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jueves, noviembre 21, 2024

Poblanos que Odian Puebla (Mitos y Fantasías de los Aldeanos)

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Los aldeanos creen que la aldea es el lugar donde viven. 

Esta fauna es muy previsible, pues le llaman aldea a todo lo que signifique su lugar de nacimiento. 

El clásico aldeano odia su patria chica. 

En consecuencia: odia su patria grande. 

Es tan vulgar que se detesta a sí mismo. 

Un auténtico aldeano se cree merecedor de haber nacido en París. 

Y con su aldeanismo a cuestas presume lo que no es. 

Hace poco, uno de estos personajes pidió hacer una columna semanal en Hipócrita Lector. 

Tras varios intentos, logró que aceptara un artículo suyo. 

Era un domingo en la mañana cuando me topé con su escrito en mi correo electrónico. 

Lo leí de un tirón. 

Pensé, de entrada, que era un producto raro que sabía reflexionar con excelente prosa. 

(Lo normal es que una cosa no vaya acompañada de la otra, salvo geniales excepciones). 

En el segundo párrafo su artículo me recordó uno que había leído meses atrás. 

Mi memoria suele actuar con prontitud una vez que descubre un plagio. 

A veces una línea es suficiente para detectar al ladrón. 

Ya metido en el cuarto párrafo, supe que ese artículo tenía dueño. 

“Esto se lo leí a Enrique Krauze en Reforma”, me dije muy seguro de mí mismo. 

Copié un párrafo al azar y lo metí a ese horno llamado Google. 

El resultado no me sorprendió. 

En efecto: era de Krauze. 

Tomé una foto del escrito y se lo mandé vía mail. 

Le dije que su columna era una copia de principio a fin de una de Krauze. 

Esperé la respuesta. 

Tardó una hora en llegar. 

El aldeano que odia su aldea me dijo que había coincidencias en el tema, pero que se trataba de dos textos distintos. 

En un nuevo correo le hice ver que punto por punto (y coma por coma) eran idénticos. 

Siguió negándolo. 

Y en su negativa incluyó tres faltas de ortografía. 

Cejé en mi intento. 

El aldeano que cree que debió haber nacido en París —y que odia todas sus patrias— seguramente odiaba a Krauze y por eso lo plagiaba. 

Hice una recapitulación de sus dichos más célebres para confirmar la visión que empezaba a crearme de él. 

Lo primero que descubrí fue un odio a su aldea. 

Llamaba aldeanos a todos. 

Sólo él se creía merecedor de haber nacido junto al Sena. 

Recuerdo una frase recurrente de hace algunos años: 

“En Puebla todos son tan aldeanos que nacieron junto a Valsequillo”. 

Dicha por un aldeano, esta frase lo retrata de cabeza a pies. 

Sobre todo, si el autor de la misma se siente Enrique Krauze cruzando a nado el Sena o el dulce Támesis. 

Soy aldeano, sí, lo admito junto al Atoyac. 

(O al Sifón, allá en Huauchinango). 

No me avergüenza serlo. 

Y aunque odie el olor de los dos ríos, daría la vida por cruzarlos a nado un domingo cualquiera en esta Puebla levítica. 

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