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viernes, noviembre 22, 2024

Más vómitos del Yunque en el Caso Parkimóvil

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Otro de los involucrados en la oscura trama Parkimóvil —empresa seleccionada por el Ayuntamiento de Puebla para operar los parquímetros hasta 2024— es Carlos Montiel Álvarez Perroni, hijo de Carlos Montiel, coordinador de regidores de Eduardo Rivera. 

En efecto: Montiel hijo es ejecutivo de la empresa encabezada por el primo de Herberto Rodríguez Regordosa. 

Qué desastre. 

El cochinero a todo lo que da. 

Ya sabíamos que los santos varones tragan hostias, pero ignorábamos que también tragaban sapos en almíbar y cerdo virgen en escabeche. 

O sí lo sabíamos, pero lo habíamos olvidado. 

Montiel tiene un hijo brillante que juega en un equipo de futbol español: el Villarreal. 

Es una gran promesa del balompié, nos dicen. 

Y a diferencia de papá y hermano yunque, practica el juego limpio. 

¡Juego sucio!, grita el árbitro en Puebla. 

 

Los Santos Varones y el Pasado. Que un yunquista le dé contratos a otro yunquista no es novedad. 

En Puebla, es parte de una costumbre de clóset. 

Gabriel Hinojosa rompió con el Yunque cuando incumplió con los contratos ofrecidos. 

En ese momento, el Yunque, agazapado en El Universal Puebla, dirigido por Rodolfo Ruiz, inició una escalada en contra de Hinojosa. 

Yo fui testigo y cómplice inocente. 

En mi novela Miedo y Asco en Casa Puebla narré un pasaje muy revelador: 

En El Universal de Puebla había una línea muy clara de apoyo a Gabriel Hinojosa, el candidato del PAN. Y aunque éste se decía “ciudadano”, lo real es que el Yunque estaba detrás suyo. 

Personajes como Jorge Espina, presidente del Consejo Coordinador Empresarial; José Manuel Rodoreda, Gerardo Navarro y, sobre todo, don José Antonio Quintana Fernández, jefe visible de la Organización, encabezaban un grupo que se había asociado con El Universal de Puebla. Cada vez que podían, influían en la línea editorial. No les costaba trabajo: Rodolfo Ruiz era un yunque en potencia. Muchas historias corrían sobre él: que era miembro de la Organización, que lo reclutaron en sus tiempos de estudiante, que acudía a las sesiones secretas. Yo me los imaginaba sesionando con sus capuchas de Ku Klux Klan. 

Una tarde, Ruiz nos llamó a Carlo Pini — jefe de Información— y a mí a su privado. Ahí nos dijo que los socios —los Yunques— nos habían invitado a desayunar dos días después. Llegamos juntos. Ya nos esperaban. La reunión empezó muy seria. Casi tensa. Después se relajó. El más conversador era don José Antonio: un empresario exitoso creyente de la virgen de Guadalupe. Eso me gustó, pues desde los veinte años me asumía como guadalupano. Rodoreda era el más seco conmigo. Me miraba con recelo. No era para menos: había escrito una crónica en la que me mofaba de un santón del Yunque, Gerardo Pellico, a quien el periodista Manuel Buendía había bautizado como el Führer. 

Con gran estilo, Quintana celebró mis críticas hacia el gobernador Manuel Bartlett y me conminó a continuar por esa ruta. Luego me invitó a visitar el Museo Guadalupano de la UPAEP y a cenar, junto con Carlo Pini, en el hotel Camino Real. Lo confieso: me quedé con la mejor impresión del jefe poblano del Yunque. 

Las campañas a la alcaldía de Puebla siguieron su curso. Germán Sierra salió de pésimo humor de un mitin y abordó la camioneta de prisa ignorando a los reporteros que lo seguían. Sin quererlo, golpeó con la puerta a una joven periodista. El escándalo terminó en las páginas de El Universal en forma de crónica. Sierra estalló contra mí y dijo que el diario y yo teníamos una consigna dictada por el Yunque: golpearlo todos los días. Javier Luna, su jefe de prensa, buscaba bajar las aguas. Era imposible. Ya estaban desatadas. 

Una semana antes de la votación, el peso mexicano se devaluó brutalmente. Los focos rojos se encendieron. Los precios de los artículos indispensables se fueron al alza. Antes de la devaluación, Germán Sierra había logrado recuperarse gracias a que exhibió en el debate con Gabriel Hinojosa, del PAN, de qué estaba hecho. El panista se vio lento de reflejos y evidenció su ignorancia en varios temas. Como parte de la línea yunquista, El Universal de Puebla publicó una encuesta en la que Hinojosa aparecía como el ganador del debate. Sierra la descalificó y acusó al diario de hacerle el juego a Acción Nacional.  

Hasta aquí la larga, pero reveladora cita. 

Y digo yo: Germán tenía razón. 

El Yunque, a través de su periódico, movía todo para hacerlo perder, además de La Quinta Columna incrustada en el PRI. 

Qué trama, señores, y qué cantidad de parias. 

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