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jueves, abril 18, 2024

¿Útil y eficiente?

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¿A quién debe, un partido político, ser útil y eficiente? 

La pregunta no es ociosa y menos en la antesala de la elección más importante en nuestro país. 

La ley los define como organizaciones de interés público. Organizan, adoctrinan y conducen a los electores a tomar las decisiones que les sean más útiles, para hacer valer su voto, para asegurar su intervención en los asuntos del gobierno y, finalmente, para garantizar, en nuestro caso, que la democracia sea real, sistemática y permanente. 

La ley y la inteligencia colectiva establecen que todo eso se decide al votar en las urnas. No antes, porque traicionan la confianza de sus militantes y alejan a posibles simpatizantes. Después es válido solo al defender y hacer respetar su voto. 

Tiempo tiene ya, que muchos partidos políticos han dejado de ser eficientes para quienes creen que ese sistema es el camino seguro para su decisión política. Las coaliciones electorales reflejan que, por sí solo, un partido es incapaz de hacer ganar a sus electores y por ello, por conveniencia de los partidos, más que de sus electores, se unen para ese fin y para promover una plataforma electoral que sugieren es la más conveniente.   

Aquí, el fin, no justifica los medios. 

Si un partido no es útil para sus votantes, también es ineficiente para la democracia como el sistema de vida que les garantiza el continuo bienestar, como lo define la misma ley. 

Los electores, al votar por un partido o coalición, por exclusión, definen también que quienes pierden tienen una función política importante.  Al colocarlos como oposición, esperan que así se desempeñen, como los contrapesos a las decisiones gubernamentales, cuando por alguna razón, no le son del todo benéficos a un sector de los electores. 

Los paridos en la oposición, están, por eso, llamados a operar cotidianamente, custodiando ese valor supremo en una democracia real.  Si no lo hacen, no son ni útiles, ni eficientes para ninguno. 

Las elecciones del último domingo, solo confirmaron que ni el PRI ni el PAN ni el PRD son útiles ni eficientes para los electores.  Y eso debe preocupar a todo el electorado nacional. 

El sentido no muy común, pero posible, revela que la estrategia de la coalición opositora, pudo haberse decidido en acuerdos al más alto nivel, que nos recuerdan que, en la vida real, la política real, también es de acuerdos y pactos entre los partidos políticos. 

Me explico, Morena y sus aliados PT y Verde, se presentaron a las elecciones en el Estado de México como una sólida coalición para garantizar el triunfo de su candidata. Por el contrario, en Coahuila, cada uno de ellos fue por su cuenta, para debilitar al candidato de Morena y facilitar el triunfo de la otra coalición, la del PRI, PAN y PRD en esa entidad. 

Morena jugó a ganar la gobernatura en el Estado de México a cualquier precio, incluido ceder, al mismo tiempo, la del Estado de Coahuila. El PRI cooperó a su propia derrota en Edomex, a cambio de retener el gobierno de Coahuila, porque en esa entidad, el candidato a gobernador de la alianza opositora fue un priista.  En Coahuila, ni el PAN ni el PRD ganaron algo en realidad. 

Esto es política real, lo crea usted o no. 

El contexto histórico, por otra parte, también ha sido una victoria para el presidente a quien le interesó ganar el Estado de México, por varias razones, entre ellas: que este estado es el que más votantes tiene en el país; era hasta el domingo pasado,  sede de uno de los grupos más poderosos del PRI, y derrotarlo no solo puso fin a una hegemonía de más de 90 años, representó, también,  el tiro de gracia que faltaba en una venganza real que se ha ido materializando, por aquellos años, muchos años, en los que el PRI, le negó toda posibilidad de participar como su candidato. 

Esto no es, como dijera el innombrable, “política ficción”. 

La derrota en Edomex deja claro que el PRI y el PRD están agonizando y que el PAN está gravemente enfermo. 

La victoria del PRI en Coahuila no compensa la derrota. Solo confirma que su vida política, su utilidad y su eficiencia están con quien manda en el país. 

En los próximos años, el PRI solo gobernará Coahuila y Durango. El PAN, solo cinco estados. Movimiento Ciudadano dos y Morena, 23. Esas son las plataformas para la elección de 2024. 

Como bien dice Mario Alberto Mejía: “sin oposición organizada, sin crítica inteligente, sin factores reales de poder competitivos… la elección de 2024 es, desde ahora, un triunfo para el presidente y también para Morena”. 

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