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jueves, noviembre 21, 2024

El triunfo de la estupidez

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¿Qué dicen los estúpidos? Ni ellos mismos lo saben, esa es su defensa (…) se aferra a los lugares comunes como un trapecista ebrio a su cuerda. Georges Picard. Marmion, J. F. (2020). El triunfo de la estupidez. Ciudad de México: Planeta de libros.

 

Además de mentir, Ignacio Mier Velazco es un ignorante profesional. Podríamos casi asegurar que es un iletrado. Disculpen, queridos lectores, por el uso de adjetivos, puesto que no es crítica, pero sí diagnóstico.

El pasado lunes 17 de mayo, Ignacio Mier Velazco anunció que procedería legalmente contra los periodistas Víctor Hugo Arteaga y Néstor Ojeda porque su empresa Multisistemas de Noticias Cambio S. de R.L de C.V y su principal socio, Arturo Rueda, son investigados por el presunto delito de operación con recursos de procedencia ilícita (nada más la friolera cantidad de 427 millones de pesos).

Dicha amenaza, la cual aún no cumple, demostró nuevamente que el señor Mier sabe de grilla, pero desconoce de leyes. Sabe de intriga, pero se nota que jamás ha tomado un diccionario.

Este señalamiento no es un tema menor porque es el líder de la Cámara baja en el Congreso de la Unión. Es el creador de leyes y solo pone al descubierto que es un diletante, medio sabe, medio lee, medio se las ingenia.

Ya lo dijo el sabio: en el país de los ciegos, el tuerto es quien reparte las tortas. No dudo que muchos de sus exégetas sean también “apantalla pendejos”, como dicen allá en la patria grande.

Vamos a explicar por qué:

La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) creó una jurisprudencia en el año 2013 por el tema del daño moral y basado en casos de la Corte Internacional de Derechos Humanos, además de muchísimos juicios de amparo que se han resuelto, el poder judicial de la federación determinó usar dos principios que deben regir esta materia.

Uno de ellos se llama “malicia efectiva” y el otro principio es protección de dualidad”, el primero consiste en que cuando se demuestra que hay dolo por la información que se da a conocer contra un afectado. En este caso la persona ofendida procede a la acción de demandar a quien le dañó su honra, su patrimonio, su personalidad.

La malicia efectiva consiste, entonces, que a sabiendas del daño se afecta a un particular (puede ser persona pública o no). También aplica cuando, en este caso un periodista, tiene dudas de lo que va a publicar, o sea, tiene algunos datos, pero no evidencias.

El segundo caso —los políticos pondrán su cara de fuchi— es el principio de protección de dualidad y este es un caso interesantísimo, pues con base en los tratados internacionales de Derechos Humanos, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en sus artículos 6º y 7º sobre la libertad de expresión e información, las personas que trabajen en la administración pública federal, estatal y municipal deberán tener una mayor tolerancia a la crítica, al escrutinio, a la caricaturización, a los señalamientos a diferencia de un particular.

Un detalle, si una persona (física o moral) participa en actos públicos como adjudicaciones de venta de productos o servicios, es decir son proveedores, entonces, también se debería aplicar la protección de dualidad, porque hay manejo de recursos públicos.

Ahora, ¿esto significa que la prensa puede denostar a un político? Por supuesto que no. Ni se vale eso ni administrar su reputación ni mucho menos un cobro de piso como hay personajes de la prensa que están acostumbrados a ello.

Ya saben, cómo le hacía Arturo N. y alguno de sus compinches cuando llegaban algún municipio: “Cámara, mi gente, ya se la saben”.

La libertad también tiene límites.

Todo lo que es público y se demuestra que es de ese ámbito (dinero del erario) ya sea las cámaras y hasta de las recámaras. Cualquier actividad que involucre un delito o incluso lo que resulta que es algo bueno que parezca malo.

La dualidad de protección hace que los personajes del ámbito público deben ser más tolerantes a la crítica. En caso de que el periodista calumnie y sea demostrable será acreedor a una demanda por daño moral y una sentencia como consecuencia.

Si no, ¿quién vigila a los vigilantes?

Tampoco que se pase “mi gente”, por eso luego terminan encarcelados en Tepexi de Rodríguez.

Todo este choro, aquí expuesto, es para demostrar que Nacho Mier no ha procedido con su amenaza y, segundo, que el cargo le queda muy grande puesto que en su caso no procede ninguna denuncia de daño moral, ya que la investigación de los periodistas Ojeda y Arteaga, además, de Mejía, Juárez, Ramírez, Ruiz, Maldonado y los que por mi pésima memoria se me olviden, está basada en hechos, documentos y no solo porque sienta el señor Mier que es un tema de grilla política con miras a la sucesión gubernamental del 2024.

También es importante explicar esto por las recientes reformas sobre libertad de expresión que han querido llevar a cabo a nivel local, los diputados del PAN y Morena.

Sin duda, Mier es un ignorante y si algo ha hecho él, como algunos de sus fieles seguidores, es ser “apantalla pendejos”, que si bien la Corte no ha generado jurisprudencia al respecto, moralmente digamos que son chingaderas.

En conclusión: Mier además de mentir es un diletante.

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