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jueves, diciembre 5, 2024

Lalo Rivera, el costo de la estulticia

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Sin querer minimizar la pésima operación política ni las sospechas de traición por parte de Felipe Velázquez Gutiérrez, en San Martín Texmelucan, el cual controla a través de Pilar Vargas Morán, ese municipio es el mejor ejemplo de cómo Eduardo Rivera Pérez ha pagado muy caro su empecinamiento y estulticia política. En la pasada elección del 2 de junio, el exedil fraguó una alianza con el peor partido político que existe en Puebla: Pacto Social de Integración, cuya principal fortaleza son sus vínculos con presuntos integrantes del crimen organizado. No se sabe a ciencia cierta si el dinero black fue lo que sedujo al fallido candidato a la gubernatura, pero prácticamente le entregó un majar suculento de candidaturas a un instituto que, ya se vio, no valía para tanto. Uno de esos espacios fue la candidatura a la presidencia municipal de San Martín Texmelucan. La decisión provocó que la militancia se montara en una franca rebelión y desconocieran a su partido, a tal grado que la verdadera puja se centró entre los abanderados de Morena-PT-Verde-FxM, Juan Manuel Alonso Ramírez, e Abraham Irving Salazar Pérez, de Movimiento Ciudadano. El Tribunal electora declaró la victoria del primero y fin de la historia. Del abanderado del PAN nada se supo o bueno sí: los resultados electorales confirmaron la caída del PAN-PSI al cuarto lugar. El Comité Directivo Municipal del PAN de San Martín es controlado por la Alma Delia Ramírez, integrante del grupo político de Felipe Velázquez, la carta por default de Eduardo Rivera para la dirigencia estatal del blanquiazul, luego de que Adán Domínguez Sánchez perdiera cualquier oportunidad al comprobarse que es un impresentable. Cinco meses después de la elección se ve que nadie hizo la tarea que correspondía en Acción Nacional. En la alcaldía de marras la debacle le importó un pepino a la dirigencia y todavía no cerraban las heridas cuando la presidenta estatal Augusta Díaz de Rivera Hernández, ya andaba placeando a Rivera Pérez para que fuera ungido como el nuevo líder estatal. El despropósito no pasó desapercibido para la militancia que seguía enfurecida y nuevamente lo hicieron saber este pasado domingo en la elección del nuevo Comité Ejecutivo Nacional del PAN. El resultado fue demoledor: 111 votos a favor de Adriana Dávila Fernández y 57 para el líder del cártel inmobiliario de la Ciudad de México, Jorge Romero Herrera. La abismal diferencia confirma el enojo y hartazgo que existe contra Eduardo Rivera y su grupo político en el otrora bastión panista. La estulticia se paga caro en política y el exedil es un especialista en incurrir todo el tiempo en esa actitud.

 

Malo entre los peores

Con la novedad de que Eduardo Rivera anda presumiendo que Puebla ocupó el tercer lugar con la mejor votación a favor de Jorge Romero Herrera en todo el país. Eso es un absoluta balandronada y dos hechos lo confirman: A nivel nacional y estatal, menos de la mitad del padrón de militantes acudió a las urnas. En el caso de la entidad, la diferencia de votos de 2024 respecto a 2018, cuando también hubo elección de dirigente nacional, fue un desplome de 60 por ciento. Con estos datos solo se confirma que Eduardo Rivera es un malo entre los peores.

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