobación de Eduardo Rivera son: “No se notan cambios” (22.4 por ciento), “No ha hecho un buen trabajo” (21.8 por ciento) y “Es corrupto” (9.7 por ciento).
No es circunstancial que los puntos positivos de la administración municipal vayan en el mismo sentido: “Ha hecho un buen trabajo” (28.2 por ciento), “Ya se notan cambios” (18.1 por ciento), “Ayuda a la gente” (10.6 por ciento).
Hagamos una pausa en este punto. Son más los ciudadanos que saben que “no ha hecho un buen trabajo”, es decir, que están claro que al frente de la Comuna hay un político ineficaz e ineficiente.
En tanto, la diferencia entre los que están a favor y en contra sobre si “se notan los cambios” en la ciudad es de sólo 4.2 por ciento, un margen pírrico para quien se ufana en sus fotos de trabajar mucho.
Este año, Lalo Rivera realizó tres informes de gobierno que no sirvieron para nada más que para despilfarrar dinero que no tiene y que ha sido la base para lanzar una feroz política recaudatoria a expensas de los poblanos.
Pero, el punto medular de la encuesta −a parte de comprobar que el edil va en caída permanente en su aprobación ciudadana− se encuentra en la mínima diferencia entre quienes creen que Eduardo Rivera “ayuda a la gente” y que “es corrupto”. Estos indicadores no aparecen por sugerencia del encuestador sino ante la respuesta natural de los ciudadanos.
La corrupción como tercer problema de un gobierno en su primer año de actividades es la muestra inequívoca que los poblanos identifican la rapacidad de la actuación del panismo.
El origen de esa percepción podría encontrarse en la avalancha de multas que Eduardo Rivera impuso a los ciudadanos, traducida en un incremento de 300 por ciento en comparación con los últimos tres años.
Otro factor es el negociazo de los parquímetros, cuyos recursos van a parar a los bolsillos del yunquista Herberto Rodríguez Regordosa y los familiares de Carlos Montiel Solana, coordinador de regidores del PAN en el Cabildo.
Esa cascada de problemas da como resultado el fracaso de la administración municipal. Eso lo ve el ciudadano y lo califica.
Hay otros datos que no son tan perceptibles, pero que reflejan la esencia de este gobierno municipal. El ejemplo mayúsculo fueron las concesiones de la Recolección, Traslado y Confinamiento de Residuos Sólidos, así como de la publicidad en paraderos públicos.
Cito a mi compañero Cirilo Calderón respecto a lo que el propio gobernador Miguel Barbosa Huerta reveló en su momento:
“Tras un análisis administrativo y financiero que realizaron diferentes áreas del gobierno estatal, como la Consejería Jurídica, la Secretaría de Planeación y Finanzas y la Secretaría de Administración, se detectó que la propuesta del ayuntamiento carecía de fundamento y de información técnica que la respaldara.
“‘Aquí fue donde se estableció el mecanismo porque la petición venía sin fundamento originalmente; pensaban en el ayuntamiento que solamente era la autorización para que el ayuntamiento desahogara una licitación y ellos hacían la licitación como querían y no querían dar ni información’, recriminó Miguel Barbosa.
“Explicó que desde que se dio a conocer que el municipio pretendía otorgar dichas concesiones y ante el rechazo del Congreso del Estado, el gobierno estatal se metió a realizar un análisis, ya que no existía información técnica para respaldar las propuestas.
“‘Se la tuvo que construir el gobierno del estado para que se pudiera armar todo el expediente, entonces las corridas financieras, arrojaron que esta concesión podría ser de siete para un área y de cinco para otra, pero no de quince, eso simplemente no tenía fundamento’, apuntó.
“Incluso el mandatario reveló que existían intereses en el área gubernamental que propuso de origen la concesión, para que esta fuera otorgada a una empresa por 15 años, cuando la ley establece que su autorización debe pasar por el Congreso del Estado cuando sobre pasa el periodo de gobierno municipal.
“‘Era un asunto que quien lo pedía así era porque tenía aspiraciones muy cuestionables, así fue’, acotó.
“Respecto a la concesión para el uso, aprovechamiento y explotación de zonas de espera peatonal, pendones y espacios en puentes para utilización publicitaria que originalmente estaba planteada por un periodo de 10 años, el mandatario dijo que se hizo el mismo análisis por parte de las áreas de gobierno estatales.
“‘Acuérdense que todo quería ser de quince años, no, no, la ley dice que los ayuntamientos para otorgar concesiones que van más allá del plazo de su gobierno, tienen que pedir autorización al Congreso’, puntualizó Barbosa Huerta”.
Hasta la aquí la cita.
Si después de este demoledor análisis del inquilino de Casa Aguayo más los resultados de la opinión ciudadana no se entiende la gravedad del gobierno de Eduardo Rivera, entonces, sí se merece un Ayuntamiento panista de ese tipo.