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jueves, abril 18, 2024

La triste vida de un burócrata

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César Addi Sánchez Salinas es la expresión máxima de la cultura del esfuerzo… estilo priista. Y como toda historia de éxito en el expartidazo no puede estar alejada de escándalos, denuncias de corrupción, cobro de moches, mapacheo, uso de recursos públicos para apoyar candidaturas y una vida de lujos que nunca soñó. Desde que ser convirtió en carga maletas de Rodrigo Abdala Dartigues, el mapache mayor de la supuesta izquierda poblana, su carrera creció como espuma. De un momento a otro pasó de ser un porro de la BUAP a un operador de lopezobradorismo y, después, a subdelegado de la Secretaría de Bienestar en Puebla. Le tocó operar todo: la conformación de los comités de defensa del petróleo, el Movimiento de Regeneración Nacional, la recolección de dinero para los damnificados del sismo de 2017, entre otras muchas cosas. Para la elección de 2018, se sumó obligadamente a la candidatura de Miguel Barbosa Huerta, a quien veía como un advenedizo que le quitó el abanderamiento a su patroncito Abdala. El resultado que César Addi y los empleados de Abdala fue más que patético. El ejército electoral que presumían resultó ser una piedra más porosa que la que arroja el volcán Popocatépetl. Conclusión: nunca cumplieron e hicieron el ridículo. El fraude electoral trajo un halo de esperanza a Abdala y Cesarín, pues creían que con Barbosa fuera del camino recuperarían su posición de privilegio en la carrera rumbo a 2024, principalmente porque fue designado Súper Delegado en Puebla. Al final, la tragedia del 24-D también los arrasó. Miguel Barbosa se convirtió en gobernador y la dupla Abdala-Addi se dedicó a boicotearlo en todo momento. La elección intermedia de 2021 llegó y los resultados entregados por ambos Siervos de la Nación fue más raquítica que un león en la zona del Ajusco. Todo esto no impidió que Cesarín disfrutara de las mieles del poder, ya sabe: dinero, chicas, humillar a otros, quedarse con el cambio de los refrescos, cobrar moches. Este 2022, la vida le ha jugado una mala pasada a Cesarín. Traicionó a su antiguo jefe para irse con el diputado federal Ignacio Mier Velazco y fue barrido en la elección interna de consejeros de Morena. Si logró obtener una votación alta no fue por su operación sino porque en el Distrito 12, Morena, Claudia Rivera Vivanco y demás gobiernos han metido una enorme cantidad de recursos y la geografía -rural/semiurbano- permite el acarreo, compra de votos, movilización. Cómo estará en asunto en ese distrito que tanto el PAN como el PRI o Morena pueden ganar, dependiendo de quién tenga más dinero. Es obvio que Cesarín operó con la bolsa de gobierno, la más generosa y abundante, por lo que sus resultados son cosa de nada. Lo que sí es cierto es que Addi comprendió muy tarde que ni saltando de bando, es decir, echarse a los brazos de Nacho Mier, lo iba a dejar en la misma condición de paria que siempre ha tenido… ah, pero eso sí, disfrutando las mieles de poder: dinero, chicas, humillar a otros, quedarse con el cambio de los refrescos, cobrar moches…

 

CLAUDIA Y EL DEJA VÚ  

Una buena y una mala. La buena: Claudia Rivera Vivanco reconoció que fueron barridos en la elección de consejeros del sábado pasado. La mala: Ya comenzó con la plañidera. ¿Qué ganó realmente la exalcaldesa en esta elección? Salvo meter a un par de hermanos como consejeros, el resto de sus fichas pasaron por penurias que rayan en la pena ajena. El diputado local Iván Herrera Villagómez, por ejemplo, demostró que su experiencia y fortaleza le alcanza para ganar un asiento. Sí, un solo asiento: el suyo. Andrés García Viveros, su entrañable amigo, quien está procesado por un presunto acoso sexual y laboral, no sacó un solo voto. Otros más aliados como la familia de porros Méndez Márquez se quedaron en cero y de plano omitieron registrarse para que la humillación no fuera pública. Los otrora funcionarios: René Sánchez Galindo ni por asomo levantó la mano para participar. Catalina Pérez Osorio, la académica que echó a la basura su prestigio al sumarse al gobierno municipal, se hizo como que la virgen le hablaba. A pesar de los pésimos resultados obtenidos, Claudia Rivera ya lanzó la primera piedra: anular la elección. Lo que no dijo es que para ella es la mejor estrategia, ya que si las cosas quedan como pasó el sábado no tienen la menor oportunidad de incidir en Morena. El gobernador Miguel Barbosa Huerta ya mandó a decir que el proceso interno puso fin al secuestro del partido y tiene razón. Rivera Vivanco, por el contrario, quiere que todo quede igual. Al anularse la elección, entonces, se designaría a un dirigente provisional y adivine quién levantaría la mano para que eso suceda.

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