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martes, diciembre 17, 2024

Día del libro (o donde se confirma que es más rápida la vista que la mano)

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El sábado pasado fue día del libro, ese objeto mágico. A Quevedo como a Borges siempre les pareció cosa de magia, sólo así se explicaban que pudieran hablar con autores muertos…  

El libro que más he subrayado es este: El libro del desasosiego, de Fernando Pessoa, alguien que a su modo siempre buscó hablar con los muertos, y en cada sesión espiritista invocaba la figura espectral de Goethe… 

Si leer un libro es un acto de magia, subrayarlo es haber caído absolutamente en la trampa, ya es creer en los conejos del sombrero, o lo que es peor, en los sombreros que salen de las gargantas de los conejos, creencia compartida con el poeta y maestro en gargamancia Jaime Jaramillo Escobar —gran especialista gargamántico—. 

 

PERORATA (fragmento) 

Os voy a decir, señores, sí, os lo voy a decir, qué es lo que hace el poeta: 

Poner una veleta en la ventana para desorientar a los pájaros. 

Labrar peces de hielo para cambiárselos al Mar por peces verdaderos. 

Guardar granizo en la bodega para comer en verano delante de los amigos. 

Descubrirse ante el ventarrón y entregarle su paraguas al revés. 

Borrar con la manga las manchas de sombra en los cristales. 

Subirse en una silla de tijeras para pintarle bigotes a la luna. 

Escudriñar el horizonte par ver si en el viento hay un señor con cabeza de pájaro. 

Decirle a la Aurora dónde vive un malvado para que no pase por el patio de su casa. 

Cuando el arco iris aparece, 

ir y amarrarlo de pies y manos para ver cómo brilla de noche. 

Pescar antenas de televisión 

 y rajarles el estómago para sacarles todas las imágenes de mujeres que se han tragado. 

Colocar faros de espejo en la alcoba para los grandes bacalaos de ojos de reina. 

Ir a contemplar los negritos en la playa, 

que le arrancan mechones a una nube de verano 

para hacer ovejas con cara de cera negra. 

Para hacer palomas con pico negro. 

 Para que sus mamás los regañen por haber dañado el cielo. 

Si se encuentra un cocodrilo cantar himnos con él, 

y en general cantar con todos los seres, 

hasta con una máquina que es tan fiera, o con un ángel supersónico. 

Hacerle al jardín la visita de cortesía. 

Manejar el agua con el dedo chiquito 

y decir todo lo que le dé la gana, que para eso es poeta. 

No dejar nunca de pensar en lo que está oculto, a fin de descubrirlo. 

El poeta es el que saca un sombrero del buche de un conejo. 

Y muchísimos otros trabajos que no revelo 

para que vosotros no aprendáis el oficio de poeta. 

Os han dicho, sí, yo sé, os lo han dicho, lo que es la poesía. 

La poesía es todo eso que os han dicho, y también esta cajita roja vacía en la que, 

como podéis verlo, no hay nada, absolutamente nada, sino ella misma sola por dentro. 

  

Adiós señores, ya me voy, viene la policía. Os dejo mi sombra. 

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