Agradezco de manera muy especial a la familia y los amigos de don Carlos Marín Morales la invitación y aportación de datos para realizar la presente semblanza. De igual forma, agradezco la cordial invitación del Ayuntamiento de Huauchinango.
“Pasando enero y febrero ya la libré, ya me les escapé”, decía en sus últimos años don Carlos Marín Morales, cronista de Huauchinango. Lo decía por aquel dicho de que “enero y febrero desviejadero”, y se regocijaba de que cada año gozaba de muy cabal salud y la muerte le tenía demasiado respeto.
Y es que así era en realidad.
Quizás por su larga trayectoria en el deporte como basquetbolista, pelotero, futbolista y demás. Quizás por su vida sana alejada de vicios. Quizás hubo muchos motivos que lo conservaron durante casi cien años, el próximo 6 de junio cumpliría 99 para ser exactos. Pero este 2022 un ingrato 17 de mayo se lo llevó sorpresivamente de manera terrenal dejándonos al mismo tiempo un gran hombre para la historia y la memoria.
Nació en 1923 en pleno centro de Huauchinango, en el portal Hidalgo número 5. Justo donde es hoy el estacionamiento de la Posada Morales. Sus padres fueron Crisóstomo Marín, de origen oaxaqueño y Herlinda Morales Sosa de Xicotepec de Juárez. Estudió la primaria Benito Juárez de Huauchinango y en la en la ciudad de México estudió la carrera de contabilidad en la Escuela Bancaria y Comercial, de la que egresó en 1943.
Su papá llegó a Huauchinango a principios de siglo para fundar una sucursal del Banco de Oriente, y llegó para quedarse. De igual forma, fundó la casa comercial “Marín Velazco”. De la que, a muy temprana edad, casi a los 17 años, don Carlos Marín quedó al frente. Su padre también fundó la Cámara Nacional de Comercio de Huauchinango, a cuya directiva perteneció don Carlitos en varias ocasiones. Llevó la contabilidad de diferentes casas comerciales, abarroteras, harineras, cerveceras y durante muchos años, de la llantera Uniroyal.
Perteneció a la histórica “Junta de Mejoras” y fue presidente del comité de la feria de las flores al menos tres ocasiones. En aquellos tiempos en que, lejos de sacar algún beneficio económico, había que cooperar para los gastos.
En 1950 se enamoró de la Reina de Huauchinango, Angelina I (Angelina Vázquez). Con quien se casó en 1952 y con quien procreó 6 hijos, 4 mujeres y 2 hombres: María del Rosario (Charo), Lucero, Lorena, Carlos, Luis Ángel y Alina. Fundó una familia que siempre radicó en Huauchinango.
Con don Carlos Marín, se va una gran parte de esas crónicas del Huauchinango de principios de siglo pasado, la edificación de escuelas, calles, campos deportivos e instituciones que hoy prevalecen en el Huauchinango de la actualidad. El equipo de básquetbol Huau-Cempo, que se llamaba así por las primeras letras de las palabras Huauchinango y Cempoala, en referencia al majestuoso cerro que identifica a Huauchinango. Dicho equipo llegó a destacar en diferentes torneos regionales, estatales y nacionales a principios de los años 30. Ahí jugaron también sus amigos de la infancia con quienes compartió un sinfín de anécdotas, Guillermo Vergara, Julio Romero Galindo, Memo Ochoa, Manuel García Garrido (el “Chan Chan”), Julio Mejía, Nacho Valderrama, Gustavo Martínez, Fernando de la Peña, Corro, Valencia y Manuel “El zurdo” de Cuacuila”, que además era su compadre. Todos dirigidos por Calos Marín Morales y sus más de un metro ochenta de estatura. Eran memorables los encuentros con “La Ola Verde” el principal rival originario de Poza Rica, Veracruz.
Don Carlitos Marín nos compartió también, con sus propias palabras, las crónicas de lo que él llamaba el “Huauchinango de mis amores”, las primeras ferias de las flores, la fundación de la Escuela Betancourt, la histórica hermandad con Necaxa en el tiempo de apogeo del complejo hidroeléctrico con la Mexican Light and Power Company, la absurda rivalidad con Xicotepec y los bailes que terminaban en corretizas pues los de Villa Juárez se ponían muy celosos con sus mujeres; las giras como gobernador del Club de Leones y un largo etcétera.
Poseedor de una excelente memoria hasta sus últimos días, como el mismo “Mago Septién” daba cuenta de detalles de los encuentros deportivos históricos, tanto a nivel nacional como regional. De la misma manera, retrataba con mucha fidelidad momentos importantes en la historia del Huauchinango que le tocó vivir. Pero además había un tema en particular que le apasionaba demasiado: la historia de México. Una charla con él sobre ello solía prolongarse y prolongarse mientras Carlitos, conocedor de cada detalle, subía y bajaba la voz y movía las manos al tiempo de compartirnos episodios de nuestro país como si hubieran sido ayer mismo. Por eso y muchas razones más fue nombrado cronista de Huauchinango en el año 2008, en la primera administración del presidente Rogelio López Angulo.
De pensamiento liberal, juarista como su padre, según el mismo lo decía. Obradorista confeso, pero crítico hasta el final, don Carlitos Marín se fue hasta el último momento con demasiada energía y bastante ímpetu por impulsar cambios para mejorar el entorno. En consenso con varios de sus allegados realizó una lista de diez puntos básicos para el desarrollo de Huauchinango, que subrayaban principalmente, educación, cultura y economía. Y en cada foro, en cada charla, en cada programa de tv, insistía en cambiar las cosas para mejorar. Sin embargo, tenía un sentido común ejemplar, a veces prefería alejarse de la política que por obvias razones solía provocarle rechazos o hasta náuseas. En varias ocasiones lo invitaron a participar en política, pero él, como buen basquetbolista, prefirió hacer una finta y darle vuelta a esos terrenos. Sin embargo, siempre estuvo presente en la vida social y cultural de Huauchinango.
En el año 2012 fue reconocido como uno de los 500 poblanos distinguidos en el marco del 150 aniversario de la Batalla de Puebla.
El pasado 3 de marzo acudió a la ciudad de Puebla para recibir su nueva credencial del Consejo de la Crónica del Estado de Puebla, cumpliendo siempre y hasta el último momento con su encomienda de cronista. Siendo así, hasta hace unos días, el integrante más longevo.
Siempre fue un personaje muy jovial, alegre, dicharachero y “mitotero”, como él mismo se calificaba. No fue un personaje serio, por el contrario, buscaba en todo momento el motivo para sonreír y lo hacía con un placer envidiable. Sencillo, humilde, carismático. Nada arrogante. Lo recordaremos siempre, con su buen vestir, casi impecable. A veces de corbata, a veces de suéter o quizás gabardina, muchas veces bajo un sombrero fedora o una boina, riendo y bromeando a pesar de los pesares. Pero además un hombre con muchos sentimientos y de un gran humanismo, ese humanismo que hoy en día, en medio de tanta podredumbre humana, mucho se extraña y se escasea.
Como buen huauchinanguense, su platillo preferido era el chile con huevo acompañado de cecina. En los tiempos de la “garapiña” esa bebida tipo tepache, la encargaba por litros para tener en casa, y, a decir de la familia, cuando de pan se trataba, había veces en que “él solito se acababa la charola del pan”.
Además del deporte, su actividad preferida era, como buen cronista, leer, investigar y sobre todo conversar. ¡Y vaya que conversaba! Y es que de verdad tenía una memoria extraordinaria.
Gozó de una salud ejemplar, de mucha fortaleza, entereza, lucidez y una energía realmente inexplicable. Los doctores a menudo le repetían que todo estaba bien con su organismo, que parecía un muchacho de 20. Y sí, siempre se le veía y se le escuchaba animado, positivo y bromista.
Pero de repente, este mayo caluroso del 2022, justo el día 16, sus signos vitales se debilitaron y fueron bajando al grado de que tuvo que ser trasladado al hospital del ISSSTE en la capital poblana, donde la tarde del día 17, después de comer y platicar con sus hijos, cerró sus ojos para siempre mientras se le escapaban algunas lágrimas. Nuestro muy querido Carlitos Marín, nos dejó para trascender.
Hoy, en este homenaje póstumo de cuerpo presente, los huauchinanguenses sabemos que a nuestro pueblo le duele y le dolerá esta pérdida terrenal. Pero estamos conscientes de que a partir de hoy se quedan su nombre, sus enseñanzas, su memoria y sus crónicas para la historia y la posteridad. Para que, como él decía, sigamos teniendo “muchas noches y buenas gracias”.
Usted siga riendo don Carlitos. Para allá vamos todos. El insensato dios tiempo no perdona y a cada capillita le llega su fiestecita. No pasa nada. Nada más se nos adelantó. Como usted lo dijo siempre: “¡no se vayan, que esto se va a poner bueno! Por favor, se echa un vino tinto por allá con mi papá. Luego los alcanzo.
Larga vida a la Memoria de Don Carlos Norberto Enrique Marín Morales, cronista titular de Huauchinango. Un gran señor que con su carisma, su tenacidad y su honestidad, se ganó el amor y el reconocimiento de su pueblo.
Jorge Armando Hernández Cabrera
*Texto leído el 19 de mayo del 2022 en la explanada de la presidencia municipal de Huauchinango, en el homenaje póstumo de don Carlos Marín.