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jueves, abril 18, 2024

Hasta entre las combis hay rutas

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Alejandro Armenta Mier e Ignacio Mier Velazco no se quieren. 

Son primos hermanos, pero no se quieren.  

El miércoles por la mañana, en la columna Bajo Reserva de El Universal nos enteramos de que el senador ya ordenó a su equipo de comunicación que en sus documentos oficiales y propaganda no aparezca el apellido materno.  

A qué nivel llega el odio con su primo que, de ser cierta dicha versión, el líder de los senadores ya raspó a su jefecita santa, a su cabecita de algodón (Los polivoces, dixit).  

Así que Alejandro Armenta (exMier) se distanció —de un plumazo— de su primo Nacho. Que la gente no se confunda, pues como bien dice el líder de la autollamada cuarta transformación “no somos iguales”.  

Un viejo dicho popular señala bien que “entre los parientes y el sol, entre más lejos mejor”, faltaba más. 

 La relación entre ambos primos (Mier y exMier) no ha sido buena desde hace un buen tiempo. Coincidieron como priistas, pero se fueron alejando poco a poco, hasta llegar a esta situación que se ve muy compleja. 

Por ejemplo: Armenta (exMier) le reclamó a su primo Ignacio Mier que en su periódico Cambio había una campaña de golpeteo y, en respuesta, el diputado federal se alzó de hombros y dijo que eso era tema del diario que no podía meterse. 

En cambio, Mier Velazco acusó a Alejandro Armenta por promover las investigaciones de la llamada Operación Angelópolis por las que resultó encarcelado el socio del diputado federal y sirvió para una campaña mediática en contra del oriundo de Tecamachalco en los tiempos de Miguel Barbosa. 

A Nacho Mier lo apoya a todas luces Adán Augusto López y mantiene una extraordinaria relación con el presidente López Obrador, así como Mario Delgado. Los consejeros nacionales lo ven bien. 

Armenta ya fue a presentar su apoyo “incondicional” con Claudia Sheinbaum, aunque aún no confían al cien por ciento porque no se ha deslindado totalmente de Ricardo Monreal, quien fue quien lo impulsó para imponerlo como líder camaral. 

El senador Armenta es quien encabeza las encuestas en Puebla por su partido, pero falta la más importante: la del presidente. 

Armenta es quien más priistas ha logrado congregar (entre marinistas y zavalistas) y una parte de lo que se autodenomina izquierda de Morena (por sus ligas con el grupo de Claudia Rivera Vivanco) lo respaldan. 

Nacho Mier ha crecido en percepción, pero aún no le alcanza para ser el puntero en las mediciones demoscópicas. También varios priistas y los autocalificados de izquierda se han sumado a su proyecto. 

Se ve muy complicado que, si desde Palacio Nacional deciden que el candidato del binomio Morena-Gobierno sea el diputado Ignacio Mier, Armenta (exMier) asuma serenamente la orden presidencial.  

¿A dónde llegará esta confrontación entre Mier y Armenta? 

Parece que cuando la política se mete a la familia se vuelven problemas más difíciles de resolver. Bien lo dice otro viejo dicho popular: “duele más el cuero que la camisa”, en referencia a los lazos consanguíneos.  

El problema para Morena y para Palacio Nacional es que ambos personajes son importantes para el proyecto en Puebla. El problema para los ciudadanos sin partido es que si siguen los problemas ya empieza a sonar el nombre de Rodrigo Abdala, como un tercero en discordia y uno que ni la debe ni la teme, pues ¿qué culpa?, faltaba más. 

En días pasados, vino hasta el secretario de Gobernación federal y el líder nacional de Morena para decir que en Puebla hay piso parejo y unidad. Ah como me recuerda al PRI ese tipo de reuniones. 

No obstante, de lo primero (piso parejo) queda claro que así es, de lo segundo, no tanto, porque como bien dice el viejo dicho entre los abogados: “unidad no pedida, desunión manifiesta”. 

El escenario se ve complicado en este momento por los odios familiares. 

A ver si no salen a relucir las agujas de miel sino logran la tan llevada y traída “unidad”. 

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