A muchos no nos hace sentido el ocultamiento que hizo el hoy secretario de Cultura del Gobierno del Estado, Sergio Vergara Berdejo, de la entrega que él consintió, firmó y permitió de los legendarios Lavaderos de Almoloya, patrimonio histórico de todos los poblanos, en comodato a la empresa privada que operaba el hotel Rosewood, hoy Banyan Tree.
Fue el actualmente funcionario estatal quien, como gerente del Centro Histórico en las gestiones municipales de José Antonio, alias “Tony”, Gali Fayad y Luis Banck Serrato, permitió -y hasta participó en el otorgamiento de licencias– ese abuso de particulares quienes, incluso, hoy sabemos, sacaron provecho económico de la propiedad colectiva y de un sitio patrimonio cultural de Puebla.
Vergara Berdejo informó, en mayo de 2017, cuando se otorgó ese comodato, que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) había otorgado las licencias 401–A–311 (724–7) 14–00237, mientras que el Ayuntamiento de Puebla entregó la licencia de obra mayor 206–00070/13
Aquí una pregunta ineludible: si se ostenta como un conocedor y conservador del patrimonio histórico de Puebla, ¿por qué entonces no lo defendió? ¿Recibía órdenes y no pudo decir que no, ni siquiera por sus convicciones? ¿O recibió algo más que órdenes?
Una investigación, a la que tuvo acceso este reportero, revela que en esa acción, la intención ulterior fue siempre que particulares obtuvieran ilegalmente la posesión de los Lavaderos de Almoloya, que datan de 1704.
Para la inauguración del entonces hotel Rosewood, la inversión publicitada fue de 35 millones de dólares. Eso nos da la idea del negocio que pretendían hacer y que ese sitio patrimonio cultural era parte del “atractivo”, junto con otro espacio que se apropiaron, la Capilla del Cirineo.
Esos dos sitios de la Puebla Fundacional han tenido siempre encima la mirada aviesa y negociante de muchas personas que, con ilegalidades, influyentismo y siempre viendo el beneficio personal económico, han querido apropiarse de ellos.
El antecedente más contemporáneo viene del sexenio de Mariano Piña Olaya, cuando se registró como beneficiaria o “dueña”, a su esposa Patricia Kurczyn Villalobos. Claro, ilegalmente.
En agosto de 1993, ella fue señalada por el periódico La Jornada de Oriente por ostentarse como la propietaria de ese espacio, tras haber pagado -según- 2 millones 750 mil viejos pesos.
Luego de años de jaloneos judiciales, en 2001 se rescató el espacio, tras una indemnización de 325 mil pesos a Patricia Kurczyn, para dar por terminado, finalmente, un litigio en el que, incluso, se utilizaron documentos apócrifos y hasta un notario resultó embarrado.
Las conductas reiteradas que tanto hemos visto de los privilegiados, quienes se sienten de una casta superior y que han abusado tanto de los poblanos.
Siguieron años en los que particulares se quisieron, otra vez, apropiar de esos espacios históricos. Algunos lo consiguieron a medias y siempre participaron, en una medida u otra, funcionarios corruptos de distintas administraciones estatales y municipales.
Siempre abusando de los poblanos y de su esencia y patrimonio históricos, queriendo convertirla en propiedad privada.
Llegamos, entonces, nuevamente a 2017. Sergio Arturo de la Luz, quien cobraba en esos tiempos 90 mil 272.82 pesos al mes por ese cargo que tuvo en aquella administración municipal, inevitablemente queda bajo la sombra de la sospecha y el tufo agrio de la duda, luego de que ahora conocemos que ocultó esa información al gobierno estatal, en el que ahora trabaja.
Es genuino pensar que el ahora titular de Cultura pudo haber tenido algún interés oscuro cuando, como gerente del Centro Histórico, permitió esa barbaridad de atentar contra un sitio que pertenece a la Puebla Fundacional, para consentir que particulares se apropiaran de éste.
Este miércoles, tras la inauguración de la Bandera Monumental, en el Mausoleo de Ignacio Zaragoza, Vergara Berdejo casi se paralizó de la lengua, tropezó con las palabras y se perdió en los datos que, todo indica, sigue escondiendo.
¿Le da tanta vergüenza? ¿Se cometió entonces, en mayo 2017, algún delito? ¿O muchos? ¿Participó Arturo de la Luz?
Varios compañeros reporteros han rescatado una declaración que el otrora funcionario galista y banckista hizo, precisamente en el año 2017, cuando justificó la entrega a particulares del patrimonio histórico colectivo.
“No quiere decir que se les da en posesión (a los operadores del hotel). Se les da en comodato para que ellos lo puedan arreglar y eso nos evita el estarle dando mantenimiento. Esa ya es una obligación, cuando la obra es mayor a las colindancias, tienen que darles mayor mantenimiento”, dijo el Arturo de la Luz de 2017.
El Arturo de la Luz de este 2022 no se acuerda, oculta, se traba, se tropieza, se paraliza de la lengua.
Algo muy sucio ocurrió en esos lavaderos. Algo muy pestilente corre en esos drenajes.