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martes, abril 23, 2024

Fray Servando y yo

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Siempre me he reconocido como una idealista como Fray Servando Teresa de Mier, igual de soñadora, igual de irreverente, pero sobre todas las coincidencias él y yo somos cada uno en su tiempo ciudadanos del mundo. No somos turistas somos viajeros incansables, cazadores de aventuras, soñadores de otros tiempos, de otros mundos, de otros olores y sabores.

En meses pasados pensando en Servando Teresa de Mier caminé por la calles de Finlandia, la miré con los ojos de este pensador. Imaginé el impacto con que hubiera mirado sus calles y saboreado la comida de su mercado de sabores. Me pregunto si él se hubiera impactado como yo, al ver a un cocinero procedente de Tijuana en ese mercadito pérdido en medio de la nada, en lo más recóndito del fin del mundo.

Fray Servando era un caminante, yo adoro ser caminante incluso en la ciudad que hábito, caminar las calles de cada ciudad es vivir la vida de los comunes. En las calles de Finlandia me asombró el silencio, ese silencio que pocas veces ocurre en alguna ciudad de México.

Imagino las ruidosas calles de la ciudad de México en las postrimerías del Siglo XVIII, donde la vendimia coincidía con los burros, las carretas, los marchantes y las mujeres con sus cántaros al hombro. Fray Servando era un amante de las tabernas, los sabores del mundo real, los sabores del alma, seguramente hubiera comparado esos extraños sabores con el suculento pan virreinal, con el chocolate caliente y con los dulces y conservas.

Creo que Servando Teresa de Mier, hubiera tomado su libretita de apuntes para retratar en prosa la belleza inigualable de Finlandia, su mar frío, su cielo grisáceo, su gente cuidando no emitir un solo ruido al caminar. En esa libretita tal vez estaría retratado el frío viento que quema los labios y enrojece la nariz. Tal vez en su tiempo la ciudad era más pequeña y silenciosa, tal vez era más agrícola que industrial, tal vez sus puertos eran pesqueros y no comerciales. Sin duda, un buen sauna no le hubiera caído mal.

En días pasados una de las personas más importantes en mi vida partió de este mundo, en este día que toda mi familia lo recuerda sólo pienso en sus abrazos y su sonrisa. Desde su partida mi corazón se ha quedado a morar con él, en El Ojital, esa tierra que ambos amamos infinitamente. De él me queda su enseñanza de que se puede ser hija sin tener sus genes, de ser su amiga sin ponerle trabas con la edad, de ser su cómplice en este mundo con el más grande amor por la vida, pero también con la más digna consciencia de que era su momento de partir, siempre será mi hombre de esperanza, y sé que “no es más que un hasta luego, no es más que un breve adiós”. Te amo siempre querido tío José, en este tiempo y en todos los tiempos, en este mundo y en todos los mundos.

DEP José Velásquez

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