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viernes, abril 19, 2024

AMLO y Barbosa, en territorio zapatista y el encuentro con la gente

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Ayoxuxtla, Huehuetlán El Chico.- Hace casi 111 años que el guerrillero Emiliano Zapata Salazar anduvo estos caminos y aquí firmó con sus huestes el manifiesto más importante del agrarismo latinoamericano del siglo pasado: el Plan de Ayala.

Fue el 28 de noviembre de 1911 y, paradójicamente, recién a esta junta auxiliar de la Mixteca Poblana le “ha hecho justicia la Revolución”, repiten por aquí.

El gobierno federal de la Cuarta Transformación (4T), tan apegado a los símbolos y su romanticismo, invirtió 76 millones de pesos en el mejoramiento urbano de este poblado, antes con calles de terracería y ahora con una imagen de villa progresista.

En tanto, el gobierno del estado de Puebla tiene proyectadas carreteras que impactarán toda esta zona, que mejorará la movilidad en las colindancias con Oaxaca, Guerrero y Morelos, esta última zona que, por su cercanía con Cuautla y Anenecuilco, cuna del general, en Morelos, permitió el auge de un zapatismo poblano efervescente y exacerbado, hace más de un siglo.

Aquí, hoy todavía muchos presumen su fundamento ideológico, sobre todo los mayores: “yo soy zapatista”, dicen con el orgullo de aquellos que seguramente atendieron el llamado del general, cuando convocó a signar el Plan de Ayala: “esos que no tengan miedo, que pasen a firmar”.

MÁS DE UN SIGLO DESPUÉS

Este sábado 22 de octubre de 2022, el gobernador Miguel Barbosa Huerta reiteró en un diálogo cara a cara con los hombres y mujeres de esta junta auxiliar, que “ya viene la carretera” para beneficio de estos poblados.

Se trató de la gira del presidente Andrés Manuel López Obrador por este otrora bastión del agrarismo revolucionario.

El mandatario también saludó a muchos mixtecos poblanos, en su paso al presídium, en el acto oficial de inauguración de las “Acciones de Mejoramiento Urbano”.

La ceremonia tuvo un momento opaco, con gritos con duración de unos 5 minutos, de presuntos profesores que reclamaban pagos y que dio la impresión que fueron sembrados por el delegado de Bienestar, Rodrigo Abdala, y que forman parte de los grupos de apoyo del secretario de Educación estatal, Melitón Lozano Pérez.

Pasó el momento, sin mayor contratiempo. Literalmente, gritaron y se fueron, sin hacer peticiones concretas y sin esgrimir más argumentos; se trató solamente de la irracional estridencia.

A pesar de ello, antes y después del acto, el tabasqueño y el poblano recibieron peticiones y abrazos; los dos se dejaron abrazar por los herederos de quienes, hace 111 años, cabalgaron veredas con El Caudillo del Sur.

LOS CAMINOS DE LA MIXTECA

La carretera, con rehabilitación en varios tramos, va de Tulcingo de Valle a Chiautla; otra, del entronque de Las Palomas a Tulcingo de Valle. Un tercer tramo llevará de Tehuitzingo a Cuayuca de Andrade. La Mixteca tendrá comunicación directa y ágil, una que se ha entorpecido por el deterioro de sus caminos y por la promesa incumplida de obras de los gobiernos anteriores.

A su paso hacia el presídium, Miguel Barbosa recibió agradecimientos y también peticiones.

Desde la valla y en medio de los saludos y los abrazos, mientras iba acompañado de dos elementos de su ayudantía y al lado de su esposa, Rosario Orozco Caballero, el gobernador poblano atendió al presidente municipal de Chietla, al de Chiautla y a otros de la región.

Específicamente, a una pregunta del alcalde de Chietla, Barbosa respondió que próximamente va a tener una reunión con los productores cañeros, pero que será con todos y no solamente con un grupo o con la facción de una filiación política.

Chietla es el municipio en el que está, en la junta auxiliar de Atencingo, el ingenio más importante de esta parte del país y los campos, desde Izúcar de Matamoros hasta Chiautla rebosan de cañaverales, en la época de zafra.

LA MEMORIA DE ANDRÉS

También rumbo al presídium, el presidente Andrés Manuel López Obrador extendió las manos para saludar a las decenas de personas que desde la valla lo tocaban; hizo pausas para las fotografías y para recibir fólderes con peticiones.

Un hombre le pidió a gritos apoyo para alguna causa. Su voz fue ahogada por el Huapango, sinfonía de José Pablo Moncayo, que sonaba en el fondo. López Obrador tuvo que acercar el oído para escucharlo.

Fueron apenas unos segundos y luego le dijo a un integrante de su ayudantía que informara a Jesús Ramírez, su vocero, que esta persona se quedaría para hablar sobre su caso este lunes en la conferencia matutina de Palacio Nacional. El hombre le agradeció con la voz cortada, los ojos humedecidos y con un abrazo fuerte.

El presidente siguió sus pasos y se detuvo, ahora, ante un nombre con una gorra roja, con tez mixteca y con surcos de tiempo alrededor de los ojos.

Al oído le dijo algo, mientras también el volumen del Huapango sepultaba las palabras.

Andrés Manuel le devolvió una mirada más acuciosa que la primera. Lo miró con mayor detenimiento y se le iluminaron los ojos al presidente. Volteó hacia su equipo y dijo: “él me ayudó en lo más duro del movimiento, hace 20 años”. Lo volvió a abrazar, ahora más fuerte y más largo.

Ordenó que le tomaran sus datos y siguió su paso para el acto que estaba a punto de comenzar.

Casi 111 años han pasado desde el manifiesto del Plan de Ayala.

En esta junta auxiliar siguen los ecos de los pasos de Zapata.

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