Durante los casi tres años que lleva la gestión de Miguel Barbosa Huerta, una de las principales adversidades que ha enfrentado son los platos de dulces típicos rellenos de insidia que eran enviados permanentemente a Palacio Nacional. El mismo gobernador reconoció que las intrigas palaciegas montadas por sus odiadores de tiempo completo, apoyados por funcionarios cercanos al presidente de la República, funcionaron en su momento.
Con el paso del tiempo se puede dar cuenta que los poblanos involucrados en esa trama de insidias eran solo peones en una lucha de poder entre los grupos nacionales que cohabitan en Morena y la 4T.
Desde hace tres años, las tribus morenistas nacional comenzaron a definir su ruta rumbo a la elección intermedia de 2021. El objetivo era influir en los estados, apoderarse de las estructuras y secuestrar las candidaturas con la finalidad de que San Lázaro se volviera el coto de poder de un amasijo de corrientes integradas por Bertha Luján, Mario Delgado, Citlalli Hernández, Alfonso Ramírez, entre otros.
A nivel nacional, el resultado fue desastroso. Morena perdió 57 legisladores en la Cámara baja y con ello la mayoría calificada, construida con sus aliados.
En los estados, los triunfos respondieron a las operaciones regionales y no a los esfuerzos de los grupos nacionales. Puebla es el mejor ejemplo: Los grupos que secuestraron a Morena en 2021 hicieron todo para que Claudia Rivera Vivanco se reeligiera como presidenta municipal de Puebla a pesar de su pésima imagen y reprobación ciudadana.
Esas mismas tribus, en las que metieron mano el impresentable de Carlos Evangelista Aniceto e Ignacio Mier Velazco -que se despachó con la cuchara grande-, también se apoderó de candidaturas a presidencias municipales, diputaciones locales y la lista de plurinominales.
El resultado estuvo a la vista: De no ser por las plurinominales que se agandallaron, no habrían obtenido nada. A Claudia Rivera la ciudadanía la hizo morder el polvo -y no el panista Eduardo Rivera, quien solo fue beneficiario de la coyuntura-.
La operación de los grupos nacionales en 2021 dio paso a una nueva geografía política. La conclusión: las tribus gritan mucho y operan poco, por lo que sus resultados fueron desastrosos. Hasta Dolores Padierna, mapache electoral por excelencia, perdió ante el líder del Senado, Ricardo Monreal Ávila, en una guerra entre hermanos morenistas en una de las delegaciones de la Ciudad de México.
Para el presidente de la República, entonces, no hubo dudas sobre el peso político que representaba cada grupo político y actuó en consecuencia.
Sin embargo, nadie contaba que la caída de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México adelantaría la sucesión presidencial.
Los escenarios volvieron a reacomodarse. Claudia Sheinbaum fue ungida como la candidata presidencial.
A escena también entró Adán Augusto López Hernández, quien desplazó o se puso por encima de todos aquellos personajes que antes gozaban de la protección presidencial.
El revés de la Reforma Eléctrica fue la conclusión del fracaso electoral de la mafia Delgado-Lujan-Ramírez-Hernández, mientras que el gran reconocimiento al secretario de Gobernación federal fue la confirmación de que el canciller Marcelo Ebrard Casaubón había sido reemplazado como el responsable de apagar los fuegos y solucionar conflictos. (Solo los tontos seguidores de Ignacio Mier creen que el encuentro de López Obrador con las bancadas de Morena-Verde-PT fue un espaldarazo a su patrón).
A un año de la elección federal que puso a todos en su lugar -los perdedores seguirán siendo perdedores- la relación entre el gobernador de Puebla y Andrés Manuel López Obrador es extraordinaria y lo confirma la decisión del presidente de la República de presidir la ceremonia conmemorativa de la Batalla del 5 de Mayo de 1862 y encabezar la parada cívico-militar, la cual presenciará de cabo a rabo.
Atrás quedaron los meses en que los platos de dulces típicos envenenados eran enviados a Palacio Nacional. Los movimientos en el gabinete federal también resquebrajaron la supuesta influencia de los morenistas poblanos.
La recomposición de la relación entre el presidente y el gobernador Barbosa no ha sido fácil, pero una cosa era clara desde un inicio: Ningún morenista de la aldea tenía la experiencia política del oriundo de Zinacatepec para navegar en los mares de la cruenta política nacional.
En una entrevista que el mandatario estatal concedió al periodista Mario Alberto Mejía, en julio de 2021, reconoció un error: haberse aislado. Sin embargo, ese aislamiento no era gratuito: en Puebla, el Ejecutivo estatal estaba a sol y sombra en tres pistas diferentes de combate: contra la pandemia, contra la lucha de la inseguridad y contra la corrupción.
Miguel Barbosa estaba en pleno camino de construcción del nuevo régimen, pero era necesario desmontar el que existía. Esa tarea que requería de todo su esfuerzo fue utilizada por sus enemigos para sembrar la insidia.
Al final todo cayó por su propio peso.
El gobernador de Puebla fue el gran ganador de la contienda de 2021.
Pudo asumir una postura de soberbia, dar el manotazo y separar a los adversarios. Lo que sus odiadores encontraron fue a un mandatario dispuesto a involucrarlos en la nueva realidad política.
Solo Ignacio Mier Velazco y Claudia Rivera Vivanco, fieles a su estilo, rechazaron toda cercanía.
En este camino de construcción, Barbosa Huerta ha tenido muestra evidentes de respaldo y apoyo al presidente de la República. Cómo olvidar aquella reunión de la Conago en la que puso en su lugar al bloque de gobernadores federalistas. Cuando AMLO llegó a la convención, el camino estaba libre de obstáculos.
Después vinieron las reiteradas defensas públicas al mandatario federal en todas las coyunturas importantes e incluso la consolidación del grupo compacto de gobernadores del país que han sido contrapeso en la discusión pública. Un mensaje de respaldo al presidente.
Para este jueves, Andrés Manuel López Obrador también arribará a Puebla en donde se produjo un extraordinario resultado en la consulta para la Revocación de Mandato. Casi un millón de poblanos acudieron a las urnas, de los cuales más del 90 por ciento se manifestaron por la continuidad del tabasqueño.
En esa jornada, el barbosismo demostró que su estructura político-electoral está más viva que nunca, que está en posibilidad de competitividad efectiva y que Puebla es un bastión seguro para Morena. Todo realizado sin el menor apoyo de los grupos nacionales o la Federación.
AMLO acude a Puebla para la ceremonia oficial y el desfile del 5 de Mayo. Esa deferencia, por el tiempo que implica, provocó el júbilo de Miguel Barbosa. “Por fin está lloviendo en nuestra milpita”, soltó complacido.
Tiene razón en festejar.
El presidente tiene a uno de los mejores aliados del país en tierras poblanas.
Un aliado a prueba de fuego.