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viernes, abril 19, 2024

Doña Rosario, legado y futuro: sin justicia, no habrá reconciliación

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“Dios la hizo para mí”, fue la respuesta que, para describir a su esposa, María del Rosario Orozco Caballero, dio Miguel Barbosa Huerta muchas veces, de manera muy natural y de botepronto. La comunión de los dos trascendió a la pareja de esposos, la familia, y se acuñó también en el ideario sobre la vida pública y el servicio profesional.

La maestra en derecho este jueves se despidió del DIF estatal, del que fue presidenta honoraria desde agosto de 2019 y dejó la estafeta a Gabriela Bonilla Parada, esposa del gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina, quien ofreció continuar la labor con “fuerza y corazón”.

Gabriela Bonilla, desde la titularidad del DIF Municipal de Tepeaca, cuando el hoy mandatario era alcalde, forjó una relación intensa de trabajo e identificación con Doña Rosario; nació una amistad muy sólida.

Dejó María del Rosario Orozco el DIF estatal, desde donde trabajó con intensidad y consistencia, a la par que acompañó a Miguel Barbosa en decisiones y la construcción de la Puebla reformada, que dejó como legado.

En el acto en que recibió un homenaje formal y emotivo, Doña Rosario, Doña Charo, refrendó la importancia del resguardo de la visión que dejó el gobernador.

Subrayó, desde la construcción que hizo a su lado de esta administración, la esencia de la Puebla nueva que acuñó, a contracorriente de las beligerantes y amenazantes resistencias de los protagonistas de la corrupción y los aviesos intereses del pasado, que amagan con regresar.

En su discurso, Orozco deja una advertencia que no puede pasarse por alto:

“La reconciliación de Puebla también merece justicia y hay actos, hay acciones, que podemos ser del mismo partido, podemos ser partidos diferentes y podemos coexistir perfectamente, pero quien haya cometido un delito, sea quien sea, debe lograrse una sanción, porque no habrá reconciliación en el estado, habrá como siempre el solapamiento a ciertos grupos, a cierta gente, eso no se debe dar en Puebla, eso debe cambiar, de veras”.

En el Centro Expositor de la capital poblana, ante cientos de asistentes, Rosario, la mujer de izquierda, la ideóloga política que compartió el servicio público con su esposo, volvió a lucir su capacidad como oradora, que ya antes había mostrado, sin lectura y con solvencia para la improvisación, muy cercana a la que mostró Miguel Barbosa en su ejercicio profesional.

Recordó que, cuando los programas no fueron, por las reglas de operación o las restricciones normativas, lo suficientemente ágiles, fue el mismo Barbosa quien, desde su bolsillo personal y familiar, pagaba el respaldo económico que recibieron cientos de familias que lo necesitaban.

Renunció el gobernador, dijo, a utilizar el DIF con el perverso y tradicional objetivo de cooptar votantes. En esta administración no ocurrió.

Apenas hace 20 días, luego de las ceremonias de despedida de Barbosa, en una comida en Tehuacán, fue ella quien convocó a sus colaboradores a estar unidos. Los alertó sobre las manos sucias que pretendieron apoderarse del gobierno para recuperar sus privilegios y negocios. Fue escuchada.

Rosario, la compañera de trabajo, de viajes, de vida, de canciones, de alegrías y de momentos duros, pasó hoy la estafeta del DIF y lo hizo con la certeza de que lo deja en la persona correcta, porque la conoce bien de cerca.

Doña Rosario, con la humildad que muestra en público y en privado, fue generosa con su equipo al agradecerles.

María del Rosario, en medio de su duelo y su tristeza, supo evocar con precisión a Miguel. Con contundente certeza.

Así era en las conversaciones en Casa Aguayo, con varios personajes. Ella solía escuchar con paciencia. Mirar con discreción a los interlocutores. Seguramente con un análisis ágil. De pronto, rompía su silencio para hacer algún comentario, lo mismo ácido, certero, elocuente o extremadamente irónico, simpático; remataba con una sonrisa franca. Fue siempre un deleite.

Orozco Caballero estuvo en el acto completo. Con discreción, se retiró apenas concluyó. El respeto tácito al acto de la rendición de protesta de Gabriela Bonilla Parada fue notable.

Hay legado y futuro. También fuerza y corazón.

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