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martes, abril 30, 2024

El fracaso de un vendedor de cables

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La abierta rebelión que existe en el Cabildo de Puebla provocó la ira de varios en el Ayuntamiento, principalmente de Carlos Montiel Solana, quien cobra como jefazo de la Coordinación de Regidores, pero en realidad está más ocupado de su comercio de venta de cables de electricidad y en apoyar a que sus íntimos amigos puedan hacer negocios al amparo del gobierno municipal.  

El regidor que se asume como ciudadano –y no como militante del PAN– llegó a la planilla de Eduardo Rivera Pérez por una serie de accidentes que revelaron su falta de oficio político, el principal punto flaco que ahora lo tiene sumido en un problema de gobernabilidad en el máximo órgano de gobierno de la capital poblana.  

Carlos Montiel forma parte del grupo conocido como Los Cuatro Fantásticos, integrado por los ultraderechistas Herberto Rodríguez Regordosa, Fernando Treviño e Ignacio Alarcón Rodríguez, quienes desde hace varios años tienen secuestrado al Consejo Coordinador Empresarial en Puebla.  

Desde ese lugar, este clan ha presionado para tener acceso a posiciones y candidaturas en el PAN. Eso no tiene nada de malo. En 2021, Carlos Montiel tenía más que amarrada una candidatura a diputado local por el blanquiazul que lo pretendía vender como un abanderado ciudadano.  

Sin embargo, los Cuatro Fantásticos dieron un viraje y también exigieron al Comité Ejecutivo Nacional del PAN una diputación federal. El cambio de caballo a mitad del río tuvo consecuencias funestas. Tanto apretaron en su demanda que al final no obtuvieron ni una ni otra posición. Fue entonces que no les quedó otra opción que cobijarse con Eduardo Rivera, quien en el primer bimestre de 2021 estaba a punto de no ser candidato a la presidencia municipal debido a su cerrazón y falta de oficio. 

Con las principales figuras del CEN como testigos, Rivera Pérez se comprometió a abrir al Comité Directivo Estatal cuatro espacios en su planilla, incluidos los suplentes.  

Con cuatro sillas menos, el candidato tuvo que abrir espacio al PRI –dos lugares– y al PRD –un lugar–. A parte, necesitaba un mayor margen para colocar a los cuadros de la ultraderecha. Para saltar el problema, una vez conseguido el triunfo, tres regidores dejaron sus cargos para incorporarse al gabinete municipal, y ahí vino el enroque. 

No se sabe a ciencia cierta si Carlos Montiel siempre fue la carta de Eduardo Rivera para la coordinación de la fracción de regidores de Va por Puebla (PAN-PRI-PRD), pero lo que sí sabe es que la unción provocó un airado reclamo de Miguel Ángel Mantilla, un panista conservador con experiencia como legislador local, federal y cabildante, y quien se creía con el derecho y tablas para sacar a buen puerto la encomienda.  

Las semanas pasaron y el caos en el arranque de la administración panista se trasladó al Cabildo de Puebla. Morena, por un lado, mantuvo su fracción cohesionada y con estrategia, lo que les permitió doblegar en varias ocasiones al Ayuntamiento, así como exhibir la incompetencia de sus funcionarios. 

En el caso de la coalición ocurrió un fenómeno interesante: PRI, PRD y Verde respaldaron institucionalmente al alcalde en aras de que se concretaran los acuerdos de mejoría en salarios, espacios en la administración y apoyo en sus gestiones. Todo funcionó así, hasta la semana pasada.  

Respecto al PAN, el choque de egos e intereses desencadenó una soterrada pugna entre Carlos Montiel y Miguel Ángel Mantilla, a tal grado que el segundo comenzó a presentarse como el auténtico coordinador o “el coordinador legítimo”.  

Todo este tiempo, el exlíder del CCE tuvo que remar a contracorriente ante los reclamos de incumplimiento de acuerdos por parte de la gestión panista. Eso debilitó su posición y generó roces con sus compañeros. Dicha situación no pasó desapercibida por Mantilla, quien en lugar de respaldar y fortalecer a su coordinador prefirió dejar que las aguas corrieran para después intervenir y ser el gran conciliador y salvador de la gobernabilidad en el Cabildo. 

Pero a raíz de la sesión del pasado viernes 22 de abril, Mantilla también es uno de los damnificados. Para más de uno en la burbuja riverista no fue desconocida la pugna ni la omisión del panista. “Pudo ayudar y no lo hizo, es igual a boicotear”, confió una fuente.  

Un punto que también influyó en gran medida en la rebelión que hoy se vive en el Cabildo es la falta de oficio político de Montiel Solana. Su perfil es el de un técnico conciliador y para la coordinación se requiere de un político que conozca los entresijos de las comisiones, la discusión y los alcances. Los tiempos de los regidores son clave en el cumplimiento de los proyectos y políticas del gobierno municipal, así como de su cobijo y acompañamiento. Un Cabildo fuerte es el reflejo de un presidente municipal fuerte y viceversa. Lo que hay en la gestión riverista es todo menos esa máxima.  

Ser conciliador y tener una opinión positiva de tus compañeros no te hace un buen coordinador, operador y menos un político eficaz. El Cabildo, en buena medida, es el Bronx de la Comuna y para eso se necesita un político fajador, no un perfumado empresario sin experiencia.  

A todo esto, se debe agregar el estilo personal de gobernar de Eduardo Rivera que solo ha dejado más problemas que soluciones. Este ejercicio está basado en la exclusión, la soberbia, una visión de negocios a costa del erario y una increíble ausencia del más elemental oficio político.  

Con un alcalde así es comprensible que se necesitara en la coordinación de regidores a una persona controlable y no hay mejor perfil que alguien sin experiencia. Eso no lo hubiera podido conseguir con Miguel Ángel Mantilla que, además, tiene muy buena interlocución política con las familias de ultraderecha que son los patrones de Rivera Pérez.  

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