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miércoles, abril 24, 2024

José Ramón Eguibar, empeñado en componer algunas cosas rotas de nuestro cuerpo

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El pujante grupo de neurociencias del Cinvestav. José Ramón Eguibar aparece flanqueado por dos ilustres investigadores: A su derecha, Javier Álvarez Leefmans, y a su izquierda, Pablo Rudomín.

José Ramón Eguibar ha tenido una trayectoria brillante en las ciencias biomédicas. Se graduó con mención honorífica como Médico, Cirujano y Partero, en la Facultad de Medicina de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Más adelante continuó con sus estudios en la maestría en Ciencias Fisiológicas que ofrece el Instituto de Fisiología de la Benemérita. Sin perder el tiempo, buscó cursar el doctorado en Neurociencias en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav). Ahí también destacó. Pero esto no vino solo, fue empujado por la inspiración de varias personalidades.

“Tuve tres grandes profesores” —recuerda—, “en mi etapa inicial, Björn Holmgren, un profesor chileno de origen sueco, discípulo de Ragnar Granit, ganador del Premio Nobel de Fisiología y Medicina. Björn era un hombre bondadoso, ético y un mentor maravilloso. Con él aprendí a trabajar en el laboratorio, a ser serio, ordenado, eficaz y eficiente. Durante la maestría colaboré con Carlos Beyer, el mejor neuroendocrinólogo de México y con quien también estuve trabajando en la Universidad de Rutgers, así como en la State University of New Jersey, una experiencia que me marcó el resto de mi vida, pues ahí conocí al doctor Barry Komisaruk. Una tercera etapa fue al lado de Pablo Rudomín, el notable neurocientífico mexicano, ganador del Premio Príncipe de Asturias y miembro de El Colegio Nacional. Fue una etapa muy productiva de Pablo. En ese entonces él era miembro del Study Section, dependiente de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) en Norteamérica; al mismo tiempo fungía como parte del comité editorial de varias revistas internacionales y recibía visitas de grandes científicos en su laboratorio. Conocí la ciencia mundial, la importancia de acercarse a figuras de calidad, a ser crítico de los trabajos con el fin de contribuir a mejorarlos.”

Eguibar es investigador desde hace 38 años en el Instituto de Fisiología de la BUAP, donde actualmente es profesor/ investigador titular “C” definitivo. “He sido director del Instituto de Fisiología”, nos dice. Y agrega: “también secretario general, director de Investigación y hoy me desempeño como Director General de Desarrollo Internacional de la BUAP.”

La producción científica del doctor Eguibar lo convierte en un rápido y curioso por naturaleza. Ha colaborado en 80 artículos avalados mediante arbitraje internacional, 35 capítulos de libros, cinco obras con registro ISBN y 25 artículos de divulgación científica. Ha presentado más de 500 ponencias en congresos nacionales e internacionales. Sus artículos han sido citados más de mil veces y tiene un factor de Hirsch h= 21. En el mundo académico mundial, alcanzar un factor arriba de 20 se considera un investigador de éxito.

Una faceta muy importante de un rápido y curioso es sembrar semillas. “También he dirigido 35 tesis de licenciatura, 31 de maestría, diez de doctorado y tres posdoctorados.”

Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel 3. Tiene el perfil deseable de la PRODEP tipo superior; es líder del Cuerpo Académico en Neuroendocrinología Consolidado. Pertenece a 25 sociedades científicas, entre las que destacan la Academia Mexicana de Ciencias y la Academia Nacional de Medicina de México. Es miembro numerario de ambas.

“He realizado estadías de investigación en Estados Unidos, España, Francia, Chile y Australia, y he ofrecido más de 300 cursos de licenciatura, maestría y doctorado en la BUAP”, añade. Su actividad docente también incluye cursos y cátedras en la Universidad Autónoma de Tlaxcala, Universidad Veracruzana y en la UNAM, y más de 250 conferencias en México y en el extranjero.

Toda esta intensa labor le ha merecido reconocimientos, entre ellos el premio “José Joaquín Izquierdo”, en julio 2000, como el mejor investigador joven, y en 2004, el Premio Estatal en Tecnologías y Ciencias Médicas, máxima distinción que otorgan el Gobierno del Estado de Puebla y el Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología. “He sido acreedor”, nos dice, “del premio al Mérito Civil en el área de Ciencia y Tecnología 2009, otorgado por el H. Ayuntamiento del Municipio de Puebla. Ese mismo año recibí la presea Forjadores de Puebla como Científico e Investigador en 2009.”

Con el notable neuroendocrinólogo, Carlos Beyer.

Ha sido, además, presidente de la Sociedad Mexicana de Ciencias Fisiológicas A.C. de 2005 a 2007, y de la Academia de Investigación en Biología de la Reproducción A.C., durante 2011-2013.

El trabajo del doctor Eguibar rebasa la docencia y la investigación. “He sido miembro de la Comisión de Ciencias Básica del Conacyt, de la Comisión del Premio México en 2013, de la Comisión de Premio Estatal de Tecnologías y Ciencias de Puebla, de evaluación de profesor deseable de la SEP y, desde 2004 a la fecha par externo de los Comités Interinstitucionales para Evaluación de la Educación Superior A.C., en el área de ciencias exactas y naturales”, afirma. También forma parte de la Comisión Dictaminadora del área 2, Biología y Química, del Sistema Nacional de Investigadores durante 2018-2020, y fue el presidente del Jurado del Premio Nacional de Ciencias 2019.

El trabajo pionero de Pablo Rudomín estimuló sobremanera la creatividad de Eguibar.

Toda esta labor impecable lo sigue impulsando a buscar nuevos derroteros en la investigación científica, pues está comprometido con el espíritu de los que saben cosas y las ponen al servicio de la sociedad. Si descubren algo roto en nuestras cabezas, no se pasan de largo, tratan de componerlo.

“Lo más reciente que hemos hecho”, comenta, “es examinar a una rata, que llamamos Taiep, el acrónimo de sus signos neurológicos, a saber: Temblor, Ataxia, episodios de Inmovilidad, Epilepsia y Parálisis. Estos animales tienen una hipomielinización inicial seguida de una desmielinización  progresiva a lo largo de su desarrollo, pero con una expectativa de vida igual a una rata normal.”

Esto comenzó en 1989. “Pero fue hasta el año 2000 que logramos establecer que esta alteración del aislante de los axones es exactamente igual a la enfermedad humana que llamamos hipomielinización con atrofia de los ganglios basales y cerebelo (H-ABC), una leucodistrofia, ambas debidas en una mutación de la tubulina beta 4A (TUBB4A), componente de la estructura celular, incluyendo los oligodendrocitos, que son los que forman la mielina. Además, localizamos al primer paciente mexicano con esta patología.” En la actualidad, Eguibar y su equipo trabajan en dos grandes líneas. La primera es con la rata Taiep, caracterizando sus alteraciones locomotrices, de epilepsia, en especial las crisis de ausencia que padecen. Se aborda el asunto mediante registros eléctricos, los cuales se correlacionan con la morfología, todo en colaboración con colegas de la Universidad de Guanajuato y del Centro de Investigaciones en Óptica. Asmismo, estudian la biología molecular de expresión de varias proteínas en la rata Taiep.

El doctor Eguibar enfatiza: “Es el único modelo disponible en el mundo de la leucodistrofia humana H-ABC”.

“El otro campo”, continúa, “es herencia de mi trabajo con el doctor Holmgren: usar a las ratas de bostezo alto (HY) y bajo  (LY). Un par de sublíneas derivadas de la rata Sprague-Dawley, las cuales difieren en su frecuencia de bostezo espontáneo por un orden de magnitud. Esto es, de 20 bostezos/h en las HY y de tan solo 2 bostezos/h en las LY. 

“Lo importante”, finaliza, “es que en los últimos años hemos demostrado que las ratas HY son más ansiosas que las LY y, por ende, las primeras también son más depresivas que las LY. Estamos ahora haciendo experimentos  conductuales, farmacológicos y neurofisiológicos para mostrar esto, lo que implica que las ratas HY pueden ser un modelo adecuado de, por  ejemplo, el síndrome de estrés postraumático o de adicción al alcohol en seres humanos. Estamos trabajando en ello en dos tesis de doctorado”.

Con los doctores Björn Holmgren y Ruth Urbá.

 

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