La icónica procesión de los “engrillados de Atlixco”, hombres que marchan con grilletes y cadenas, volvió este Viernes Santo a este municipio del estado mexicano de Puebla, en el centro del país.
Cientos se congregaron desde temprano en el antiguo Convento de San Francisco para preparar las cadenas, espinas y vestimenta para la procesión, donde poco a poco se despojaron de sus ropas para quedarse en taparrabo y pañuelo en la cara de color vino, con todo lo demás al descubierto.
Sus piernas y brazos se convirtieron en lienzos para espinas que quedaron incrustadas por varias horas, mientras que sus espaldas y el pecho fueron cubiertos con cadenas delgadas y gruesas que en algunos casos alcanzaban los 50 kilos de peso.
Roberto, uno de los participantes, compartió con Efe que tiene seis años participando en este evento religioso, primero a causa de una manda o petición especial que realizó, pero ahora ha decidido participar hasta que sus fuerzas se lo permitan.
Ante la sorpresa que causa la procesión, comentó que son personas normales y no delincuentes, ya que buscan la absolución de sus pecados con el sufrimiento.
“Realmente es un sentimiento hermoso estar con Dios, es un sentimiento que es personal, realmente es algo que solo uno lo puede sentir, una libertad, una tranquilidad, con Dios, con todos, con nuestros hermanos”, indicó.
“¿Por qué lo hago? Porque hace tiempo hice una manda, la estoy terminando de cumplir, pero voy a seguir hasta que Dios me lo permita”, añadió.
La procesión es una tradición de Semana Santa de 105 años que mantiene viva la fe entre los católicos de la zona, quienes creen que con este ritual purgan sus pecados.
En esta ocasión la procesión fue limitada por la pandemia, no hubo acceso a ciudadanos y los engrillados solo caminaron por dos horas.
Por las calles se escuchaban los lamentos del dolor que les provoca las pinchaduras de las plantas espinosas, cultivadas en la región de forma especial para el ritual.
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Los hombres salieron por un pasillo que fue cubierto con una alfombra de color azul para que sus pies descalzos después tocaran el piso frío y caliente, con tierra y piedras.
Alicia Garcés Guzmán, representante del Grupo de Engrillados del exconvento de San Francisco, narró que son jóvenes y personas adultas las que manifiestan su fe, para agradecer el acto de amor que tuvo Jesús para entregarse por la humanidad.
“Ellos se preparan tanto espiritual como físicamente. Abren la procesión de Viernes Santo, con oración y trabajo físico, con la intención de poder mantenerse de pie durante todo el recorrido, (…) participan hombres de 18 años en adelante”, dijo.
Con información de Agencias