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viernes, noviembre 22, 2024

Barbosa y el ya basta al Poder Judicial

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Pese al gran privilegio que los periodistas tenemos de escribir día a día la historia, muy pocas veces se tiene la fortuna de toparse con hechos que representan un parteaguas, un ejercicio inédito del poder y la política.

Eso ocurrió este lunes en la habitual conferencia matutina del gobernador Miguel Barbosa Huerta en la Sala Juárez de Casa Aguayo.

Un hombre forjado en la panza de la ballena de la clase política nacional llevó al epicentro del poder a una mujer para que todos conociéramos su historia.

Una terrible historia plagada de las más repugnantes acciones de hombres que trabajan en instituciones encargadas de llevar la protección y justicia a las víctimas.

El cruce de preguntas y respuestas entre Miguel Barbosa y Miriam Vázquez destapó la cloaca que existe en ese mundo.

Un sujeto viola a la hija menor de edad (14 años) de su pareja.

Conciben a un niño.

El matrimonio se rompe.

El victimario está dispuesto a pisotear todavía más a su pareja.

La niña violada, el recién nacido y una chiquilla más, hermana de la primera, son de su propiedad. Por eso las priva de su libertad y las sustrae.

Se las lleva a Tijuana.

En su peregrinar, la mujer que ha perdido a sus hijas y a su nieta comienza a tocar puertas en busca de justicia.

Y lo que encuentra es lo que miles de ciudadanos encuentran todos los días en México: revictimización, maltratos, ineficiencia y, lo que es peor, nuevos delitos cometidos en su contra.

El caso de Miriam Vázquez es trágico y repugnante. La madre acudió a buscar apoyo porque su hija fue violada y luego secuestrada por su pareja. ¿Qué recibió a cambio? Que un funcionario menor la lleve a su casa, a la que denomina “oficina”, y la viole.

El que fue su marido sigue por la vida sin inmutarse. Su pariente es el juez de Zacatlán y ya intervino para que no le pase nada.

En el Tribunal Superior de Justicia nadie escucha y otras instituciones como el Ministerio Público simplemente actúan como saben: minimizando todo.

¿Qué lleva a un gobernador a sentar en la mesa principal a una mujer sencilla, humilde, para que denuncie su injusticia?

La necesidad de lanzar un “Ya Basta” al Poder Judicial de Puebla y la maraña de intereses, impunidad, corrupción, negligencia y hasta criminalización que allí coexiste.

No fue un golpe político, es decir, un embate que tiene como fondo una lucha de poder.

Fue algo más.

Una lección de moral, ética, cansancio, exhibir de viva voz el agravio de una institución que camina con la velocidad de un mamut cansado, plagado de sarna y achaques.

El propio Miguel Barbosa se encargó de aclararlo: “No, no me corresponde a mí hablar de cambios en el Poder Judicial, de ninguna manera, es un asunto que se rige por las normas del mismo Poder Judicial, al que por cierto tendremos que proponer ya la reforma al sistema de justicia, eso sí lo digo, porque ya la tenemos preparada desde hace tiempo”.

El gobernador no lo dice, pero de sus palabras se puede inferir que necesitaba a un aliado en el Poder Judicial que fuera lo suficientemente capaz para tomar el mando de la institución y lo ayudara a concretar la transformación, sin filias ni fobias; sin exigencia de un pedigrí impoluto.

“Cada quien tiene sus orígenes políticos y eso es perfectamente legal. Al presidente del Tribunal (Héctor Sánchez Sánchez) le tengo reconocimiento, le tengo respeto y respeto sus amistades y sus filias y sus pertenencias y, a ver, todos sabemos las relaciones públicas que sostiene, los periodistas que son utilizados para maniobrar, sabemos quiénes son, grandes amigos de Tony Gali, pero no pasa nada. ¿Eso creen que lo sé de ahorita? No, lo sé desde el principio, pero yo le tengo al presidente aprecio y reconocimiento”.

No es una lucha política. No es una lucha de poder. No es un quítate para que ponga a mis amigos.

Barbosa es la voz que clama en el desierto árido del Poder Judicial, a quien le aclara que el caso de Miriam Vázquez o la liberación de Alfonso Siriako Guillén Almaguer, detenido por actos de corrupción en su paso por la Secretaría de Infraestructura en tiempos de José Antonio Gali Fayad, no son los únicos, pero sí lo que han obligado a lanzar un “Ya Basta”.

En el Poder Judicial es muy probable que olviden que el gobernador fue un gran legislador y es un extraordinario jurista e intentar verle la cara es el peor agravio que pudieran hacerle.

Y eso fue lo que hicieron con el caso de Siriako. Públicamente, Barbosa tuvo que corregirles la plana. No hubo amparo ganado por el exfuncionario, lo que sí hubo fue la capitulación de un juez que decidió no ejercer una acción penal en su contra. (Por suerte está acusado de otros delitos y sigue preso).

“Tal parece que no se han leído los expedientes correspondientes. El juez de amparo, un tribunal colegiado -porque en primera instancia federal no tuvo resultados favorables la parte procesada- se van a revisión y ahí es donde tienen esta sentencia. Lo mandan a que se puedan considerar cosas, elementos, indicios, lo que hay ahí en el expediente y a que, con libertad de jurisdicción, puedan resolver si vinculan o no vinculan, es decir, les dicen: ‘Resuelve, vincula otra vez o no vincules’. ¿Qué hizo la juez de control? No vinculó, ¿de acuerdo? Para que quede claritito”.

En otras palabras: A Siriako lo dejaron libre de cargos.

Es por eso que Miguel Barbosa exhibe, a través de la voz de una víctima, la podredumbre del Poder Judicial y aprovecha para enviar el mejor mensaje republicano que pueda haber: el equilibrio de poderes, el Ejecutivo cuida y señala al Judicial.

La 4T poblana a tres años de ser ungida ya concretó el cambio de régimen político, electoral, social. El establishment tiene un nuevo ADN, ¿por qué el Poder Judicial tendría que seguir con los vicios del pasado?

De ahí que no son menores las afirmaciones del mandatario.

“Este es un asunto que preocupa, sin duda preocupa, sí, y ese no es el único ni estos dos únicos asuntos, el de huauchinango y el del señor este magistrado administrativo, no, hay muchísimos casos, por eso dije ya no podemos seguir más, ¿de acuerdo?”.

¿Eso qué significa?

“Ya no podemos seguir sin quedarnos callados, por bien de la sociedad, del Poder Judicial. Al Poder Judicial se le defiende aplicando la ley, no se defiende preservando los privilegios que hay adentro, se le defiende así. Por eso llamé a los poderes a ser cabezas de la transformación”.

Y a eso le sobrevendrá una reforma, la necesaria reforma que posibilite el cambio de régimen del Poder Judicial.  “Ya no podemos seguir evadiendo una opinión que debe ser de responsabilidad, vuelvo a repetir que el Poder Judicial tiene que ser, tiene que tener una reforma, para fortalecer al Poder Judicial, fortalecerlo, hay grandes juristas en el Poder Judicial, hombres y mujeres, solamente que hay que establecer mecanismos, algunos mecanismos”.

La voz de una víctima, un gobernador dispuesto a denunciar y jugar su papel de contrapeso a los otros poderes; un mandatario urgido de que las cosas se transformen sin importar que para eso incurra en acciones inéditas en el poder y la política de México.

¿O acaso alguien duda que la justicia ya no puede seguir como se encuentra actualmente?

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