Fuera de los protocolos de la política tradicional, el gobernador Barbosa dio este lunes un inusual e inédito arranque: el de su propia sucesión.
Y lo hizo cuando está a punto de cumplir su tercer año como gobernador de Puebla, aunque en el marco de la ley esté por arribar en diciembre a su cuarto año.
En la política tradicional, estos años eran los de oro para el gobernante en turno, una vez que no había lugar para quienes aspiraran a sucederlo.
El juego de la sucesión solía empezar después del cuarto año.
Por eso uso los calificativos inusual e inédito, pues, en contra de la vieja tradición, el gobernador encendió las luces verdes para que quienes aspiren salgan a decirlo abiertamente.
El diputado Sergio Salomón Céspedes, presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del estado, fue el primero en tomarle la palabra a Barbosa Huerta.
Y lo hizo antes de que cantara el gallo: muy temprano.
Habrán de salir otros —no hay juego sucesorio con uno solo—, pero tiene su virtud adelantarse.
Ignacio Mier y Alejandro Armenta fueron los primeros en moverse —contra toda civilidad política.
Lo hace también Eduardo Rivera Pérez, utilizando los recursos del gobierno municipal.
Lo hace, muy a la sombra, Claudia Rivera.
Ufff.
Esto ya empezó, y no hay boleto de regreso.
Y es que al adelantarse el calendario de la sucesión se adelantarán también las tradicionales guerras sucias.
Sólo el que esté libre de pasados inmediatos turbios habrá de sobrevivir.
Saquen las palomitas.
Esto amenaza ponerse pornográfico.