A mediados de mayo de 2021, Roberto Madrazo Pintado señaló como solitario autor intelectual de la muerte de su padre —Carlos Madrazo— al expresidente Luis Echeverría Álvarez, quien, días atrás, a los 99 años de edad, había acudido a formarse para obtener la vacuna anticovid.
Después de hablar de un “crimen de Estado” durante años, el excandidato a la Presidencia de la República empezó a responsabilizar, en 2018, a dos expresidentes: Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría. En ese orden.
Sin embargo, la mañana del lunes 17 de mayo, en una zona al aire libre del hotel Presidente Intercontinental, de la ciudad de Puebla, Roberto Madrazo le dijo a quien esto escribe que Echeverría —ya sin Díaz Ordaz— fue quien mandó matar a Carlos Madrazo, quien, después de haber intentado democratizar al PRI, buscaba crear el partido Patria Nueva junto con Jesús Reyes Heroles y la escritora Elena Garro, entre otros.
Esa declaración pública —inédita hasta entonces— cimbró a los propios colaboradores del excandidato a la Presidencia de México, quienes dieron por terminada la entrevista.
Fue el 4 de junio de 1969 cuando un Boeing 727X-SEC —de Mexicana de Aviación— se estrelló a las ocho de la mañana en el Cerro de Tres Picos de la Serranía del Frayle, a unos minutos de la Ciudad de Monterrey. A bordo iban, entre otros, Carlos Madrazo, su esposa y Rafael Pelón Osuna, tenista mexicano que era vecino de los Madrazo en San Jerónimo.
El relato pormenorizado de los hechos y las razones del crimen de Estado los narró el propio Roberto Madrazo en esa reveladora entrevista, misma que le dejo al hipócrita lector a unos días de la muerte de Luis Echeverría Álvarez.
—Roberto Casillas, quien fue particular de su padre, escribió un libro en el que narra una anécdota en la que participan algunos personajes como la brillante escritora Elena Garro y Javier Rojo Gómez.
—Sí. El abuelo de los Rojo Lugo, que era gobernador del territorio de Quintana Roo.
—Rojo Gómez va a ver a Elena Garro que tenía mucha cercanía con su padre, Carlos Madrazo, y le dice, palabras más, palabras menos: “Dile a Carlos que no se pelee con el presidente (Díaz Ordaz). Nadie se puede poner contra el presidente. El presidente es poderosísimo y Carlos no debe crear un nuevo partido… Le van a dar un avionazo”. Y vino el avionazo, Roberto… ¿Quién mató a Carlos Madrazo?
—Fíjate que esa anécdota es real. Mi padre quería mucho a Elenita Garro. Era una escritora muy crítica, de izquierda. Mi padre estaba muy bien colocado en los movimientos de izquierda. En su juventud, fue miembro la Organización Socialista del Sureste, con Rodolfo González Guevara y otros políticos jóvenes de aquella época. Siempre estuvo vinculado con un ala progresista dentro del PRI. En el 65 quiso democratizar al PRI. El gobierno lo tenía Díaz Ordaz, un presidente intolerante, cerrado, autoritario: como eran antes los presidentes en un México al que no queremos regresar. Carlos Madrazo sólo está 11 meses, 11 días, en la presidencia del PRI, porque no lo dejaron avanzar en la democratización del partido. Generó una elección democrática que provocó que muchos jovenes llegaran a cargos de elección. Algo nunca visto en México. Entonces Díaz Ordaz se enoja y hace que mi padre salga del PRI. Una vez fuera, se pone a trabajar en un nuevo partido que se iba a llamar Patria Nueva.
—Don Jesús Reyes Heroles iba con él en ese proyecto.
—Reyes Heroles iba con él. El candidato a la Presidencia de la República posiblemente hubiera sido don Antonio Ortiz Mena (secretario de Hacienda). Estaba muy perfilado. Carlos Madrazo estaba en contra de Echeverría. En contra del populismo de Echeverría. Por eso buscaba una propuesta seria que generara desarrollo para el país.
—México hubiera sido otro país con Ortiz Mena…
—Otra cosa. Claro. Hubiera sido interesante ver cómo a Ortiz Mena lo apoyaban la derecha, la izquierda, el centro. Generaba mucha simpatía. (Vicente) Lombardo Toledano simpatizaba con esa corriente. Era un partido muy interesante el que estaba formando Madrazo.
—Y eso no gustó en Palacio Nacional.
—No gustó. Para nada.
—Y vienen lo mensajes.
—El 4 de junio de 1969 yo llevo a mis padres al aeropuerto con el Pelón Osuna, que era vecino de nosotros, allá en San Jerónimo, en la Ciudad de México. Y yo llevo a mis padres en el coche de mi madre a los pocos años de haber tenido un permiso provisional de manejar. Me lo prestaban para trasladarlos al aeropuerto y llevar el coche al taller. Yo estaba en exámenes de segundo año de preparatoria en el Centro Universitario México. Los llevo, pues, y cuando voy rumbo al taller escucho en la radio que el avión se había ido a Cuba. En aquellos años era común que secuestraran los aviones y se los llevaran a Cuba. Pero luego nos enteramos de que había habido una tragedia aeronáutica. Nunca pudimos ver el informe. Ni Mexicana de Aviación ni el gobierno nos enseñaron las famosas cajas negras. Todo se quedó así. Nunca supimos qué había pasado.
—¿Ni usted supo qué pasó, Roberto?
—No. Ninguno de mis hermanos.
—¿Fue un crimen de Estado?
—Para mí, sí. Para algunos de mis hermanos, no.
—¿Pero para usted sí?
—Para mí en lo personal, sí.
—¿Quién pudo ser el operador de todo?
—Echeverría.
—¿Echeverría?
—Sí. Sin duda.
—¡Qué duro!
—Sí, porque Echeverría y Carlos Madrazo no se tenían simpatía. Me tocó ser testigo a mis pocos años de edad —yo era un muchacho de 11 o 12 años— de las conversaciones entre Luis Echeverría, como secretario de gobernación, y Carlos Madrazo, como presidente del PRI, en la casa de Ernesto Julio Teissier. Madrazo tenía una visión avanzada, de apertura hacia el cambio democrático. Echeverría no. Echeverría iba para atrás.
(En ese momento, los auxiliares de Roberto Madrazo dijeron que la entrevista había concluido, una vez que había gente esperando a su jefe en uno de los auditorios del hotel).
Madrazo, el incómodo. El periodista Jacinto Rodríguez Murguía publicó en 2005 un reportaje muy revelador sobre el espionaje al que fue sometido Carlos Madrazo.
He aquí unas líneas:
“En los últimos años de su vida, Carlos A. Madrazo se convirtió en candidato ideal para ser espiado. Fragmentos de la vida pública y privada del dirigente y gobernador de Tabasco terminaron en los archivos de los aparatos de inteligencia que operaban bajo las órdenes del secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez.
“En el Archivo General de la Nación (AGN) están desperdigadas las evidencias de ese marcaje: intercepción de cartas, la infiltración que hicieron en el primer círculo de sus colaboradores; de sus reuniones privadas, de sus conversaciones”.
Durante muchos años, la muerte de Madrazo permaneció en el limbo. Nadie se atrevía a decir nada. A principios de 2021, el presidente López Obrador reveló que el tabasqueño había sido asesinado por el Estado Mayor Presidencial, según le había confiado Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Ese lunes 17 de mayo, ante la grabadora de quien esto escribe, Roberto Madrazo unió las piezas y sacó una conclusión definitiva: hubo un solo asesino intelectual: Luis Echeverría Álvarez.
El pasado 4 de junio se cumplieron 53 años del crimen de Estado.
Hace unos días, a los cien años de edad, el autor intelectual del asesinato falleció en su cama rodeado por sus familiares y amigos.