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jueves, marzo 28, 2024

Contra una legión de idiotas

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Mire usted amigo lector, hace unos días leía una noticia de que en una escuela norteamericana se prohibió la novela gráfica Maus de Art Spiegelman. Como estamos acostumbrados al exceso de las noticias falsas, me negué a creerlo, pero resultó que sí era verdad. En el condado de Tennesi la junta escolar dictaminó que es una historia que es inconveniente para los estudiantes de secundaria porque contiene desnudos y las mal llamadas “malas palabras”; a veces es mejor decir chingaderas que omitirlas. 

No lo podía creer, esa historia que fue ganadora del premio Pullitzer y fue considerada hasta por Umberto Eco como una obra de arte: “Cuando los ratones hablan de amor, te conmueven; cuando sufren, lloras.” Hay escenas en dicha novela que te conmueven, la relación del protagonista con su padre es un espejo que muchos ya hemos vivido, en fin, qué se puede decir sobre una gran historia acerca del holocausto. 

Total, que en Inglaterra han tratado de prohibir 1984 de George Orwell, V de Vendetta de Michael Moore y lo que reina en nuestros espacios de redes sociales son esos personajes que no dejan de decir estupideces: Yoss Stop, Luisito Comunica, Ricks quien en sus videos en Youtube asegura que la Tierra es plana.  

Una bola de artistas que son antivacunas.  

Abrimos Twitter y vemos a políticos de todos los partidos que suben una foto con una viejita. Y en el texto: “el cuidado de las personas de la tercera edad es un compromiso… bla, bla, bla”. El ocho de marzo no falta el político, líder sindical, diputado ligado a una banda de huachicoleros que suben una rosa y dicen que la mujer es el ser más importante del planeta (no porque no lo sea sino porque ese día lo confunde con el día de las madres). 

Los políticos ahora quieren ser influencers (era más impactante cuando se llamaban líderes de opinión). Y no hablamos solo del gobernador Samuel García y su (ella sí muy brillante) esposa. Es cosa de echarse una buceada a las redes sociales de la política aldeana. 

Uno de los tantos días de la prensa —resulta que hay como diez días al año de la prensa— no faltó la diputada que escribiera: “reconozco la labor que hacen los compañeros de los medios.  

¡Bah! ¡Pamplinas! 

¿De cuándo acá necesitamos que un triste legislador reconozca nuestra labor? ¿De veras piensan que los periodistas, reporteros, columnistas, fotógrafos, editores, jefes de información necesitan que reconozca un legislador nuestro trabajo? Por Dios que no es el día del albañil, ni el día de la candelaria, ni el día de la torta de tamal, ni el día del policía, ni el día de los que se sacan la cerilla con las llaves del carro, ni el día del cartero, ni el día del chicharronero.  

Las redes sociales han hecho que nos convirtamos en una verdadera legión de idiotas. Estamos en un punto en el que a pesar de lo que hemos vivido desde la caída del muro de Berlín —cuando menos— estamos regresando al peor y más vil sistema fascista que nos podríamos imaginar. 

Ha crecido el populismo de derecha y de izquierda. Brasil un personaje como Bolsonaro. En Estados Unidos, Donald Trump; en Inglaterra, Boris Jhonson, Venezuela y no nos olvidamos por supuesto de México. 

Es una vuelta directa al pasado.   

Antivacunas, terraplanistas, populismo, líderes que reconstruyen su historia y el público entretenido viendo a tiktokeros y tiktokeras hablando de si se beben el semen o haciendo concursos sobre qué papitas de Sabritas son las más picosas. 

Hace casi 20 años nos escandalizamos cuando el entonces secretario del Trabajo, Carlos Abascal le prohibió a su hija leer Aura de Carlos Fuentes. Así como están las cosas hoy, no se espanten que eso se vuelva el pan nuestro de cada día. 

No se sorprendan que de pronto los libros de Enrique Krauze porque ahora es el villano de la historia actual. 

Disculpen que en esta ocasión no utilicé este espacio para hablar de la política aldeana; es que es necesario hacer un grito contra la llegada de los nuevos bárbaros. 

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