El Congreso del estado aprobó la semana pasada una reforma a la Ley del Notariado que
sanciona penalmente a los fedatarios públicos que avalen u otorguen poderes a particulares
cuyo fin sea despojar de propiedades a legítimos dueños. Esa es una práctica común en el
mundo notarial: en Veracruz o Tlaxcala, un fedatario emite un poder a una persona que
se hace pasar como representante legal de algún propietario de inmueble poblano. Con su documento bajo el brazo acude a una notaría poblana para cerrar el chanchullo. Un caso de
auténtica delincuencia organizada en la que todos ganan. Pero esta reforma no es la primera ni será la última, aunque viene a robustecer la estrategia del gobernador Miguel Barbosa Huerta para acabar con la casta notarial que se enriqueció obscenamente por décadas al amparo del poder. En la actual administración hay casos de funcionarios que se hicieron pasar como notarios auxiliares para heredar la patente. Sorprendidos con las manos en la masa, sus sueños se convirtieron en pesadillas de opio. Los hijos, esposas, amantes, compadres, cuatachones de negocios ya no podrán heredar una notaría. Quien quiera un título deberá presentar su examen de oposición y demostrar que cuenta con los requisitos que marca la ley. La Dirección Estatal del Notariado es una de las instituciones que más trabajo ha tenido en este sexenio. Las quejas han sido tramitadas, cuando antes dormían el sueño de la impunidad. Hay expedientes abiertos contra decenas de abogados, carpetas de investigación en marcha y han logrado descifrar el modus operandi que prevalecía y estaba sustentado en la corrupción. Una de las claves para terminar con la casta divina será la entrega de más patentes —bajo el examen de oposición—, ya que la ley establece que por cada 25 mil habitantes debe existir un fedatario. La competencia siempre será buena, pero en este caso despresuriza el extremo control que un grupo de privilegiados detenta en el estado. Donde antes había un notario hoy pueden estar dos o tres más. Se acabaron los cotos de poder y las prácticas monopólicas de la corrupción con los instrumentos notariales.
SAN ANDRÉS CHOLULA PERDIÓ AL PILOTO
Luego de la exitosa administración de la morenista Karina Pérez Popoca todo indica que
en San Andrés Cholula todo se fue a pique. Y el responsable tiene nombre y apellido: Edmundo Tlatehui Percino, quien cobra como presidente municipal, pero en los hechos es una persona extraviada en un municipio que demanda una autoridad que saque adelante todos los retos que implica. El gobierno panista, por ejemplo, tiene sellado en la caja fuerte un juicio contra un importante empresario poblano que simplemente no construyó lo que debía. Todo está listo para proceder, pero a Tlatehui le tiemblan las piernas para ejercer la autoridad. En materia de seguridad, las cosas no han tan bien como presumen y si se han salvado es porque la afluencia de jóvenes cada fin de semana sigue a la baja, de lo contrario no tendrían capacidad para enfrentar al crimen, común y organizado, que confluye para lucrar con ese sector poblacional. Ahora, nos enteremos que
Tlatehui anda de vacaciones por Polonia, aunque lo ha disfrazado muy bien bajo el argumento de que es parte de la delegación mexicana que participa en el Foro Urbano Mundial, el cual es patrocinado por ONU-Hábitat. Dice el alcalde que fue a presumir el modelo de desarrollo social de San Andrés Cholula. Qué puede presumir un alcalde que solo tiene 10 meses en el cargo y así que digamos ha detonado un ambicioso plan urbano, pues como que no.
