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martes, abril 16, 2024

Se trata de combinaciones e imaginar escenarios

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El proceso electoral en 2024 no ha iniciado, pero se vive a flor de piel. Nuestro país no había tenido un proceso electoral en el que hubiera tanta incertidumbre; no hablo de incertidumbre por la llegada del “inminente autoritarismo y la muerte de la democracia (Levitsky, Steven, 2018, How democracies die)”, sino al contrario, por un ambiente político plural en el que la competitividad hace que, a un año de distancia las y los aspirantes a cualquier cargo público no tengan definición de su posible candidatura. Sirva de aclaración, que la incertidumbre se vive en los procesos internos de las dos fuerzas políticas de México—Morena y aliados, así como grupo de opositores— y no en el proceso electoral en sí mismo, ya que el partido guinda cuenta con la mayor intención de voto a la presidencia de la República, o en el caso de Puebla: la gubernatura y en las principales ciudades de nuestra entidad. En otras palabras, quienes ganen la candidatura de Morena, muy probablemente ganen las elecciones en disputa.  

La competitividad interna, por lo menos en Morena, se debe a dos razones contundentes. La primera es la correlación de fuerzas de grupos nacionales (agrupados en torno a las “corcholatas”) y la segunda es la paridad de género. En la oposición se debe preponderantemente a la escasez de liderazgos, con perdón de la expresión: es una pelea de enanos. Sin embargo, por lo menos en Morena si no se desahoga con oficio político la sucesión a la gubernatura, puede haber una ruptura y quizá una crisis de legitimidad en el siguiente Gobernador de Puebla.  

Como en toda elección, y a pesar de ser una República Federal, las elecciones locales deben entenderse desde los acomodos de la política nacional. En ese sentido, la elección de la o él candidato a la gubernatura por Morena dependerá en parte de la elección a la gubernatura, y en ese mismo sentido, la determinación de las ciudades más relevantes de nuestra entidad.  

Lo anterior nos lleva a pensar diferentes combinaciones de alianzas y acuerdos políticos (explícitos o implícitos), por ejemplo si en la capital se apoya a una persona, en la gubernatura, quizá a otro y así sucesivamente. Hasta el momento he expuesto lo que depende de la voluntad de los aspirantes y los ciudadanos, sin embargo, una determinación que es cuestión de azar o de suerte, es el género. Los cálculos en Morena están más o menos dados, ya que de las 8 gubernaturas, 5 tienen que ser de mujeres, Puebla está por definirse y el género está vinculado con la determinación de otros Estados. En el caso de la alianza opositora, Eduardo Rivera encabeza las preferencias indiscutiblemente en el caso de hombres, sin embargo, no logra los números suficientes para derrotar a cualquier perfil de Morena. En ese sentido, lo que podría salvar a Lalo de una derrota es que la alianza opositora perfile a una mujer como Carolina Beauregard, Ana Tere Aranda o Genoveva Huerta.  

Una mujer en Morena también sería una amplia posibilidad para reducir la tensión entre el senador Alejandro Armenta, y el diputado federal  Ignacio Mier. En síntesis, los perfiles de mujeres, tanto de Morena como de opositores, podrían ser alicientes para la gobernabilidad del Estado en el siguiente sexenio y un pretexto perfecto para que en Morena no haya ruptura y en el PAN, que Eduardo Rivera no pierda su cargo público. Es importante mencionar que los tres hombres más competitivos de todas las fuerzas políticas son de mediana edad y en 2030 aún contarán con la suficiente capacidad física para disputar la gubernatura de nuestra entidad. Pero, como dije, es cuestión de pensar en combinaciones de alianzas y acuerdos políticos (explícitos o implícitos) para las elecciones en 2024.  

 

Ángel Custodio 

Pablo González Casanova murió a los 101 años de edad en la Ciudad de México. En 1972 siendo rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) creó el Sistema de Universidad Abierta (SUA). De no ser por esa invención no hubiera tenido el privilegio de estudiar el 80 por ciento de la licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Un especial agradecimiento.   

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