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viernes, noviembre 22, 2024

Jesús Navarro, de la música al activismo migrante

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Érika Nieto | Exilio.mx

 

Jesús Navarro tenía 16 años cuando algunos amigos de sus primos, que ya estaban en Nueva York, regresaron a Ciudad Serdán, su lugar de nacimiento, y le platicaron de lo bien que les iba en la Unión Americana y lo invitaron a viajar con ellos. Aunque en ese momento su único interés estaba en la música, decidió aventurarse con sus amigos.

La música le ha acompañado desde que nació, pues proviene de familia de músicos, pero que también le ha abierto muchas puertas y le ha ayudado a cumplir algunos sueños.

Hoy en día, Jesús es propietario de un comercio llamado Plaza México en Passaic, donde se venden exclusivamente productos de origen mexicano, desde alimentos, hasta artesanías.

Se trata del primer negocio de este tipo en ese condado norteamericano, ubicado en la zona conocida como triestatal.

Entrevistado vía telefónica por Exilio, Navarro cuenta, desde Nueva Jersey, su historia como cantautor, migrante y como activista.

 

CRUZAR EN UNA CAJUELA POR TIJUANA

“En esos tiempos era mucho más fácil llegar a Estados Unidos. Yo crucé en una cajuela de un carro, de Tijuana hasta Los Ángeles, caminamos primero toda una noche entre sembradíos y ya en la mañana nos subieron a una camioneta y así fue como llegamos a Los Ángeles, tuve suerte porque no nos agarraron y logramos cruzar a la primera vez”, recuerda con nostalgia.

Sobre las emociones que le pasaban en el momento de ir encerrado en una cajuela junto con otras personas, Jesús reconoce que, como estaba muy joven, no sentía tanto miedo, sino que para él y para sus amigos era una aventura.

“No medía el peligro que eso representaba, no venía solo en la camioneta veníamos como cuatro, veníamos apachurrados; en algún momento a alguien le tocaba alguna parte caliente del carro y no teníamos mucho para dónde movernos, pero no lo tomé en ese momento como que fuera algo peligroso, hoy sí siento que fue de mucho riesgo esa decisión”, afirmó.

Estando ya en Los Ángeles tomaron otro vuelo para Nueva York y fue así como llegó al Bronx.

“En avión llegamos a Los Ángeles y en avión nos mandaron a Nueva York, ahí llego con mis primos. A los dos días nos invitan a una fiesta, era el cumpleaños de un vecino y como yo cantaba y tocaba la guitarra fuimos a cantarle las mañanitas; esos vecinos también eran migrantes de hace muchos años. Cuando nos oyen cantar y tocar, la señora les propone a sus hijos que nos ayuden y entonces formamos un grupo musical que se llamó Brigada Blanca”, comentó.

 

 

LA MÚSICA EN SU VIDA COMO MIGRANTE

Para Jesús Navarro la música es la llave que le sigue abriendo muchas puertas y que fue el complemento para lograr muchos de sus sueños.

“Inicié en la música a los 12 años cuando entré a primero de secundaria. Un día, a nuestro maestro de matemáticas, Leobardo Rivera, se le ocurre hacer una rondalla; él sabía tocar, pero no mucho y armó la rondalla y entré, yo no sabía tocar ningún instrumento, pero mis papás y mis tíos son músicos y de alguna forma traía lo de la música en la sangre y se me hizo muy fácil aprender la guitarra”, recuerda.

Comenta que en Estados Unidos trabajó también en tiendas departamentales, haciendo deliveries y hasta en restaurantes, pero siempre alternando sus actividades con la música.

“A mí lo que me ayudó fue la música. Un tiempo estuve en Los Ángeles, me fui a trabajar unos días en construcción y se me hacía muy pesado, porque no estaba acostumbrado y aparte porque no sabía; entonces, yo preguntaba que dónde había grupos musicales y ahí iba a pedir trabajo”, explicó.

“Como me empecé a desarrollar más en la música, entonces me traje a mis hermanos, me traje a cuatro y formamos un grupo musical que se llamó Navarro Show, en 1992, y se convirtió en el grupo más famoso del momento; fue una época muy buena y cuando estábamos en el mejor momento, empecé con unos malestares de salud que nunca supe de qué fueron, pero me obligaron a dejar el grupo durante dos años. Como yo era el vocalista, el director y el compositor, el grupo se terminó con mi salida”, lamentó.

Ante su panorama de salud, sus hermanos decidieron abrir un pequeño restaurante que tuvo mucho éxito y que les abrió las puertas de la isla de Manhattan, donde inauguraron uno mucho más grande en la calle 38, entre Séptima y Octava avenidas.

“La música siempre me ha ayudado para todo, entonces cuando pusimos el primer negocio, ya más grande, en ese momento todavía éramos famosos por el grupo que tuvimos y el lugar se nos llenaba y nos fue bastante bien”, comparte con gran emoción.

CUMPLÍ EL SUEÑO DE CONOCER A JOAN SEBASTIAN

El oriundo de Ciudad Serdán comparte que, siendo muy niño escuchó la canción Hasta que amanezca, de Joan Sebastian mientras caminaba en un pueblito que se llama San Manuel Ávalos, en Ciudad Serdán, “rumbo al volcán con unos árboles muy grandes, cuando oí la canción, pregunté quién la cantaba y desde ese momento se volvió mi ídolo; ya mucho tiempo después, tuve la oportunidad de conocerlo y de componerle unas canciones”.

Explica que un amigo suyo, otro migrante poblano, fue quien le presentó a Joan Sebastian. Aunque reconoce que al principio no le creyó que existiera esa cercanía, por lo que fue hasta la tercera vez que lo invitó como aceptó viajar hasta donde se encontraba el cantante.

“Estaba yo en Nueva York y seguía incrédulo, pero mi amigo me dijo que era la última vez que me invitaba para que fuera a saludar a Joan Sebastian, tomé un vuelo y viajé a Puebla donde finalmente pude conocerlo. Después tuve más oportunidades, en Tlaxcala, en Nueva Jersey, en Hidalgo… es de las mejores experiencias que he tenido en mi vida. Llegué a cantar con él en bohemia, porque él siempre cantaba cuando había una reunión privada, siempre sacaba su guitarra y cantaba, era una persona muy agradable, noble y sencilla”, afirma con el entusiasmo de quien conoció a uno de sus máximos ídolos de la música.

“En una ocasión le canté una de mis canciones, El poeta del pueblo, estábamos en Puebla y le dije, ¿te puedo cantar una canción que te compuse? Era la primera vez, íbamos en una camioneta, la escuchó, él iba adelante sentado, me miró y dijo: ‘me han compuesto muchas canciones en mi vida, pero esta es la más bonitas’”, detalla con emoción lo que vivió con el cantante.

Tiempo después, Navarro le compuso una nueva canción, llamada Guerrero y cuya letra hablaba de uno de los momentos más difíciles del artista, tuvo la oportunidad de cantársela y cuenta que la letra provocó las lágrimas del también cantautor.

 

DE LA MÚSICA AL ACTIVISMO MIGRANTE

Desde finales de 2005, Jesús Navarro también es activista migrante, sin fines de lucro ni mayor interés que el de ayudar a los poblanos que, como él, salieron de la entidad para buscar oportunidades en Estados Unidos o que tienen familia en ese país. Él, junto con otros amigos poblanos, establecidos principalmente en la zona de Yonkers, Nueva York, Nueva Jersey o hasta en Chicago, Illinois, han gestionado ayuda para repatriar a migrantes fallecidos, tratamientos médicos, localización de paisanos perdidos durante su trayecto, entre otras acciones, en muchos de los casos con sus propios medios.

“Somos bastantes amigos, uno de ellos es Rosendo Gutiérrez, aquel vecino al que le fuimos a cantar las mañanitas recién llegué a Estados Unidos, también con Alfonso Álvarez que nos conocemos desde el 83, entre muchos, muchos más migrantes que se unen a esta causa”, refiere.

 

¿Qué tanto hacen falta esos liderazgos y conexiones con las comunidades aquí en Puebla y allá en Estados Unidos?

Mucho, cuando pasa alguna desgracia u ocurre una emergencia con sus familiares cuando cruzan, la gente no sabe qué hacer. Me acuerdo mucho de un caso de hace muchos años de un pueblito que se llama San Miguel Zoapan, ahí vive una tía mía que ya falleció. Se viene un matrimonio para Estados Unidos; no recuerdo si el muchacho de 20 años y la muchacha de 19 y dejan un bebé de un año, cruzan y en el camino la muchacha ya no aguanta y fallece. Entonces, el muchacho habla para avisar a la familia, le dice a su suegro que falleció su hija y el señor se pone como loco pidiendo que el esposo se la entregara viva, entonces el muchacho cuelga y ya no vuelve a llamar.

“En ese momento la familia ya sabe lo que pasó, pero no tienen más información, me localizan y llegan a mi casa, con mis papás en Serdán, me dan los datos de la muchacha, la empezamos a buscar y la encontramos, estaba en Yuma, Arizona. Cuando llego al consulado hago contacto con el esposo y me platica que, durante el cruce, su esposa ya no aguantaba y él le dijo que lo esperara mientras pedía ayuda y cuando regresó acompañado de la migra, no estaba donde la dejó y la fue a encontrar muerta en los alrededores con otra muchacha que también había fallecido”.

 

¿Hay otros casos que están atendiendo?

Uno de mis amigos tiene el caso de un niño poblano enfermo cuya familia quiere traerlo a Estados Unidos para que sea sometido a un tratamiento muy caro, su familia no cuenta con los recursos, por lo que el mismo grupo de amigos migrantes poblanos en Nueva York y Nueva Jersey estamos gestionando con nuestros propios recursos y nuestros propios enlaces.

“Por eso es que, cuando me preguntan si es bueno migrar hoy, les recomiendo que mejor no vengan, prefiero decirles que no, porque no sabes cuándo va a ocurrir una tragedia, es muy complicado en estos momentos”, explica.

 

DE NUEVA YORK A NUEVA JERSEY

El migrante poblano, quien obtuvo su ciudadanía gracias al proceso de amnistía otorgada por el presidente Ronald Reagan en 1986, asegura que el proceso fue muy sencillo y promovido por un amigo.

Reconoce que cuando se la ofrecieron, la rechazó asegurando que, de ser necesario, “volvería a cruzar el cerro para regresar a Estados Unidos”, frase que hoy recuerda entre risas.

“Cuando fui con la abogada para iniciar el proceso, solo me pidieron una carta de mis papás y eso fue todo lo que hice y ya después me entregaron mis papeles. Suerte que lo hice porque ya nunca más se volvió a dar la oportunidad”, explica.

Actualmente, Jesús Navarro radica en Passaic, Nueva Jersey, donde emprendió con el negocio de una panadería y de otro llamado Plaza México, un supermercado donde solo ofrece productos mexicanos, desde comida hasta artesanías.

“En el restaurante terminábamos de trabajar a las 3 o 4 de la mañana, en lo que cerrabas todo te daban las 5, en ese tiempo yo ya estaba casado, mis niños estaban chicos, entonces en algún momento ya no quise seguir, mejor decidí irme a un lugar más tranquilo. Tengo un compadre que había comprado en Passaic, entonces me invita y me quedé, desde el primer día que llegué al pueblo renté un local, puse una panadería pequeña y me quedé, sobre todo por la tranquilidad”.

Jesús Navarro no ha dejado de componer canciones, acaba de salir del estudio de grabación con su nuevo sencillo Que seas feliz bajo el nombre de Chuy Navarro y que pronto saldrá al público.

Concluye la entrevista diciendo que después de pasar por la pandemia en la que perdió a familiares y amigos muy preciados, ya no tiene apuración de nada, “haré lo que me guste y en una dinámica normal, sin prisas”.

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