20.7 C
Puebla
viernes, mayo 9, 2025

Roma delibera I

Más leídas

El cónclave ha iniciado con la aspiración de continuar las reformas del papa Francisco, pero sin plantear aún una transformación estructural y su aplicación en el mundo, católico o no. Así se desprende de las últimas deliberaciones de los cardenales, reunidos en Congregación General, la última antes de deliberar y decidir al nuevo Papa.

El documento publicado como “XII Congregación General”, dado a conocer el 6 de mayo, habla de la necesidad de una “Iglesia samaritana”, en “lucha contra los abusos” y se compromete con la “sinodalidad”. Las tres propuestas admiten muchas lecturas y, por supuesto, muchos caminos. Cierto es que el documento reflexiona sobre “una Iglesia…” y de “continuar…”. Eso admite una pregunta básica: ¿es suficiente continuar, cuando la realidad global, con todos sus conflictos, requeriría un cambio de paradigma?

El perfil del nuevo pontífice, según lo expresado por los 173 cardenales participantes, es el de un “pastor cercano”, un “maestro de humanidad” que pueda ofrecer misericordia y esperanza en un mundo atravesado por conflictos, polarización, discriminación y crisis climática. Las intenciones son admirables, pero no novedosas. Se ha caminado en reformar una Iglesia golpeada por escándalos, distanciada de las periferias y atrapada en sus propias estructuras.

Los avances son decisiones firmes de Francisco, limitados por las ya antiquísimas resistencias de aquellos cardenales que disimulan su falta de acción directa con los fieles en, únicamente, la reflexión de las bondades de la fe y la doctrina. La contemplación no resuelve, solo inspira.

Las reformas siguen en proceso, algunas estancadas, otras resistidas. La transparencia financiera y la reorganización de la Curia han tenido avances notables, pero insuficientes frente a la profundidad del malestar que todavía se respira en muchos sectores de la Iglesia y fuera de ella. La sinodalidad —esa apertura a la escucha y al discernimiento colectivo— es una palabra fuerte en el discurso, pero aún débil en la práctica cotidiana, dicen los expertos.

El riesgo para la Iglesia sería confundir relevo con cambio. Debe ir más lejos. Un papa parecido a Francisco en su visión pastoral, pero sin las decisiones que impulsen reformas más radicales, no iría en los caminos de Francisco. Conservar el legado de Francisco tampoco será suficiente.

La Iglesia necesita una voz que no solo acompañe al mundo doliente, confundido y enojado, sino que confronte las causas de ese dolor, de esas confusiones y rencores, que anidan odios y venganzas. Una Iglesia capaz de cambiar todo, cuando no responde ya al Evangelio, dicen muchos escritos.

¿Queremos un papa de poder o un guía de misericordia? ¿Un custodio del pasado o un sembrador de esperanza? El documento no deja lugar a dudas: el nuevo papa debe ser un “maestro de humanidad”, un “faro de sinodalidad” en una Iglesia que se quiere horizontal, fraterna, comprometida con los desafíos globales.

Roma delibera. El mundo espera que sus decisiones no se queden en Roma.

Notas relacionadas

Últimas noticias

spot_img