Hace muchos años, Salvador Dalí, en su paso por nuestro país, dejó la siguiente frase para la posteridad: “De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas”.
Si lo llevamos al terreno del futbol, podríamos decir que la Liga MX es hoy más surrealista que las pinturas del señor Dalí. Crisis arbitral, abolición del ascenso y descenso, formato de competencia y la multipropiedad son algunos de los factores que no permiten el sano crecimiento de esta liga como deporte/espectáculo.
Ahora bien, siguiendo con los paralelismos, hace unos días me acordé de la película: “El Muro del Silencio”, estrenada hace casi 50 años. Trata la sobreprotección de una madre con su hijo, así como los prejuicios de una sociedad en extremo conservadora y que no perdona el desliz de cualquiera de sus involucrados.
En nuestro querido y ¡Qué herido! futbol, muchas veces reina la hipocresía, dependiendo del cristal con que se mire y del lado de la mesa donde se encuentra uno sentado.
La Liga MX sobreprotege de tal manera a sus equipos que erradicó el descenso hasta el 2026. El “castigo” por ser el peor en la porcentual es una multa de varios millones de pesos, pero que no se comparan con las pérdidas mucho mayores que implica bajar de categoría.
Tan consentidos están los equipos que, de 18, 12 pueden ser campeones. Gracias al repechaje con el 40 por ciento o poco menos de los puntos en disputa (51) te puedes quedar con el trofeo. La ley del mimo innecesario y del mínimo esfuerzo.
Nuestra liga educa y forma equipos débiles en lo competitivo, luego llegan los Mundiales y nos preguntamos ¿por qué no pasamos al mentado quinto partido? Todo tiene que ver, todo esto influye guste o no.
En la película, la relación madre/hijo se torna enfermiza por la manipulación mutua para satisfacer caprichos y necesidades. La liga manipula a los clubes de la Liga de Expansión con la “promesa de campaña” de poder ascender, para posteriormente sacarse de la manga requisitos que ni siquiera equipos de Primera División cumplen.
Previo pago de 200 mil pesos por realizar el trámite, la FMF dio “Atole con el dedo” al Atlante porque no cuenta con instalaciones propias y el Estadio Azul no cumple con los requisitos para albergar Liga MX.
Da la “casualidad”, por ejemplo, de que Puebla tampoco tiene instalaciones de entrenamiento propias. América y Cruz Azul es probable que jueguen en el Estadio Azul en 2023 debido a las obras en el Azteca para el Mundial del 2026 ¿Somos o no somos? El quid de la cuestión.
El penal concretado por Aldo Rocha sobre la hora en la semifinal Tigres vs Atlas del pasado fin de semana expió de sus pecados a más de uno tras el aquelarre vivido a lo largo de 90 minutos en Monterrey.
Expió los errores arbitrales de César Ramos con penales inventados y expulsiones no concretadas, expió el desconocimiento del reglamento de Miguel Herrera en la alineación indebida por tener en cancha 9 futbolistas no formados en México cuando el máximo es de 8.
Imagínese usted que el juego queda 4-1 y Tigres accedía la final, pero que por la alineación indebida Atlas lo ganara sobre la mesa. Peor aún, el conflicto de intereses que se habría dado entre los hermanos Pepe e Íñigo Riestra, el primero presidente del Atlas, el segundo secretario general de la Federación Mexicana de Futbol. Menuda patata caliente de la que se libraron.
La película termina con el hijo traumado y confundido, con la mamá traumada y resignada. El futbol mexicano ¿tendrá final o futuro feliz? La respuesta parece obvia, pero que cada quien saque sus conclusiones.