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lunes, abril 21, 2025

Twist de Colum McCann

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En Twist, Colum McCann vuelve a demostrar que es un novelista de una ambición literaria notable y una profundidad filosófica poco común. Esta es una novela que desciende por debajo de la superficie—literal y metafóricamente—para cartografiar las conexiones invisibles y, a menudo, frágiles que sostienen nuestro mundo contemporáneo. Ambientada principalmente en un barco de instalación y reparación de cables frente a la costa de África occidental, Twist se despliega como una meditación sobre la infraestructura física de internet, sobre las corrientes profundas de la historia y sobre los cables emocionales que conectan a personas, ideas y continentes. 

McCann siempre ha estado atraído por los espacios liminales entre la ficción y el reportaje, entre lo individual y lo colectivo, entre el trauma y la posibilidad de redención. En Twist, estas preocupaciones se canalizan a través de Anthony Fennell, un periodista irlandés que viaja para escribir el perfil de John Conway, el enigmático y hermético capitán del barco de cables. Sin embargo, la narrativa dista mucho de ser lineal. Al igual que los cables submarinos que describe—que se enrollan alrededor del globo en vastas redes entrelazadas—la novela serpentea, retrocede, se expande. A McCann no le interesa tanto contar una historia como revelar un patrón, el tejido conectivo que une experiencias dispares. 

La novela alcanza su mayor fuerza cuando dramatiza la tensión entre la inmensa arquitectura tecnológica que sostiene nuestras vidas y la humanidad quebradiza y olvidada que hay detrás de ella. Se nos recuerda una y otra vez que más del 95 % del tráfico de internet mundial no pasa por satélites, sino por estos cables ocultos en el lecho marino—vulnerables a tormentas, accidentes, sabotajes. La fragilidad de estos cables se convierte en una metáfora de las ilusiones de permanencia de nuestra civilización, y también de nuestras propias vulnerabilidades psíquicas. La tripulación del barco trabaja en aislamiento, en silencio, en una labor esencial que permanece invisible para quienes disfrutamos del mundo digital en tierra firme. McCann extrae poesía de ese trabajo oculto, elevándolo a una forma de consagración casi espiritual. 

En uno de los pasajes más sugerentes de la novela, el narrador señala que los cables submarinos tienden a seguir las mismas rutas marcadas antaño por el comercio colonial, la esclavitud y la conquista. El pasado, en Twist, no es simple prólogo: es corriente, es cable, es una línea espectral trazada en el fondo del mar. McCann es intensamente consciente de cómo la violencia histórica no solo ha moldeado las redes globales de poder, sino que sigue presente en nuestros sistemas de comunicación, migración y comercio. Construye una especie de palimpsesto narrativo, donde cada nueva capa de tecnología de la información se sobrepone—y en ocasiones oculta—las cicatrices del viejo mundo. 

En cuanto al estilo, McCann escribe al límite de sus recursos expresivos. Su lenguaje es elíptico, recurrente, a veces deliberadamente desconcertante. Esta no es una novela que ofrezca gratificaciones emocionales fáciles ni desenlaces concluyentes. Invita al lector a convivir con la ambigüedad, a aceptar que buena parte de la vida—y especialmente la vida digital—está determinada por fuerzas invisibles y solo parcialmente comprensibles. La prosa alterna entre vuelos líricos y una claridad periodística contenida, un recurso que refleja la tensión constante entre lo personal y lo sistémico. En ocasiones, el peso de las metáforas amenaza con hundir la narrativa bajo su propio simbolismo, pero incluso en sus momentos más densos, Twist palpita con inteligencia y urgencia moral. 

Algunos lectores pueden encontrar que la estructura de la novela es esquiva, que sus intuiciones se esconden entre capas de abstracción. Pero McCann no pretende contar una historia tradicional: su objetivo es trazar una topografía—del pensamiento, de la memoria, del esfuerzo humano. El título Twist alude no solo a la torsión literal de los cables de fibra óptica, sino también a los giros inesperados de la conciencia, a las historias entrelazadas y a las contorsiones éticas necesarias para sobrevivir en un mundo tan interconectado como frágil. 

En el fondo, Twist es tanto una elegía como una advertencia. Lamenta nuestra desconexión de las realidades físicas que sostienen la era digital, del trabajo que la hace posible y de los costos ecológicos e históricos que implica. Pero también celebra la hazaña asombrosa de la interdependencia humana: la idea de que un cable, tendido a miles de kilómetros, pueda ser empalmado en medio de una tormenta y transmitir nuestras palabras, imágenes y confesiones a otra persona en el extremo opuesto del planeta. 

En una época obsesionada con la velocidad, la exposición y la certeza algorítmica, McCann ha escrito una novela que es lenta, oscura y profundamente humana. Twist no es un libro fácil. Pero sí es un libro necesario. Nos recuerda que el futuro no es solo algo que subimos a la nube: es algo que vamos tendiendo, hebra por hebra, en la oscuridad, sin que nadie nos vea, y muchas veces, en soledad. 

Twist también entabla un diálogo sutil pero resonante con El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, retomando su arquetipo del viaje para invertir su geografía moral. Al igual que el Marlow de Conrad, el narrador de McCann desciende—no por un río en la selva, sino por la vastedad líquida del Atlántico—en busca de un hombre que encarna las contradicciones de un mundo en transformación. John Conway, como Kurtz, es una figura envuelta en mito, autoridad y enigma. Sin embargo, McCann evita el nihilismo total de Conrad y ofrece una visión refractada de la oscuridad: no como un sitio de primitivismo salvaje, sino como la profundidad tecnológica e histórica que sostiene nuestras ilusiones contemporáneas. Si para Conrad la oscuridad estaba en el corazón del imperio, para McCann está distribuida en redes, camuflada por la comodidad y ocultada por el progreso. En ambos casos, el viaje revela no solo al sujeto de la búsqueda, sino la propia complicidad del narrador en sistemas más grandes que él mismo. McCann transforma la narrativa colonial de Conrad en una parábola contemporánea sobre la globalización, la dependencia digital y las éticas sumergidas de nuestro mundo conectado. 

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