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sábado, abril 20, 2024

Incertidumbres normales

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En los siguientes tres meses, la mayoría de los políticos profesionales y aprendices, y quienes dicen no serlo, vivirán le etapa más incómoda e insegura.

Poner a trabajar a los que se les dio permiso para ser aspirantes no tiene como objetivo medir para decidir quién de ellos y, en este caso, ella, merecerían la nominación. Por el contrario, la intención es siempre movilizar al electorado en torno al partido gobernante, para cerrar filas, disponer lo necesario para enfrentar la contienda y reactivar conexiones y acuerdos con el pueblo no militante. 

Pero, en el pueblo militante esta etapa de aspirantes se entiende como la de acercamiento, identificación, acuerdos, con alguno de los que, con permiso, inician giras de trabajo, reuniones, etc., a quien hay que demostrar solidaridad, por si acaso, resulta elegido, aun cuando, también es verdad, se arriesgue a que cuando sea candidato no se acuerde de aquellos que lo arroparon desde el principio. 

En todas las etapas preelectorales de la historia nacional, esa ha sido verdad recurrente en la que quien manda, y nunca ha sido el partido, espera que los militantes movilicen las estructuras de su partido y emocionen a las que no están comprometidas formalmente para fortalecer una adhesión, aunque temporal, pero favorable, y que dejen de ser indecisos. 

Igual se buscará a los electores de otros partidos; se hace el intento, pero es bien sabido que no fructificará, menos en esta etapa previa con los de militancia radical, ese “voto duro” que todos los partidos tienen. Conforme avance la etapa formal electoral algunos se irán sumando. 

Sirve esto para que quien manda, como buen comandante supremo, tenga un escenario político-electoral actualizado de lo que podría pasar en el corto plazo para reacomodar estrategias y consolidar decisiones acerca de candidatos, y reitero, consolidar, confirmar, decisiones que ya tiene en el cerebro o in pectore, como dicen en el Vaticano, donde la curia de alto nivel sigue siendo ejemplo de política, estrategia y prospectiva prácticas, y muchas veces confiable y certera.  

En tres meses, quien manda ha ofrecido tener “por consenso” al candidato o candidata de su partido a la Presidencia de la República. Ojo, la “encuesta”, que tanto ha preocupado o entretenido a los aspirantes con permiso de serlo y a sus seguidores, ha quedado como referencia solamente.    

No hay que dejar pasar como poco importante esa nueva decisión: “Por consenso”. Me recuerda viejas prácticas en viejos partidos, cuando persiguiendo valores más importantes que la decisión colectiva, se privilegiaba la “unidad”, y el “candidato de unidad” era el que garantizaba que el partido no se dividiera, no se deshiciera. Y es que la unidad era muy importante para entrar con todo en la contienda electoral. 

Nunca se acertaba en adivinar las razones de esa “unidad”, pero así se arropaba la decisión de quien mandaba en turno. 

No hay mucho que inventar en esto de decidir al candidato o candidata a la Presidencial y pudiera que así se hiciera en relación con los candidatos a gobernadores, por “consenso”.  ¿De quién o de quiénes?, es una pregunta inútil. 

Finalmente, ninguno podría resistir la tentación de mandar, así sea en beneficio de la unidad de su partido y de encontrar a la persona que asegure unidad a la nación. El consenso, por otra parte, igual que la unidad son valores irrefutables. 

En espera de la gran noticia de agosto, todos los aspirantes a gobernadores han abierto una pausa, a muchos les han borrado sus bardas, a otros quisieran aniquilarlos. Y el pueblo bueno, a esperar la gran señal… Ya falta poquito. 

Tiempos son de angustia, para algunos, y de curiosidad, para todos. Qué bueno que no nos preguntarán, ya nos enteraremos por los medios de comunicación, y eso, reconforta. 

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