Torcer la verdad se ha vuelto una estrategia recurrente del diputado Ignacio Mier Velazco en las entrevistas que ha concedido sobre la trama que lo involucra con Arturo Rueda, director del periódico Cambio, que se encuentra en prisión desde el pasado 21 de mayo.
La conversación que tuvo con el periodista Carlos Loret de Mola es un buen ejemplo de eso.
Ante los cuestionamientos sobre la denominada trama Mier-Rueda —descrita en un reportaje de los periodistas Víctor Hugo Arteaga y Néstor Ojeda—, el coordinador de la bancada de Morena en San Lázaro dijo que era absolutamente inocente de todo.
Incluso negó formar parte de las empresas denunciadas —entre éstas, Multisistemas de Noticias Cambió—, hasta que Loret lo acorraló con varias preguntas:
—¿No hay nada, no hay nada? ¿Usted se considera absolutamente inocente a pesar de las notas que han circulado acerca de empresas, desvío de dinero, etcétera?
—¡Nada, Nada! Tú que eres periodista lo sabes. Tú que eres riguroso en tus investigaciones. Cuando te meten ahí en una maraña… Porque alguien dijo: “es que también está ahí”. Entonces te conviertes en parte de eso. Por eso estoy molesto. Si fuera cierto, que no lo es, estaría pidiendo ayuda, no justicia. Pero yo no pido ayuda, pido justicia. Y que se aclare. Y no importa si son de la alta relevancia burocrática del partido o no. Tiene que ver con un acto de congruencia con lo que yo luché durante años.
—¿Usted está vinculado a estas empresas?
—¡Absolutamente falso! Por eso estoy denunciándolo.
—¿No tiene ninguna relación con los socios o con la sociedad, aunque sea minoritaria? ¿No aparece su nombre…?
—¡Nada, nada! La única empresa a la que pertenezco, y tú lo sabes, es Multisistema de Noticias Cambio, que no tiene nada que ver. La metieron ahí en un grupo de quinientas empresas. No sé ni cuántas. Y ahí sale en la buchaca. Ahí aparece.
Hasta aquí la larga pero reveladora cita.
Mier pasó del “¡Nada, nada!” al “la única empresa a la que pertenezco” falseando datos, una vez que Cambio no está en la buchaca sino en la parte central de la denuncia interpuesta por Santiago Nieto cuando era titular de la Unidad de Inteligencia Financiera.
Es, pues, la protagonista de la carpeta de investigación sobre lavado de dinero, uso de recursos de procedencia ilícita y evasión fiscal.
Es la joya de la corona.
En la buchaca están otras empresas, pero no Cambio.
Y es ésta de la que es socio —junto con Rueda— el diputado.
Mintiendo no se arregla nada.
La tubería debe lavarse por dentro.
Llama la atención también que Mier elogie el rigor periodístico de Loret de Mola, a quien el presidente López Obrador descalifica cotidianamente.
La deducción es obvia: seguramente el reportaje de Latinus sobre la denominada Casa Gris del hijo del presidente le pareció un ejercicio de rigor periodístico.
(¿Qué dirán en Palacio Nacional?).
En Latinus, precisamente, han señalado que Cambio, la empresa de Mier, ha gozado de jugosos convenios publicitarios gracias al tráfico de influencias.
¿Esos reportajes también fueron fruto del rigor periodístico de Loret?
Mier se pierde en la ambivalencia.
No es la primera vez.
Lo hizo en el sexenio de Moreno Valle, de quien obtuvo diversas prebendas tanto para su empresa, para su socio (Rueda) y para su hijo (Ignacio Mier Bañuelos).
A la primera le consiguió onerosos convenios.
Al segundo, impunidad en la trama de intento de extorsión en el célebre caso Estefan, por el que está en prisión.
Y al tercero, una diputación y un cargo de dirección en una institución educativa.
Cuando hizo esos acuerdos con Moreno Valle, Mier ya era lopezobradorista.
Es un decir. Y es que en Puebla era morenovallista.
De día, una cosa.
De noche, la otra.
Nota Bene: ¿Le aceptará Loret a Mier los chiles en nogada en Puebla que al inicio de la entrevista le hizo con singular júbilo?
¿Se tomará fotos con el enemigo del presidente?
Son dudas que matan.