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jueves, abril 18, 2024

¿Qué es la cli-fi?

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En sus albores, este subgénero de la ciencia ficción versaba, sobre todo, acerca del cambio climático, si bien diversos autores especularon antes sobre las calamidades que acarrean nuestros persistentes depredadores del mundo microscópico, en lo que se puede calificar como “los clásicos de las epidemias”. Pericles, con su discurso encendido a los atenieneses, asolados por la guerra y la peste, y Bocaccio, quien escribió el Decamerón a fin de mitigar los horrores de la viruela negra, son dos de sus representantes. De hecho, más de una obra literaria del pasado podría considerarse “verde”, protoecologista, climate fiction. No obstante, según los estudiosos, la ecoficción ha de contener las siguientes características:

1. El entorno más allá de lo humano tendría que aparecer en el texto no como mera decoración, una escenografía intercambiable, sino como una presencia en la que los protagonistas se dan cuenta de que su propio acontecer y destino están ligados al de la naturaleza donde habitan.

2. La trama deja entrever que el interés humano no es el único que vale.

3. El autor adopta una postura ética en cuanto al trato que los humanos dan a otras especies y la manera como enfrentan las condiciones naturales.

4. Existen escenas o diálogos en los que se trasluce la necesidad de considerar el entorno ambiental como un proceso, no como una prerrogativa o algo dado.

La ecoficción puede remontarse a Ovidio. En efecto, en su obra de madurez, Las metamorfosis, escribe: “Nada en el mundo perece; todo varía y se renueva. Nacer es empezar a ser algo distinto de lo que fue antes, y morir es dejar de ser eso. Como todo es movido acaso de aquí hacia allá y de allá hacia acá, se mantiene su suma”. Algunas obras de la literatura bucólica latina exaltan la vida pastoril frente al hacinamiento urbano. Hay quienes piensan que la poesía bucólica tuvo su origen en una festividad dedicada a la diosa Ártemis en gratitud por haber terminado con una epidemia de peste. Otros ejemplos podemos encontrarlos en los escritos de Teócrito (310-260 a.n.e.).

Sin duda, califica Orlando furioso (escrita entre 1516 y 1532), vista como una clara metáfora de la destrucción ambiental. Ludovico Ariosto nos muestra a un Orlando decepcionado por el desliz de Angélica. Eso lo lleva a arrasar con pastores y granjas a su paso por Europa y África. Los románticos también podrían considerarse autores de una protoecoficción, entre ellos, Henry David Thoreau, John Burroughs, incluso Julio Verne. (CCh)

Las calamidades ambientales causadas por la mano humana son añejas, apenas tratadas de manera consciente en la literatura, hasta que algo cambió. En 1962 Rachel Carson publicó su crónica-ensayo Una primavera silenciosa, testimonio desgarrador que ayudó a detonar una nueva forma de hacer ficción. 

 

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