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miércoles, abril 24, 2024

¿Dónde está Lalo?

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El silencio cómplice de Eduardo Rivera Pérez, mejor conocido como Eduardo Rivera Vivanco, respecto al conflicto de la Universidad de las Américas Puebla (Udlap) comenzó a generar más dudas sobre la lealtad del alcalde de Puebla hacia sus verdaderos patrones. El problema es que continúa quedando mal con todos los sectores que no lo bajan de timorato. Quienes están felices en el PAN por la indefinición del munícipe son el otro grupo de ultraderecha que coexiste con Eduardo Rivera. Ese bloque, por ejemplo, es el que entendió que un tema como el de la universidad cholulteca era un suculento filete para sacar raja política, además de ser un salvavidas para algunos como Ana Teresa Aranda Orozco y Humberto Aguilar Coronado que cuyo único mérito político es ser los mejores publirrelacionistas de sí mismos. Esta es una oportunidad de oro para estos dos cartuchos quemados pues no sólo atraen reflectores, sino que quedan bien con los Santos Barones del Yunque que ya no apostaban mucho por ellos. También ahí está el campeón de las derrotas Pablo Rodríguez Regordosa que vio en la Udlap el mejor pretexto para generar una corriente lo suficientemente fuerte para hacer contrapeso a Eduardo Rivera o, por lo menos, para que los deje transitar libremente. Uno más es el impresentable de Rafael Micalco Méndez que tiene como principal carta de presentación lograr la impunidad partidista.  Como podrá entender, la confluencia de panistas en el tema de la Udlap pretende hacer creer que existe una cohesión de la derecha poblana, pero en realidad son políticos conservadores en busca de espacios, llevar los vacíos de poder del albiazul y obtener la mejor tajada que puedan. Obviamente, los más felices son los Santos Barones que ven divertidos cómo sus chicos están trenzados como pitbulls en aras de demostrar quien cumple sus designios de mejor manera. Mientras todo eso ocurre, Lalito El Gerente del Yunque está borrado en la discusión, carece de cualquier peso y si pretende montarse solo generará una correlación de fuerzas que lo hará perder la cabeza. Ese es el costo de ser timorato en un mundo de tiburones.  

 

Pasan reformas 

Los integrantes de la Comisión Inspectora de la Auditoría Superior del Estado pusieron un clavo más en el ataúd de Francisco Romero Serrano al aprobar la creación de la Unidad Técnica que supervisará su desempeño, así como la creación de la Sala Especializada en el Tribunal de Justicia Administrativa del Estado de Puebla.  La resolución aprobada ayer solo es la continuidad de una guerra perdida del auditor que no midió bien los escenarios y decidió irse a fondo contra el gobierno del estado. Al crear una estrategia de victimización, el servidor público pretendía dificultar su salida, nada más que no ha entendido que está frente a un gobernador que no acepta chantajes. Romero Serrano está todavía en posibilidades de irse a su casa en muy buenas condiciones. El camino de la guerra es el que peor escenario le arroja. Pese a eso, todo indica que preferirá el segundo. No es extraño. Francisco Romero es conocido por su carácter rijoso y jugarse el pellejo. Sin embargo, lo que algunas vez pudo ser una virtud, con el tiempo se convierte en una desgracia. Al tiempo.  

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