El jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, Dan Caine, confirmó este lunes que los recientes ataques a instalaciones nucleares en Irán fueron parte de una operación sorpresa cuidadosamente ejecutada.
La ofensiva sorprendió tanto a líderes internacionales como a la opinión pública. Según Caine, el ataque se desarrolló bajo estrictos protocolos de sigilo y precisión táctica, incluyendo el uso de bombarderos furtivos B-2 Spirit, aeronaves diseñadas para evadir sistemas de radar y penetrar defensas aéreas altamente protegidas.
Además, Estados Unidos lanzó misiles Tomahawk desde un submarino posicionado en aguas dentro del área operativa del Comando Central de EE. UU. (CENTCOM), lo que revela un alto nivel de coordinación interinstitucional y despliegue estratégico.
El operativo también incluyó tácticas de guerra electrónica y tecnología militar de vanguardia, utilizadas para neutralizar las defensas iraníes y garantizar el éxito de la misión sin reportes de bajas estadounidenses.
Aunque el Pentágono no ha especificado cuántos objetivos fueron alcanzados ni el alcance total de los daños, se confirmó que las instalaciones bombardeadas formaban parte del programa nuclear iraní. Los sitios afectados incluyen los complejos de Fordow, Natanz e Isfahán.
Esta ofensiva representa una de las acciones militares más significativas emprendidas por Estados Unidos en Medio Oriente en las últimas décadas, lo que ha generado una escalada de tensión regional y alertado a actores internacionales como Rusia, China e Israel.