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viernes, marzo 29, 2024

El general de las derrotas ataca de nuevo

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Fernando Manzanilla Prieto intentará hacer creer muchas cosas sobre él, pero una que no podrá negar es que se convirtió en el general de las derrotas y, además, los logros que pudiera arrogarse fueron producto de un trabajo en el que era solo un eslabón más de la cadena. Veamos: El exsecretario General de Gobierno estatal presumía que, gracias a su inteligencia y estrategia, Rafael Moreno Valle se había convertido en el primer gobernador de oposición en Puebla. Falso: El principal artífice del triunfo fue Elba Esther Gordillo Morales, quien logró detener a la principal fuerza política de ese momento; el gobernador Mario Marín Torres. A eso sumó, la operación magisterial y también la desbanda priista, los errores de Javier López Zavala y el concierto de simpatías que aglutinaron Moreno Valle y su equipo. Es cierto que Manzanilla dio la línea para vender la idea del héroe y el villano que surtió efectos, pero fue una pieza más de todo el movimiento. Al llegar a la SGG, Manzanilla no supo transitar por las aguas del gobierno encabezado por su finado cuñado. Eso lo llevó a romper. Se empecinó por la alcaldía de Puebla y en convertirse en el proyecto del morenovallismo, pero no pudo. Contra su voluntad, Manzanilla se incorporó como coordinador de la campaña de José Antonio Gali, alias Tony, pero el triunfo en la elección intermedia no dependió ni siquiera del propio candidato sino de todo un aparato electoral. En esos tiempos, por cierto, se escuchaba decir al tío Tony que su coordinador se la pasaba más tiempo platicando con su contrincante priista que coordinando su campaña. Sin un lugar dentro de la nueva administración municipal y menos en el morenovallismo, Manzanilla se convirtió en un ferviente opositor. Impulsó todo lo que iba en contra del régimen al que había pertenecido: Se puso de lado de Ernesto Cordero Arroyo porque Moreno Valle respaldó a Ricardo Anaya Cortés a la presidencia del CEN del PAN. En 2016 se la jugó abiertamente con Ana Teresa Aranda Orozco, quien compitió para la minigubernatura como candidata ciudadana. En ambos casos perdió rotundamente en sus apuestas. Dos años más tarde, Manzanilla estaba nuevamente solo en una coyuntura electoral, pero decidió incorporarse a un partido confesional —el PES— y buscó acomodo en el movimiento de Andrés Manuel López Obrador. A sus espaldas traía una serie de vínculos con sectores “ciudadanos” que gozaban de reputación, sin saber que meses después perderían la cabeza por completo. En 2018 hizo creer que Enrique Cárdenas Sánchez sería el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia. La mentira estuvo tan bien elaborada que hasta Miguel Barbosa Huerta la creyó, pero gracias a la advertencia de Andrés Manuel López Beltrán supo que todo era una farsa. Manzanilla, entonces, se quedó sin candidato, pero se sumó a la campaña de Barbosa. En la elección de 2018, el cuñado de Moreno Valle sufrió en carne propia el ataque del aparato morenovallista que, a través de un fraude, impuso a Martha Erika Alonso. Nuevamente había perdido. Con la tragedia del 24 de diciembre de 2018, todo cambió el Puebla. Manzanilla se incorporó al gobierno interino. Su antiguo aliado, Enrique Cárdenas, se convirtió en el candidato del PAN y perdió estrepitosamente frente a Barbosa. Manzanilla fue ungido como secretario de Gobernación estatal y se convirtió en el proyecto político del mandatario estatal, así lo acordaron y platicaron. Al igual que en 2011, Manzanilla nuevamente echó las cosas a perder. Ahora, el exfuncionario anunció muy orondo su regreso a la andanzas, pero con todo el historial que se carga esperemos que no lleve al naufragio esta nueva tarea.

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