Hay un gran desentendimiento sobre cómo la Inteligencia Artificial cambiará el entorno político. No solo en la manera de administrar datos y preferencias del electorado, sino también, en la forma de ejercer diversas técnicas como la ejecutiva, la legislativa y la judicial.
Nos enfrentamos a un cambio de paradigma en el que la esfera pública evidencia una gran resistencia frente a la esfera privada y que de continuar con un debate anquilosado solo quedaría francamente rebasada en un mundo globalizado, altamente industrializado y con herramientas artificiales que hacen mucho mejor el trabajo técnico que cualquier servidor público.
Sin embargo, insustituible seguirá siendo el quehacer político, pues más allá de si es un oficio o una profesión como reflexionó Max Weber, o incluso una técnica o un arte como expuso Jean-Jacques Rousseau, la política es una actividad consustancialmente humana en cualquier etapa de la historia, de ahí que desde el siglo IV a.c. Aristóteles afirmara sobre el humano, que es el único animal político (zōon politikon).
Es decir, el animal político nunca será rebasado por la Inteligencia Artificial, sin embargo, su práctica, su técnica, sí. Por ello, más que ver a la IA como una adversidad para el ambiente político, debe entenderse como una herramienta para la búsqueda, administración y simplificación de información para hacer más eficientes sus actividades frente a la ciudadanía.
Uno de los actores que, apuesta por una revolución total en el uso de la Inteligencia Artificial para facilitar el entendimiento de la práctica judicial frente a la ciudadanía, es el ministro electo Rodrigo Aristides Guerrero García; y lo hace frente a un gremio que posee un argot ideológico y práctico muy renuente a los cambios de época: los juristas y abogados postulantes, amantes celosos y devotos de las formalidades del estricto derecho.
Guerrero propone el uso de la inteligencia artificial para facilitar el acceso a la justicia, generar explicaciones simplificadas y comprensibles de sentencias para la ciudadanía, y optimizar la tramitación de expedientes. Su propuesta busca acercar la justicia al pueblo y combatir la opacidad, rompiendo con el paradigma de un derecho cerrado y reservado solo a los especialistas.
Por ello el ministro Guerrero da un gran ejemplo de uso de inteligencia artificial en un poder que por la naturaleza de su práctica tendrá grandes resistencias, por ello, conviene reflexionar en qué otras actividades la IA vendrá a revolucionar el quehacer político. El uso de la IA no pretende sustituir el pulso político ni el liderazgo humano. Por el contrario, puede ser una gran aliada para facilitar el servicio público. El desafío no es temerle, sino aprender a utilizarla con visión de futuro y responsabilidad social.