PUEBLA 1 – LEÓN 1
La realidad es que se perdieron dos puntos. En las últimas tres campañas y tres partidos que llevamos de este torneo, nunca vi un Puebla tan desconcertante como el del viernes pasado.
El León recupera su forma de ser equipo protagonista, limpio en el trato de la pelota y fuerte en el último tercio. Para el Puebla, en el primer tiempo, nada de eso pesó en su desempeño. Sus tres formas de juego a la ofensiva: sociedad por izquierda con Fernández y Araujo, por la derecha con Cortizo y Ferrareis, con la salida larga buscando a Aristigueta. A la defensiva, apretando salida y recuperando en media cancha, con marca que está atenta a cortar circuitos, con jugadores que no llegan tarde a la jugada y que si están encima del posible receptor. Quizá solo faltaron los cambios de juego de Mancuello, de izquierda a derecha.
Todo lo anterior dio como resultado llevarse el marcador a su favor 1-0 al final del primer tiempo y hacer que el rival se quedara con 10 jugadores ante la expulsión de su líder defensivo.
Todo hacía suponer que el segundo tiempo, el rival tendría que poner 4-4-1, restando posibilidades ofensivas. No hizo cambios y con los 10 que tenía, cubrió su necesidad.
El Puebla solo tenía que seguir siendo ordenado y lo principal, no hacer tonterías. Para quitar esa posibilidad, Araujo ya tenía tarjeta amarilla y era el jugador más propenso a que le sacaran la segunda. ¿Por qué arriesgar a perder lo ganado, un gol a favor y un jugador de más? Faltó prever esa situación y al minuto de juego del segundo tiempo se va expulsado Araujo por jugada impertinente.
El León había ganado igualdad de hombres, ahora solo le faltaba igualar en goles. Se tarda su entrenador 15 minutos en sacarle provecho a la falta de carril por izquierda, lugar que empieza a ocupar Fernández a sabiendas que no es lo suyo.
Después de ese tiempo y ya con la incorporación de Dávila en media cancha, entra Mena para ganar ese espacio. Entonces el Puebla, con el gol a favor y apostando a lo que le salió contra Santos, responde con cambios a los movimientos del rival, saca a Fernández y pone a Vázquez con mucho más oficio defensivo y pegado a Mena.
El León ya tenía ocupada la media cancha, con dos jugadores que salen con la pelota y van al frente, con dos recuperadores que ganaban la partida a los cuatro medios del Puebla. Entonces, lo lógico era darle fuerza a la media cancha con la salida de Mancuello y la entrada de Aguilar y seguir la apuesta que les dejó tres puntos la semana anterior.
Pero llegó la segunda no previsión: nunca hagas un cambio cuando te viene un tiro de esquina en contra. No es que Mancuello ya no estaba o que Aguilar no tomó marca, el problema es la distracción natural de los jugadores que se toman un respiro, se distraen, pierden foco de lo importante ante el cambio. León lo aprovecha y anota, ganando su delantero el frente a cuatro defensores. Después, el partido se convirtió en un duelo de cambios: yo refuerzo mi lado izquierdo y yo te pongo piernas frescas para combatir tu cambio. León se encontró con la igualdad de hombres y el Puebla desaprovechó la doble ventaja en el segundo tiempo.
He sido objetivo ante el desarrollo del equipo, las cosas buenas y las pocas cosas malas dentro del campo. El viernes, en el segundo tiempo, solo cosas malas.
TELEVISORAS MATAN ORGANIGRAMA
Es una verdad a gritos, como la muerte, el hambre, la desigualdad, etcétera, temas que no se hablan, pero que están y viven con nosotros: El Futbol en México es manejado por las dos televisoras. En verdad no lo critico, así de alguna manera avanza, poco, pero avanza. Quizá los otros dueños tengan la palabra para cambiar esta verdad. Creo yo que, ante sus objetivos localistas, no les conviene o estén cómodos con esa situación.
Lo anterior, viene a colación de quién va para director de futbol y, por lo tanto, de selecciones nacionales, ante la salida de los últimos encargados de esas áreas.
Los organigramas, en cuestión de mandato, van de arriba hacia abajo. Cada rectángulo tiene una función y un reporte hacia su próximo ascendente. La finalidad en general es cumplir los objetivos del hombre que está a la cabeza. Entonces, al formar este organigrama del futbol mexicano, la cabeza, las televisoras, tienen como objetivo, los derechos de la Selección mexicana y todo lo que económicamente sea favorable y reditúe.
Como consecuencia, para ocupar los diferentes cargos del organigrama, los nombres tienen que estar conscientes de que su verdadera función es la que dicten las televisoras. ¿Qué podría ser mejor que tener ese y otros objetivos? Por supuesto que sí, pero eso se da con nombramientos en los mandos medios y que no tocan el principal objetivo y favorecen a X objetivo de X dueño que le fue otorgado el beneficio.
Entonces, esto no va a cambiar. El próximo jefe deportivo y de selecciones, será una persona afín a los intereses de sus jefes: así es y así será. Esta X persona tendrá sus compromisos y a ellos pondrá. Si saben mucho o saben poco de la función que el puesto pide, pasa a segundo término: “tú te quedas en ese lugar y yo te voy diciendo qué haces, a quién pones o como lo haces”.
Las personas preparadas, sin compromiso, con experiencia y con honorabilidades, no tienen entrada en ese papel con rectángulos descendentes y unidos entre sí, llamado organigrama.