Adán Augusto López sabe que no es el candidato del diputado Ignacio Mier.
Lo tiene claro.
Tan claro como un día de verano.
Sabe, y de buena fuente, que el diputado está coqueteando con otros.
Por esa razón no vino al informe convertido en destape cuajado de acarreados.
Por eso vino en su lugar —trayendo su representación— el subsecretario César Yáñez, quien no le tiene la menor simpatía al diputado Mier.
Por eso no se topó con éste el jueves pasado, cuando acudió a San Lázaro a entregar el Cuarto Informe del presidente López Obrador.
Adán Augusto, ufff, ya se creyó que puede ser el candidato de Morena a la Presidencia de la República.
Por eso anda tan hipersensible.
Y va de aquí para allá haciendo amarres.
A otro Mier que no perdona es a Alejandro Armenta.
Y es que los primeros acuerdos que hizo con éste para que se bajara ocurrieron en la Secretaría de Gobernación.
Se trataba —como lo escribí en una columna anterior— que Higinio Martínez fuese el presidente de la Mesa Directiva del Senado.
(Todo en aras de que Delfina Gómez tuviese todos los apoyos posibles en la elección del Estado de México).
Al incumplir los acuerdos, Alejandro Armenta entró a una espiral llena de riesgos.
Y eso se notó en el helado saludo que le brindó en San Lázaro el multicitado Adán Augusto, cuando éste fue a entregar el Cuarto Informe de López Obrador.
La despedida fue peor:
Armenta le pidió una cita y el secretario sólo le devolvió una mirada fría.
Mal empieza la semana quien se corta los testículos en lunes.
Fábula del inútil y el fracasado. Rodrigo Abdala regresó a la covacha que dejó para irse a la alta burocracia federal hace algún tiempo.
Tras un primer fracaso, vino otro.
Luego llegó el destierro.
En la Ciudad de México repitió su historia de medianía.
Ahora, por así convenir a los intereses del diputado Mier, regresa a una Delegación de bajo nivel con el único fin de lucrar electoralmente con el hambre y las necesidades de los que menos tienen.
Cómo olvidar las altas credenciales que tenía al principio, cuando las mejores expectativas estaban depositadas en él.
Poco a poco fue destruyendo su capital.
Y cuando ya poco se esperaba de él, le dieron una oportunidad de oro para volver a las grandes ligas: le encargaron la coordinación de las vacunas antiCovid en el estado.
La desorganización fue tan brutal, que las largas filas de los ciudadanos trazaron una metáfora hiriente del fracaso.
Muchas horas tenían que esperar quienes aspiraban a una dosis.
El colmo se dio cuando en terrenos de la BUAP murió una persona que hacía cola desde temprano.
La Federación tomó cartas en el asunto y le quitó la organización al inútil de Abdala.
El gobierno del estado pasó a manejar las dosis.
Y si bien las largas filas continuaron, el tránsito de personas se volvió fluido.
El resultado fue inmejorable.
Abdala regresó a su madriguera.
Esa misma a la que hoy regresa tras un vigésimo fracaso.
Lo peor es que ahora viene como parte de la servidumbre de su nuevo dueño: el diputado Mier.
Su obligación es violentar la nobleza de los programas sociales para ponerlos al servicio de quien busca desesperadamente ser el candidato de Morena a la gubernatura.
Mal empieza la semana quien se suicida en lunes.
Ponga el hipócrita lector en esta línea los nombres de los citados suicidas: ________________.